«y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos» (Isaías 22:13).
Dios mandó al pueblo a que lloraran y se arrepintieran de sus malos caminos. El pueblo hizo todo lo contrario, se fue de fiesta y celebración. Estaban además en peligro del ejercito enemigo. Cuando tenían que llorar y estar en guardia, se fueron de fiesta, a los deleites y placeres mundanos (Is 22:1-13).
Así es el mundo, en lugar de llorar por sus pecados por las advertencias de Dios, hace oídos sordos, endurece mas sus corazones, aliviana sus conciencias, y se entregan a los placeres de la vida. Todo el año blasfeman a Dios, se olvidan de Él, no le obedecen, y al final de año lavan sus conciencias con algunas buenas obras, un par de rezos, y unos cuantos compromisos (entiéndase Navidad, Saturnalias). ¡Hipócritas!
La mal llamada cristiandad, es igual. En lugar de clamar, llorar, denunciarlos, exponerlos, se une a ellos en sus mismos desenfrenos y placeres. La sal se ha desvanecido, ha perdido su sabor, es hollada por el mundo, es tibia, light, muerta, amoldada al mundo actual, cobarde, no contiende, no quiere ir a la batalla. Hagamos como el Señor cuando lloró al ver a Jerusalén apartada del Salvador, lloremos por éste mundo caído (Lc 19:41-42).
El mundo hoy, al igual que en tiempos de Isaías, vive en los placeres de la carne, en la feria de las vanidades, como los de los días de Noé y Lot, en el comamos y bebamos que mañana moriremos.
En los Días de Noé la gente vivía en las cosas de la tierra. Era grande la maldad de esa generación entregada a los placeres temporales del mundo (Gn 6:5-6). Fueron advertidos por medio de Noé del Diluvio que vendría. No entendieron las advertencias de Dios, fueron arrasados (Mt 24:37-39; Gén 7:23) ¿Vive como los de los días de Noé: ¡Será arrasado por el Diluvio de la Ira de Dios! En los días de Lot, las personas comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban, eran soberbios, con saciedad de pan, y abundancia de ociosidad. Viviendo para ellos mismos, no para el Señor. Esto la llevó a la inmundicia y el desenfreno sexual. Fueron destruidos con fuego y azufre (Lc 17:28-29; Ez 16:49-50) ¿Vive como los de los días de Lot? ¡Será destruido como aquellos!
Pablo denuncia la influencia de los epicúreos, que no creían en la resurrección: “si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos (1 Cor 15:32). Si no hay infierno, juicio, si vivir para el Señor apartado del mundo es mentira, si la Biblia es un libro “sagrado” más, si Cristo es un simple profeta o líder moral-social, si Cristo no es el único camino para el cielo, si la puerta es ancha, con muchas sendas al cielo, si el cristianismo Bíblico no es la verdadera religión, si el camino es ancho, y cualquier moralista lo transita, si la santidad y obediencia son legalismo, obras, santurronería, si todo esto es así: “comamos y bebamos porque mañana moriremos”.
Si no se arrepiente, su gozo temporal, carnal y mundano, se convertirá en llanto eterno. Terrible “ay” anuncia Dios a los que ríen y se deleitan en el mundo (Lc 6:25). Lamente su vida banal, sus risas mundanas, el vivir satisfaciendo sus deseos y placeres carnales, el deleitarse en las cosas del mundo. Que su risa de hoy se convierta en lloro (Stg 4:8-10). No viva más en la feria de las vanidades, no viva como los de los días de Noé y Lot. No siga viviendo en el comamos y bebamos que mañana moriremos. Sea serio, humíllese ante el Señor. De lo contrario, perecerá, en el infierno jamás reirá, será un llanto eterno y sin salida.
La iglesia de Cristo no puede seguir divagando entre dos caminos, siendo tibia y sin tomar partido. No puede estar en el mundo, siendo del mundo, y añorando y deleitándose en las cosas del mundo. Debe parar, llorar, enfrentarlo, denunciarlo, reprenderlo y apartarse de sus costumbres, que son vanidad (Jer 10:3).
Los israelitas en el desierto se cansaron de Dios, se sentaron a comer y a beber, y se levantaron a jugar (Éx 32:5-6). Hoy en la “iglesia”, Cristo y Su Palabra ya no son suficientes ni su deleite. Han buscado sustitutos. La iglesia moderna cedió al “comamos y bebamos”, pues es lo que realmente aman, su tesoro (Mt 6:21). La iglesia de Cristo no puede unirse con el mundo impío (2 Cor 6:14-16). No debe amoldarse al mundo (Rom 12:2). La sal se ha desvanecido (Mt 5:13). Su alma es adúltera (Stg 4:4). El conoce nuestros pensamientos si son vanos (Sal 94:11). Dejemos de darles gusto, de añorar sus cosas (1 Ped 4:1-5). Apartemos nuestros ojos, que no vean la vanidad, que seamos avivados (Sal 119:37).
No añoraremos ni corramos tras un reino contrario al Reino de Cristo, uno que va a ser destruido, uno derrotado. Usemos las armas de la milicia, las del Espíritu, la armadura de Dios, reprendamos las obras de las tinieblas, entreguémonos a Cristo, no nos separemos de Él, anunciemos su nombre a la tierra. Hagamos como Moisés que por amor a Cristo despreció las comodidades terrenales (Heb 11:24-26). Proclamemos la verdad y gimamos en medio de este mundo perverso. Como el salmista, lloremos por este mundo impío que rechaza la Ley de Dios (Sal 119:136). Como Pablo en Atenas, que nuestro espíritu arda al ver este mundo lleno de idolatría (Hc 17:16). Lloremos porque el mundo vive sin la justicia de Dios, añoremos que venga ese día donde more Su Justicia (Lc 6:21). Estamos en guerra, pregonemos la Justicia de Dios como Noé. No es tiempo de reír, aflijamos nuestra alma como el justo Lot (2 Ped 2:5-10). Lloremos por la iglesia de hoy, y sus falsos maestros ciegos guías de ciegos, que llevan a la perdición eterna, hablando las vanidades del mundo, las de su corazón (Lam 2:11-14). El mundo hoy goza sus deleites, nosotros lloramos por el pecado. Nuestra tristeza se convertirá en gozo (Jn 16:20).
No añoremos vivir como el mundo, en el comamos y bebamos que mañana moriremos, es vanidad de vanidades. No nos cansemos de esperar la promesa. Lloremos, clamemos, humillémonos. De lo contrario, nuestro destino será el de los impíos por la eternidad. Mayor castigo aún, mucho ya se nos dio (Lc 12:45-48). Llore, si usted aún no vive para Cristo, si vive añorando las vanidades de este mundo. ¡Baste ya…! No es tiempo de reír. Llore por usted, por sus pecados (Lc 23:28). Apartémonos del “Comamos y bebamos”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (22 de Diciembre de 2019): «¡COMIENDO Y BEBIENDO!».
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