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¡ABORRECIERON LA TIERRA DESEABLE!


«Pero aborrecieron la tierra deseable; No creyeron a su palabra» (Salmos 106:24).

 

“Ellos no creyeron su palabra (V24), a su promesa de que los haría dueños de Canaán; y, no escucharon la voz del Señor (V25), quien les dio consejo que no esperaron, no sólo por medio de Moisés y Aarón, también por medio de Caleb y Josué (Nm 14:6-7). Aquellos que no esperan el consejo de Dios serán justamente entregados a las concupiscencias de sus propios corazones, para andar en sus propios consejos” (Matthew Henry).


1. LA REBELDÍA DE ISRAEL.

 

“El salmo anterior es una historia de la bondad de Dios hacia Israel; este es una historia de sus rebeliones y provocaciones; sin embargo comienza y termina con Aleluya; porque incluso el dolor por el pecado no debe hacernos perder el tono para alabar a Dios” (Matthew Henry).

 

EL PUEBLO ALABA A DIOS (V1-5): Vemos la honran que dan a Dios (V1-2), se aferran a su consuelo (V3), y piden la benevolencia de Dios (V4-5).

 

LOS PECADOS DE ISRAEL (V6-46). Se rebelaron saliendo de Egipto, olvidaron cómo Dios los había sacado (V6-7). No obstante, Dios los liberó (V8-12). En el desierto, se quejaron por el maná, añoraron la comida de Egipto; Dios les dio codornices hasta saciarse, y les envió mortandad (V13-15). Después, en la rebelión de Coré, se rebelaron contra Moisés y Aarón, y vino fuego sobre ellos (V16-18). Adoraron al becerro de oro (V19-22). Desataron la ira de Dios; pero Moisés intercedió por ellos (V23). Aborrecieron la tierra deseable, murmuraron contra Dios (V24-27). Adoraron a Baal-peor, siguieron provocando a Dios, sin embargo Finees se interpuso y detuvo la plaga (V28-31). Riñeron con Moisés (V32-33). En Canaán, se mezclaron y prostituyeron con las naciones vecinas (V34-39). Ellos pecaban, Dios los reprendía, reconocían sus rebeliones, y Dios se acordaba de su pacto con ellos (V40-46).

 

ORACIÓN Y ALABANZA (V47-48). El salmo concluye con oración para consumar la liberación del pueblo de Dios, y con alabanza por el comienzo y el progreso de ella.

 

2. ABORRECIERON LA TIERRA DESEABLE.

 

“La tierra de Canaán; una tierra gustosa y deseable, la gloria de todas las tierras, una tierra donde abundaba todo lo necesario y deleitable. Los mismos espías, que trajeron un mal informe de ella, reconocieron que era una tierra donde fluía leche y miel; pero que había dificultades insuperables para poseerla. Por eso el pueblo la despreció, pues cuando se les pidió que fueran y la poseyeran, se negaron, evadiendo las dificultades de someter a sus moradores, y correr los riesgos y peligros por tomarla; aunque el Señor había prometido dársela y establecerlos en ella. Buscaron nombrar un capitán y regresar a Egipto, cuando estaban justo en las fronteras de Canaán (Nm 14:1-4; 14:31)” (John Gill).

 

LA TIERRA DESEABLE. Dios había prometido esta tierra deseable a Abraham (Gn 12:1-2). Lo sacó de Ur de los caldeos para llevarlo a esta tierra (Gn 15:7). Daría esta tierra a la descendencia de Abraham; y estableció sus límites claramente (Gn 15:18-21). Les dio la tierra de Canaán como heredad perpetua, la tierra del Pacto (Gn 17:7-8). Dios prometió esta tierra deseable a la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob (Éx 33:1). Dios echaría a sus enemigos de ella (Éx 33:2). Una tierra donde fluía leche y miel (Éx 33:3). Una tierra rica, buena, próspera (Dt 8:7-10). Una tierra mejor que la tierra de Egipto (Dt 11:10-11). Una tierra que el Señor cuidaría (Dt 11:12). Era la más hermosa de todas las tierras (Ez 20:5b-6).

 

ABORRECIERON LA TIERRA DESEABLE. Los espías, aunque reconocieron que la tierra era buena, atemorizaron al pueblo con los moradores que había en ella (Nm 13:27-28). Dieron un mal informe, hablaron mal de la tierra deseable (Nm 13:32-33). Por tanto, el pueblo reniega de la tierra que debían poseer, y buscan volver a Egipto (Nm 14:3-4). Buscaron apedrear a Caleb y Josué, que dieron un informe muy diferente de la tierra (Nm 14:6-10). El pueblo irritó al Señor (Nm 14:11-12). El Señor les anuncia juicios, y no entrarían a la tierra deseable (Nm 14:29-35).

 

3. LA INCREDULIDAD: NO CREYERON A SU PALABRA

 

“No creyeron a su palabra de promesa, que Él estaría con ellos, y los guiaría a la tierra deseable, y los pondría en posesión de ella. Esta incredulidad provocó su ira; y juró que no entrarían en su reposo (Nm 14:11; He 3:18-19). Este es un pecado muy atroz, no creer en Dios que es veraz y no puede mentir; es convertirlo en mentiroso; nada puede deshonrarlo más; es un alejamiento de él, muy provocador para él, y de consecuencias muy peligrosas; los incrédulos tendrán su parte y porción en el lago que arde con fuego y azufre (Ap 21:8)” (John Gill).

 

LA CANAÁN CELESTIAL. La tierra de Canaán era tipo del cielo, la patria mejor, la tierra de la promesa y el reposo eterno, la Jerusalén celestial. Abraham por la fe, obedeció al llamado de Dios de ir a la tierra deseable (He 11:8). Abraham, antes que Israel la poseyera, habitó en ella como extranjero, pero sobre todo, vio en ella, por la fe, la Tierra celestial (He 11:9-10). Muchos santos del Antiguo Testamento, no vieron la tierra deseable, pero vieron también en ella por la fe, la Tierra celestial (He 11:13). Ellos buscaron esa Tierra celestial (He 11:14). Ellos anhelaban una Patria mejor que la terrenal (He 11:16). Apocalipsis nos describe físicamente esa ciudad celestial y su Gloria (Ap 21:10-21). Está llena de la plenitud, Gloria y pureza de Dios (Ap 21:22-27). Está llena de la Vida y Luz Divina (Ap 22:1-4). Dios dará esta Tierra a sus hijos (Jer 3:19). La heredará a los mansos (Mt 5:5).

 

LA INCREDULIDAD. Desprecia las grandes promesas del Señor, no creen a ellas. Son como Esaú, que menospreció su primogenitura (Gn 25:32-34). Por una comida rechazó la herencia (He 12:16-17). Los convidados de la parábola de la fiesta de bodas despreciaron la oferta de la Tierra celestial (Mt 22:3-6). Recordemos que la fe es creer en lo que no vemos aún (He 11:1). Los israelitas en el desierto, aunque vieron grandes milagros de Dios, no creyeron a Dios de la tierra que debían poseer (Dt 1:31-33). Irritaron a Dios con su incredulidad (Nm 14:11). No entraron a la tierra deseable por incrédulos (He 3:18-19). El Señor los destruyó por incrédulos (Jud 1:5). Que no tengamos como ellos un corazón malo de incredulidad (He 3:12-13). Temamos, no sea que aún no seamos herederos (He 4:1). Que no nos pase como a ellos, que no creyeron a las promesas de Dios (He 4:2). No sigamos sus pasos; muchos hoy deben aun entrar (He 4:6). No endurezcamos nuestros corazones (He 4:7). Los incrédulos tienen su lugar reservado en el lago que arde con fuego y azufre (Ap 21:8).

 

Todo esta tierra también será quemada; vivamos a la luz de la pureza y santidad de la Canaán celestial, esperando a Cristo (2 P 3:11-12). Esperamos una tierra nueva (2 P 3:13). Somos peregrinos en esta tierra caída y maldita, luchemos contra el pecado (1 P 2:11-12a). Retengamos nuestra profesión (He 4:14). Dios recompensa a los que lo buscan, a los que le creen (He 11:6). Sigamos buscando la ciudad por venir (He 13:13-14). Tenemos promesas muy superiores en Cristo (He 12:22-24). Tenemos un reino inconmovible, sirvamos a Dios con temor (He 12:28-29).

 

No aborrezcamos la tierra deseable celestial, como los israelitas hicieron. “Pero aborrecieron la tierra deseable; No creyeron a su palabra”. 



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo 6 de Octubre de 2024: ¡ABORRECIERON LA TIERRA DESEABLE!


 

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