«Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos» (2 Corintios 4:13).
La fe les impidió desfallecer. La gracia de la fe es un antídoto eficaz contra los desmayos en tiempos angustiosos. Esa fe es dada por el Espíritu a todos los creyentes de todas las épocas. Es el mismo espíritu de fe por el cual los héroes de Hebreos 11 sufrieron grandes tribulaciones e hicieron grandes proezas. El mismo espíritu de fe desde Genesis, pasando por los santos del Antiguo Testamento y los cristianos del Nuevo Testamento. La misma fe de todos los santos hasta hoy.
Pablo se identifica con David en los padecimientos y victorias por medio de la fe que tuvo, y sobre todo en que no dejó de hablar la Verdad en medio de todas estas cosas; por eso cita el Salmo 116:10 y dice: “Creí, por lo cual hablé”, así nos deja su ejemplo para imitar: “nosotros también creemos, por lo cual también hablamos”.
Así que hermanos, como hemos creído, hablamos, no callamos de hablar el evangelio, de Cristo, hablamos y juzgamos conforme a la Biblia, denunciamos lo malo, aprobamos lo bueno. Si no es así, hay altas posibilidades de no haber sido salvados.
1. EL MISMO ESPÍRITU DE FE.
Todo creyente verdadero siempre ha tenido el mismo espíritu de fe. El mismo que tuvieron los santos del Antiguo Testamento, lo tuvieron también los salvos del Nuevo Testamento, judíos y gentiles, y es también el mismo hasta hoy, con nosotros. La fe de David, Pablo y la iglesia neotestamentaria, fue probada en las aflicciones. Esta fe no les permitió desmayar.
Pablo recuerda a David y se identifica con Él citando el Salmo 116:10. Este salmo 116, al parecer se refiere a los tiempos en que David soportó las persecuciones de Saúl, particularmente cuando fue acosado por él y sus hombres en el desierto de Maón (1 S 23:24-26). Vemos el espíritu de fe de Pablo y la iglesia neotestamentaria, en medio de los sufrimientos por causa de Cristo (V7-12). Ese espíritu de fe no les permitió desfallecer, los mantenía mirando la gloria eterna (V13-18).
Todos los creyentes genuinos tenemos ese mismo espíritu de fe: La fe de todo creyente es un don dado por el mismo Espíritu (1 Co 12:8-9). Es la misma fe que tuvieron los héroes de la fe del Antiguo Testamento (Heb 11:1-2). Es la misma fe que tuvieron Pablo y los creyentes en Roma (Ro 1:11-12). Es la misma fe preciosa de Pedro y los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia (2 P 1:1). Por esa misma fe somos salvos, como lo fueron los padres, y también los judíos y gentiles en tiempos neotestamentarios (Hc 15:10-11).
Esa fe, si es verdadera, nos hace hablar, nos lleva a proclamar el evangelio, para que otros crean. Todos tenemos el mismo espíritu de fe para que hablemos sus palabras, un espíritu de valor (2 Ti 1:7).
2. CREÍ, POR LO CUAL HABLÉ.
Pablo, una vez que creyó el evangelio de Cristo, lo empezó a proclamar. Lo proclamó en medio de todas las dificultades que vivió, a todo el que pudo, no calló de hablarles de Cristo.
Miremos alguna cosas que hizo Pablo, y apliquémoslo a nosotros
1. DESPUÉS DE RENDIRSE A CRISTO, LAS ESCAMAS DE SUS OJOS CAEN, EMPIEZA A ANUNCIAR EL EVANGELIO (Hc 9:20-22). Eso mismo nos debió haber pasado a nosotros en nuestra conversión.
2. DISPUTABA CON GRIEGOS DE CRISTO (Hc 9:28-29). Debemos hacer lo mismo con los griegos de hoy (el mundo pagano, humanista, intelectual, progresista, Nueva Era), pero debemos ir en el nombre de Cristo, y decir: “soy cristiano”, “la Biblia dice”, sin avergonzarnos. Somos embajadores de Él, debemos dar su mensaje, debemos disputar con el mundo en su nombre.
3. ANUNCIÓ AL DIOS VERDADERO Y A CRISTO, A IDÓLATRAS Y HUMANISTAS EN EL AREÓPAGO (Hc 17:16-31). Debemos arder de ver al mundo entregado a la idolatría, decirles de su religiosidad, que sus dioses/religiones son falsas, mostrarles al único Dios verdadero, llamarlos al arrepentimiento, hablarles del juicio de Dios en Cristo. Debemos decir sin temor que Cristo vino hace 2.000 años, que es el único camino de salvación, que solo en Él hay perdón de pecados. Y si no creen y se entregan a Él, serán castigados eternamente, y que no son palabrerías.
4. PREDICÓ A CRISTO CRUCIFICADO, SU MENSAJE FUE TROPEZADERO A LOS JUDÍOS, Y PARA LOS GENTILES LOCURA (1 Co 1:23). Al judío de hoy (Religiones falsas, moralista) hay que hablarle de sola fe para salvación, sin obras, ritos o sacramentos, que son trapos inmundos, que no es una buena persona a los ojos de Dios, así sea tropezadero para ellos. Al gentil (humanista, ateo, agnóstico) debemos insistirle que Cristo es el único camino, no hay otro, debe rendirse a Él, y apartarse del pecado y el mundo, así le parezca una locura.
5. TESTIFICÓ DEL ARREPENTIMIENTO Y LA FE, A JUDÍOS Y GENTILES SIN DESCANSO (Hc 20:20-21). Debemos hablarles del arrepentimiento para con Dios, que han ofendido toda la vida a un Dios 3 veces santo, y está airado con ellos, son enemigos de Él, destituidos de su Gloria. Deben arrepentirse de sus pecados. Y también de la fe en Cristo; deben creer en Él, solo en Él pueden hallar perdón, solo su sangre los limpia, es el único camino para reconciliarse con Dios y dejar de ser su enemigo, solo así puede tener comunión.
6. ANUNCIÓ TODO EL CONSEJO DE DIOS AL PUEBLO (Hc 20:26-27). La justificación, la Santidad, los Atributos de Dios, quién es, qué demanda, el someter todas las áreas de nuestra vida al señorío de Cristo.
7. AMONESTÓ SIN CESAR AL PUEBLO (Hc 20:31). Debemos amonestar a los que caminan mal (ocioso, pecando, desviados, no quieren arrepentirse), alentar a los de poco ánimo (débil), llamar al arrepentimiento, exhortar, discipular, orar, con paciencia y doctrina.
8. PREDICÓ A GOBERNANTES, COMO A FÉLIX (Hc 24:24-25). Si tenemos oportunidad hablémosle de la justicia, el dominio propio y el juicio venidero. La Biblia tiene mucho que decir al magistrado civil, en cuanto a ejercer justicia, y ellos darán cuentas a Dios.
9. PREDICÓ FIEL Y PERSEVERANTEMENTE A TODOS LAS ESCRITURAS DEL AT QUE ANUNCIABAN A CRISTO (Hc 26:22-23). Utilicemos fielmente la Palabra, con temor y temblor, vamos de parte de Dios y delante de Él, ciñámonos a las Escrituras, no las torzamos para nuestro beneficio, serán para nuestra perdición (y la de otros).
10. ANUNCIÓ EL EVANGELIO GRATUITAMENTE (1 Co 9:16-18). Aunque los pastores pueden vivir del evangelio, (1 Co 9:14), el evangelio no es para enriquecerse, como hacen muchos hoy, con sus eventos, congresos, seminarios, y todo tipo de mercaderías.
11. HABLÓ EN MEDIO DE PADECIMIENTOS, ULTRAJES Y OPOSICIÓN (1 Ts 2:2). No podemos callar ante la oposición del mundo, los falsos creyentes, las censuras, cuando quieran callarnos (redes sociales, trabajo, familia, calle), o con leyes contra el predicar libremente. ¡Debemos ser sagaces!
12. PREDICÓ, AUNQUE FUE ABANDONADO POR TODOS (2 Ti 4:16-17). Cuando nos abandonen (iglesias, pastores, creyentes, familia, padres, hijos, conyugue, amigos), en nosotros debe seguir siendo cumplida la predicación.
El Señor alentó a Pablo a seguir hablando, a no callar, había mucho pueblo por salvar (Hc 18:9-10). Lo mismo nos dice el Señor. No ha venido Cristo, por tanto aún hay mucho pueblo en esta ciudad. ¿temeremos? ¿callaremos? ¿O decimos como Pablo? “…conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé…”. ¿realmente hemos creído? ¡Entonces no callemos! ¡Hablemos!
3. NOSOTROS TAMBIÉN HABLAMOS.
Nosotros, al igual que Pablo, y los antiguos, si hemos creído al evangelio de Cristo, debemos proclamarlo. Nuestra fe interior la expresamos con nuestro testimonio exterior. Debemos confesar el evangelio de Cristo, así demostramos nuestra fe y testificamos que pertenecemos al pueblo de Dios.
Cristo vino para que su pueblo hablara: vino a hacer que abriera sus labios para proclamar su evangelio. El Señor vino a hacer que los mudos hablaran (Mc 7:37; Mt 9:32-33). Los endemoniados también hablaron (Lc 8:38-39). Era una señal de la venida del Mesías, que su pueblo hablara el evangelio (Mt 11:4-5). En toda lengua se hablaría el evangelio (1 Co 14:21). Somos tartamudos que hablamos sus palabras al mundo (Is 28:11). Nos dejó la gran comisión (Mt 28:19-20). Pedro y Juan no podían dejar de decir lo que habían visto y oído, así se los prohibieran (Hc 4:19-20). Tristemente, hay muy pocos obreros hoy hablando (Mt 9:37-38). Si callamos, hasta las piedras hablarán (Lc 19:40). No podemos ser perros mudos (Is 56:10). El que se avergüence de hablar el evangelio, será desechado en el Dia del juicio por el mismo Cristo (Mc 8:38). El cristiano no es un cobarde (2 Ti 1:7-8).
Hermanos preguntémonos sinceramente estas cosas: ¿Está predicando el evangelio? ¿comparte de Cristo, la salvación en Él? ¿habla? ¿es un mudo? ¿Ha sido libre del yugo de las tinieblas? ¿comparte las grandes cosas que Dios hizo en usted? ¿calla? ¿anuncia el evangelio? ¿En su lengua se está proclamando el evangelio? ¿su lengua calla la verdad? ¿Cumple su mandato? ¿está haciendo discípulos? ¿Es un obrero en la viña del Señor? ¿calla lo que hemos visto y oído? ¿es un perro mudo? ¿Se avergüenza del evangelio ante amigos, familiares, trabajo? ¿no quiere participar de sus aflicciones? ¿teme? ¿es un cobarde? ¿no hay poder en usted?
¿No quiere acaso que otros sean salvos, que crean? ¿no quiere que ellos empiecen a hablar de Cristo? ¿Cómo creerán si no les predicamos? (Ro 10:14-17). Estamos en tiempos muy difíciles, tiempos de apostasía, ateísmo, engaño, ¿callaremos? Tenemos el mismo encargo de parte de Dios que Pablo hizo a Timoteo, predicar a tiempo y fuera de tiempo, hacer obras de evangelista (2 Ti 4:1-4). Está cerca la palabra de fe que predicamos, confiésela para que otros sean salvos (Ro 10:8-10).
¿Podemos decir cómo Pablo? “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (16 de Abril de 2023): «¡CREÍ, POR LO CUAL HABLÉ!».
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