«Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos» (Salmo 119:71)
Iglesia, bueno es ser humillado ¿Nos hemos humillado como el salmista descarriado? ¿Nos hemos humillado como David confesando sin excusas nuestros pecados? ¿Nos hemos humillado como el hijo pródigo reconociendo nuestra ingratitud y amor al mundo, volviendo a la morada del Padre? ¿Nos hemos humillado como el publicano por nuestra indignidad, clamando perdón? ¿Nos hemos humillado como Pablo despojándonos de nuestras armas carnales para servir a Cristo? Si no es así, bueno es humillarse. Será limpio y perdonado, vestido con los ropajes reales de la justicia de Cristo, quiere decir que estaba muerto y ha sido revivido, volverá a su casa justificado, perdonado y salvado. Aprenderá obediencia para ser siervo útil en las manos de Dios. Dirá con gozo: “Bueno me es haber sido humillado”
Iglesia, Cristo es nuestro ejemplo. Soportó la humillación del mundo, fue despreciado, desechado, quebrantado, menospreciado, azotado, herido, abatido, molido, angustiado, afligido, enjuiciado, asesinado. Fue humillado por el Padre, quebrantado, sujetado a padecimientos, puesto como cordero sacrificado, cargando nuestras iniquidades. Se humilló por su pueblo, se hizo siervo de sus siervos, bebió la copa de la ira, dio su vida en rescate nuestro. Siendo Dios, se despojó y humilló a sí mismo, fue obediente hasta la muerte de cruz. Bueno fue que Cristo fuera humillado. Fue una gloriosa humillación, triunfó sobre sus enemigos, consumó su obra para salvarnos de las consecuencias del pecado, y de su dominio. Bueno fue porque hoy cantamos alabanzas de redención. El mundo confesará su nombre victorioso. Él clama al cielo y la tierra. “Bueno me es haber sido humillado”. ¿Estamos siguiendo sus pisadas?
Hermanos, humillémonos bajo la poderosa mano del Señor. Bueno es, pues seremos perfeccionados, afirmados, fortalecidos, establecidos. Soportemos Su humillación. Bueno es, su disciplina es provechosa, pues aprenderemos obediencia, caminaremos en santidad, y daremos un fruto apacible de justicia. Es mejor la humillación terrenal que la humillación eterna en el infierno. Buena es la humillación en esta tierra, es sombra de nuestra realidad espiritual. Pasaremos de la corrupción, deshonra, debilidad, a la incorrupción, gloria y poder, de la humillación a la Gloria. Vivimos para humillación, pero resucitaremos en Gloria. Bueno es ser humillados. Que siempre digamos con gozo “Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos”
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
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