«Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová» (1 Samuel 15:13).
La obediencia parcial es desobediencia total. Saúl tenía la orden de parte de Dios destruir completamente a los amalecitas. Sin embargo Saúl y sus hombres obedecieron en lo que les convenía; es decir, no obedecieron a Dios en absoluto, sino a sus propios intereses. Perdonaron lo bueno, se quedaron con lo mejor, y destruyeron lo que era vil, lo que no era digno de llevarse fue destruido.
1. La desobediencia de Saúl.
El Señor le dio la orden a Saúl de destruir a Amalec, todo lo que tenía, hombres, mujeres, niños, animales, incluido al rey, nada debían dejar con vida, nada debían tomar como botín, pero Saúl desobedece al Señor.
Saúl no destruye completamente a Amalec, deja lo mejor (V1-9). La sentencia condenatoria contra los amalecitas había sido dictada mucho antes, por oponerse estos a los Israelitas en su salida de Egipto (Éx 17:14; Dt 25:19), pero no se había ejecutado mientras no llenaran la medida de sus pecados. Saúl se justifica, se excusa y elogia a sí mismo, y Samuel lo reprende por no oír la voz de Dios (V10-21). Saúl no estaba afligido por su pecado, estaba complacido consigo mismo. No sentía culpa ni vergüenza por su desobediencia. El corazón de Saúl estaba tan muerto que podía desobedecer directamente a Dios y todavía levantarse un monumento en honor a Jehová (V12). Saul ya había hecho algo similar al ofrecer sacrificios, no siendo sacerdote ni profeta; y Samuel le reprendió su locura (1 Sam 13:8-14).
Saúl estaba tratando desesperadamente de excusar su pecado con verdades a medias, excusas y justificaciones. Jehová, el Dios de Samuel, no era el Dios de Saúl (V15, 21, 30).
2. ¡He cumplido la Palabra de Jehová!
Saúl justificaba su desobediencia, haciendo algunas cosas mandadas por el Señor. Su obediencia era a medias, no de corazón. Obedecía algunas cosas (lo fácil, lo que le gusta), para desobedecer otras (lo que le cuesta, lo que no quiere).
Saúl lisonjeó a Samuel para que no lo reprendiera, tenía labios lisonjeros. Otros bendicen al recibir una bendición material, pero lo consagran a los ídolos, como la madre de Micaía, que después de recibir el dinero robado de su hijo, lo bendijo a él, y construyó dos imágenes de talla (Jue 17:2-3).
Muchos tienen una obediencia a medias, justifican su desobediencia, con algunas cosas santas. Adán escuchó el consejo de la mujer que Dios le dio, para ir y tomar del fruto prohibido, responsabilizó al Señor (Gn 3:12). Aaron edificó un altar al Señor al lado del becerro de oro que le había hecho al pueblo, y celebra fiesta a Jehová; justifica la idolatría, construyendo un altar en honor a Dios (Ex 32:1-6). Muchos hoy en la iglesia celebran fiestas en honor al Señor, pero que llevan a la superstición e idolatría (Navidad, semana santa, días festivos). El Fariseo ofrendaba, pero se libraba de su responsabilidad de ayudar a sus padres necesitados (Mc 7:9-13). Muchos hoy no son capaces de sacar un peso adicional de sus bolsillos para ayudar al necesitado. El Fariseo era un moralista, sin pecados escandalosos (No era: ladrón, impío o adúltero), visiblemente religioso (ayunaba, diezmaba), pero despreciaba a los realmente arrepentidos de sus pecados (Lc 18:11-12). Muchos se jactan de su obediencia externa, pero desprecian al que llora y clama. Son limpios en su propia opinión, pero inmundos, altivos y orgullosos (Pr 30:12-13).
Agag representa esa tendencia malvada, para autogratificación. Perdonar a Agag es ser misericordiosos con nosotros mismos, exonerar y excusar nuestras fallas, y tolerar el pecado que nos asedia. El falso creyente solo tiene una apariencia de piedad (2 Tim 3:5).
Algunas cosas que podemos decir para justificar nuestra desobediencia y decir: “¡He cumplido la palabra de Jehová!”:
“Yo me congrego, sirvo en la iglesia”, pero como algo formal.
“Ayudo al hermano, al necesitado, predico, oro, ayuno”, pero hacen sonar trompeta, y no quieren morir a su carne.
“Debemos ser misericordiosos, amar al prójimo, buscar la paz, ser amables”, pero no predican, son ecuménicos.
“Todos somos pecadores”, pero para justificar su tibieza, amor al mundo, e impiedad.
“Hay que ser prudentes, el avisado ve el mal y se esconde”, y se escondieron los dos últimos años por temor a un virus.
“Dios nos cuida, Él nos guarda, si tomamos veneno mortífero nada nos pasará”, y tientan a Dios inyectándose experimentos génicos.
“Debemos obedecer a las autoridades”, pero desobedecen a Dios.
“Quiero crecer, me voy a otra iglesia”, pero para huir de la exhortación a vivir en santidad.
“No quiero ser hipócrita, me voy de la iglesia, o no voy a ninguna”, para justificar irse en el mundo.
“Dios no habita en templos construidos con manos humanas”, para justificar no congregarse.
“Voy a cerrar Facebook para evitar la tentación”, pero es solo cobardía o temor a verse muy fanático.
“Las redes sociales no son para predicar, debemos predicar uno a uno”, pero tampoco lo hace.
“El hombre de Dios no debe ser contencioso”, para evitarse problemas.
“Oremos porque la iglesia crezca, por establecer misiones”, pero no predican a nadie de su entorno.
“Oremos un avivamiento”, pero son murmuradores, divisivos y no quieren morir a sus pecados.
“Tengo un matrimonio el Domingo, voy a predicar”, no se congregan, y cuando van, no lo hacen.
“Me voy de viaje, allá predico, quiero estar con mi familia”, pero no perdonan vacaciones.
“Ya oré, ya pedí oración”, pero tienen una decisión tomada de antemano.
“No diezmo, era de la Ley, para ayudar al necesitado, no para que se la robe el pastor”, pero no ayudan a nadie.
“Yo ayudo al necesitado”, pero para evadir su compromiso en la congregación de creyentes.
“Ya ofrendé”, y no ayudan de sus recursos al necesitado.
“Debo trabajar, soy el proveedor”, y son laboradictos, descuidando sus deberes familiares y espirituales.
“No puedo dejar sin provisión mi hogar, es mi responsabilidad”, pero terminan vendiendo sus principios.
“Ese trabajo no me gusta, hay mucha tentación”, pero es un holgazán.
“Yo me sujeto a mi esposo”, cuando este la incita a descuidar sus deberes espirituales.
“Soy ama de casa, cuido mi hogar, mis hijos, ardua labor hago”, y no predican, ni se sujetan a sus esposos.
“Debemos ser responsables, no podemos traer tantos hijos a este mundo malvado, debemos calcular la torre, hay mucha maldad, escasez, pobreza, viene una persecución”, pero solo es temor e incredulidad.
“El cristiano es un buen trabajador, obedece a sus jefes y autoridades”, pero no se sujetan al Señor, en la iglesia, y las mujeres a sus esposos.
“El cuerpo es templo del Espíritu Santo, debemos alimentarnos bien”, pero es solo por vanidad, y culto al cuerpo.
“Estoy enfermo, Dios manda a cuidarnos”, y es una excusa para huir de sus deberes espirituales.
“No me gusta ser carga para nadie, no pido favores”, pero es solo para después no servir.
“No me gusta meterme en la vida de nadie”, pero porque no quiere después darle cuentas a nadie.
“El matrimonio es serio, para toda la vida, no puede ser a la ligera”, y nunca se casan, viven con sus padres, o en fornicación.
“El ayuno es muy serio, nadie puede ayunar como la Biblia dice”, y por eso no ayunan.
“Nos falta santidad, predicar, morir”, pero es solo falsa humildad, para meterse en la misma bolsa con todos.
Todos ellos, como Saul, lo único que hacen es desobedecer la voz de Dios, y obedecer a la voz de Satanás, quién distorsionando la Escritura argumenta para que pequemos; respondamos como Cristo, con la Palabra (Mt 4:6-7). No tentemos al Señor con vanos argumentos, no lo desobedezcamos, y pretendamos decir: “yo he cumplido la palabra de Jehová”.
3. ¡Sea sincero, cumpla la Palabra de Jehová!
Aunque Saúl fue reprendido por Samuel, no se arrepintió de corazón. Dios todo lo ve, y todo lo sabe. No podemos engañarlo. No disfracemos nuestros pecados en cosas piadosas. Apartemos toda hipocresía.
No seamos obstinado ni rebeldes como Saúl, que fue desechado por el Señor, el reino le fue quitado (V22-23). No se conforme con ser miembro de la iglesia, no aliviane su conciencia con estas cosas, cuando no quiere morir a su carne y al mundo. Eso es rebelión, idolatría y obstinación, como la de Saúl. Obedezca sinceramente al Señor, de corazón. No estoy diciendo que no se congregue, estoy diciendo que no se conforme con eso, que no deje de hacer lo esencial. “Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mt 23:23). No espere la aprobación de Dios por hacer lo mínimo, eso hacen los siervos inútiles (Lc 17:9-10). De lo contrario, como Saúl, será desechado por Dios, hará parte de la larga lista de apóstatas como él.
Saúl no se arrepintió de corazón, aunque reconoció su pecado, no fue sincero (V24-31). Saúl no le importaba dejar el pecado, solo le importaba la aprobación del Profeta, seguir teniendo el privilegio de ser parte del pueblo de Dios, y guardar su imagen ante los hombres. El Dios verdadero, no era el Dios de Saúl. Saúl no solo había pecado contra Dios, había pecado contra Israel, y no quiso reconocerlo públicamente. Confiese sinceramente sus pecados hoy, no lo haga de labios únicamente, hay pecados que debe reconocer públicamente, si su ofensa fue contra alguien o algo en particular. No encubra sus pecados, si quiere la misericordia de Dios (Pv 28:13). No busque guardar su imagen como Saúl, no busque la aprobación de los hombres, no le importe lo que piensen los demás, impórtele lo que piense Dios.
No tenga labios lisonjeros como Saúl para evitar la reprensión. Si vamos a bendecir a alguien, que sea con sinceridad, limpia conciencia, honrando de corazón, como Melquisedec con Abraham (Gn 14:19), o como Booz con Rut (Rut 3:10). No se alabe usted mismo como Saúl, que lo alaben otros (si Dios quiere), por hacer realmente lo bueno (Pv 27:2). No sigamos el ejemplo de Saúl, Dios no puede ser burlado, seamos sinceros cumpliendo la Palabra de Jehová. Es en vano la hipocresía, es en vano los tesoros que cambiaos por el Señor, son efímeros. Agag, el botín de Saúl, murió a manos de Samuel, cumpliendo la sentencia del Señor (V32-33). Entréguese a Jesucristo de corazón, arrepiéntase, humíllese, halle perdón de pecados. Como Cristo lloró por Jerusalén, así Samuel lloró a Saul, pero ambos fueron desechados. Saúl nunca más volvió a ver a Samuel, su reinado fue una deshonra para Dios (V35).
¿Será definitivamente apartado del reino de Dios, como Saúl? ¿Cómo estamos cumpliendo la palabra de Dios? ¿Cómo cumple la Palabra de Jehová? “Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (17 de Abril de 2022): «¿CÓMO CUMPLE LA PALABRA DE JEHOVÁ?»
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