«¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron» (Hebreos 2:3).
¿Cuál es esta gran salvación de la cual el autor de Hebreos nos habla? ¿Salvación de qué?
Que Dios nos salva, por medio de Su Hijo, de la ira venidera, y del dominio del pecado. Dios puede perdonar nuestros pecados, tomarlos sobre sí, llevarnos a su Gloria y librarnos (Heb 2:9-17).
Pero debemos poner la fe en Él y convertirnos de nuestros ídolos para servir al Dios vivo y verdadero (1 Ts 1:9-10). Debemos convertirnos de la esclavitud del pecado, al señorío de Cristo. De la potestad de Satanás, a servir al Rey de reyes y Señor de señores. Del amor al mundo y sus deleites, al amor al reino de Cristo y sus mandatos. Del amor al pecado, al amor a la santidad. De aborrecer la Ley de Dios, a que sea nuestro deleite. Convertirnos de la muerte a la vida, a Cristo, el Hijo de Dios, quién resucitó de los muertos. ¿Ya sucedió esto en usted? ¿Ha sido salvado de la ira venidera? Esta es la gran salvación.
Pero Dios no solo nos salva de las consecuencias del pecado, nos salva de su esclavitud, nos salva DE nuestros pecados (Mt 1:21-23). Cristo no solamente vino a la tierra a librarnos del infierno, y de la ira de Dios; Él vino a librarnos del dominio del pecado. La Gracia nos da dominio sobre él; este, el pecado, ya no se enseñorea de nosotros (Rom 6:14). Cristo no solo murió para perdonar nuestros pecados, murió para que seamos un pueblo celoso de buenas obras (Tit 2:14). Dios no solo nos predestinó para ir al cielo, nos predestinó para que mientras vamos al cielo, seamos semejantes a Su Hijo (Rom 8:29). ¿Ya sucedió esto en usted? ¿Ha sido salvado de sus pecados? ¿Ha sido librado de su dominio? ¿Es esclavo de Cristo? ¿Su fruto es la santificación? Bueno, si es así, su fin es la vida eterna (Rom 6:22).
Cristo es el autor de esta gran y eterna salvación (Heb 5:9-10). Una salvación que solo viene del cielo, una salvación cierta, confiable y segura. Creamos a su testimonio, para ser librados eternamente (Jn 3:31-36).
Y aunque esta salvación es eterna y segura, debemos cuidarla como el tesoro más grande. ¡Cuidado con no velar!, pues el día que se encuentre con Cristo, será excluido como las vírgenes insensatas (Mt 25:1-13). El Señor nos mandó a velar y orar para no caer en tentación (Mt 26:41). Los que no velan, son descuidados, viven en la carne (Rom 8:13). ¿Cómo está su vida devocional? ¿Cuánto ora al día? ¿Se deleita? ¿Cuánto ayuna? ¿Clama por su pecado, llora por él, lo aborrece? ¿Está el Espíritu Santo en usted? ¿Tiene aceite en sus lámparas? Los que claman y gimen contra el pecado tienen la gran salvación, el sello de Dios está sobre ellos, serán librados de Su ira; no descuidaron la salvación (Ez 9:4).
¡Cuidado con ser un cobarde! Los sembrados en pedregales desertaron al venir la prueba y la persecución por causa de la Palabra (Mt 13:20-21). Los cobardes tendrán su paga en el lago de fuego y azufre (Ap 21:8). Son emocionales, de doble ánimo, inconstantes en todos sus caminos (Stg 1:8).
¡Cuidado con el amor al mundo y las riquezas! A los sembrados entre espinos, el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogaron la Palabra (Mt 13:22). Esto será su tentación, lazo y extravío (1 Tim 6:9-10).
¡Cuidado con estar cimentado en la arena! Con tener un fundamento diferente a Cristo. Tarde o temprano vendrá su ruina (Mt 7:26-27). ¿No está velando, clamando por abandonar sus pecados? ¿No quiere padecer por causa de Cristo? ¿Ama más su propia vida que a Cristo? El que ama su vida, la perderá (Jn 12:25). ¿Ama más el mundo, sus riquezas, deleites, que los tesoros eternos, la perla de Gran Precio? La paga que da el mundo será su recompensa. Está sobre la arena. Grande será su ruina, deslizará, por descuidar esa salvación.
Arrepiéntase, clame, llore por sus pecados, sea valiente, pelee la batalla como verdadero soldado de Cristo, abandone el mundo, sus deleites, y vele hasta que parta de este mundo. ¡Cuidado con no estar atendiendo al llamado del Evangelio!, no sea que se deslice (Heb 2:1).
El creyente genuino cuida esta gran salvación. No se confía, no se envanece, no usa la gracia como ocasión para pecar, la usa para ser más santo. Quién no, deslizará, perecerá, se condenará, no escapará.
Dios lo juró en su Ira, no entrarán en su reposo (Heb 3:11-19). No crea que, siendo descuidado, escapará. Los que confiesan de labios a Cristo, pero no obedecen, no escaparán de la ira de Dios. Nuestra justicia debe ser mayor que la de los escribas y fariseos, mayor que su moralismo, de lo contrario no entraremos al cielo, no escaparemos (Mt 5:20). Si Dios no perdonó a los ángeles que se rebelaron, no crea que le va a ir mejor que a ellos (2 Ped 2:4). La desobediencia, incredulidad, el amor al mundo, al pecado, la cobardía, es descuidar la salvación, no escapará. Oigamos las palabras de Moisés y los profetas si queremos escapar del infierno, si no queremos la misma suerte del rico, pero hagámoslo acá (Lc 16:27-31).
Así sea heraldo de otros, si se descuida, será eliminado, no escapará, hasta Pablo tenía este santo temor (1 Cor 9:24-27). Ser heraldo, no garantiza nada, muchas piedras (muertos espirituales) hablan (Lc 19:40). Muchos predicaron e hicieron milagros en su nombre (Mt 7:22-23). Debemos correr, luchar, abstenernos, pelear, golpear, mortificar la carne. Cuidado “no sea que habiendo sido heraldo para otros, venga a ser eliminado” (1 Cor 9:27). ¡No escapará!
El que persevere hasta el fin será salvo, escapará de la ira de Dios (Mt 24:6-13). El que no persevera, no será salvo. No veló, se deslizó, amó más su pecado, el mundo, no valoró los tesoros eternos de Cristo. Descuidó esa gran salvación, no escapará de la condenación. Solo el que persevera será salvo. No el que afirma ciertas doctrinas, hace una oración de fe, va a la iglesia, es miembro, se ha bautizado, o hace el devocional. Solo quién llega a la meta victorioso, será salvo. Solo quién persiste hasta el fin combatiendo y venciendo el pecado, el mundo, el temor, las pruebas, tribulaciones, persecuciones, la falsa doctrina, la apostasía, escapará. El creyente genuino va progresando, va en aumento (Prv 4:18).
Ocúpese en su salvación con temor y temblor (Fil 2:112-13). Si no tienen deseos de ser santo, preocúpese, usted no es salvo. Ocúpese mas bien en su salvación. Si tiene deseos de ser santo, corra tras esos santos deseos. Dios lo está ayudando, el produce el querer como el hacer. Muchos “cristianos” están más preocupados por hacer dinero, el éxito laboral, cuidar el cuerpo, la salud, los virus, que por su salvación. Ocúpese, asegúrese, de estar sobre la Roca, venga lo que venga, no caerá (Mt 7:24-25). Ocúpese en combatir hasta la sangre contra el pecado, sea paciente, mire a Cristo, para que no desmaye (Heb 12:1-4). Él terminará la obra, dependa de Él, es poderoso para guiarlo hasta el fin (Fil 1:6).
No descuide una salvación tan grande, pues “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (15 de Marzo de 2020): “¿DESCUIDANDO UNA SALVACIÓN TAN GRANDE?”.
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