«Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve» (Malaquías 3:18)
Los Israelitas, cuando se convirtieran iban a poder discernir “la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”. El discernimiento es una de las señales de la conversión.
En Nínive había 120.000 personas que no discernían entre su mano izquierda y derecha (Jon 4:9-11). Por eso mandó a Jonás a predicarles. El hombre sin Cristo no sabe discernir entre lo realmente bueno y lo malo. Podrá hacer ciertas obras buenas, pero no son más que trapos inmundos delante del Señor (Is 64:6). Está totalmente ciego a los asuntos espirituales. Llama a lo malo bueno, y a lo bueno malo (Is 5.20). El hombre sin conversión no sabe diferenciar entre su mano izquierda y su mano derecha. Necesita ser convertido, volverse de sus malos caminos, y entonces sabrá discernir la diferencia entre lo malo y lo bueno.
Las ovejas del Señor disciernen entre la voz de Cristo y la de los falsos maestros (Jn 10:1-5). Ellas pueden discernir entre la enseñanza verdadera y la falsa, entre un profeta de Dios y un ministro de Satanás. Ellas no conocen la voz de los extraños, solo conocen la voz que viene de Cristo. Sus ovejas oyen su voz y le siguen. Si somos sus ovejas discerniremos “la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”.
Los ministros del Señor deben enseñar al pueblo a discernir entre lo santo y lo profano (Ez 44:21-24), entre la obediencia y el pecado, la santidad y el libertinaje, la ley de Dios y las doctrinas de hombres, la iglesia y el mundo, la sana doctrina y las herejías, el profeta de Dios y el falso maestro. Debe enseñar a discernir la diferencia entre lo bueno y lo malo, el que le sirve a Dios y el que no le sirve
La Biblia nos muestra que solo hay estos dos tipos de personas en el mundo, y también en la iglesia visible: Los justos y los malos, los que le sirven a Dios y los que no. El pueblo de Dios debe discernir esta diferencia. En la iglesia visible tristemente hay trigo y cizaña, buena y mala semilla, unas sembradas por Dios, las otras por el Diablo (Mt 13:38). Hay peces buenos y malos, hombres justos y hombres malos (Mt 13:48). También hay vírgenes prudentes e insensatas. Las prudentes velan esperando a Su Señor, las insensatas no (Mt 25:3-4). Hay siervos fieles y siervos inútiles. El siervo fiel pone a producir sus dones para el Señor, el inútil los entierra (Mt 25:22-30). También hay ovejas y cabras. Las ovejas dan todo por la iglesia, las cabras la abandonan (Mt 25:33-46). También hay arboles buenos y malos. El árbol bueno da frutos buenos, el árbol malo da frutos malos (Lc 6:43-45). El hombre justo tiene el fruto del Espíritu, el malo, las obras de la carne (Gál 5:19-25). Solo hay dos tipos de personas: el justo y el malo. Discierna la diferencia, juzgue el fruto, no todo el que dice Señor Señor entrará a Su Reino. Cristo nos enseñó a identificar a la familia de Dios, a sus verdaderos discípulos (Mt 12:49-50). Debemos discernir la diferencia para tratarlos como tal (Jud 1:22-23).
Asimismo, con los ministros. El Señor nos dejó características para identificar a aquellos que le deben servir a Él (1 Tim 3:2-7; Tit 1:6-9; Ez 44:23). También nos enseña el fruto de aquellos que no le sirven (2 Ped 2, Jud, Mt 23, Jer 23). Nos manda a cuidarnos de los falsos maestros y profetas, que se disfrazan de ángeles de luz, como Su Padre. Vienen vestidos de ovejas, pero son lobos rapaces. Nos manda a discernirlos (Mt 7:15-20). Debemos probar los espíritus si vienen o no de Él (1 Jn 4:1-3). Debemos discernir la diferencia entre los verdaderos de los falsos, para no ser engañados por éstos últimos. Debemos exponerlos, taparles la boca, apartarnos de los tales; y también debemos alentar a los que si sirven fielmente a Dios para que sigan en la batalla.
Con las iglesias también podemos saber si son del Señor o no lo son (Apocalipsis 2 y 3). El Señor nos muestra los frutos buenos que debe tener una iglesia que le sirve: “Yo conozco tus obras…”. También los frutos malos que hay que desechar y corregir: “Pero tengo contra ti…”. Debemos discernir entre iglesias que hacen justicia y las malas, entre las que sirven fielmente al Señor y las que no, entre iglesias de sana doctrina y sinagogas de Satanás. Para no contaminarnos con sus pecados, ni recibir parte de sus plagas, debemos huir de allí (Ap 18:4)
El Señor siempre ha hecho diferencia entre su pueblo y los que no son de su pueblo. En la última plaga con la muerte de los primogénitos, el Señor hizo diferencia entre los Israelitas y Egipcios (Éx 11:4-7). Cristo hoy conoce los frutos de todo ser humano. Los buenos arboles los podará para que lleven mas fruto; a los árboles que no de buen fruto, los cortará (Mt 7:19-20).
También hará esta diferencia en el día del juicio, entre el justo y el malo, entre los que le sirvieron y los que no lo hicieron. En el último día vendrá y apartará a los suyos de los malos. Cristo conoce a los que son hijos de Su Reino y los que fueron sembrados por el Diablo; separará al trigo y la cizaña (Mt 13:40-43). Cristo conoce los peces buenos y los malos; apartará a los malos de los buenos (Mt 13:49-50). Cristo conoce a Su pueblo fiel que lo espera ansiosamente velando y orando, las vírgenes prudentes; ellas entrarán con Él a la boda. No conoce a las insensatas, las desecha, les cierra la puerta (Mt 25:10-12). Cristo sabe quiénes le sirvieron fielmente utilizando todos sus dones para Él, y quienes los enterraron desperdiciando su vida. Los siervos fieles entrarán en su gozo eterno, los siervos inútiles, sufrirán en llanto y crujir de dientes por siempre (Mt 25:23, 26, 30). Cristo conoce quienes amaban a su pueblo fiel, y quienes los desecharon y aborrecieron. El pondrá a las ovejas a su derecha para que hereden el Reino, y a las cabras a su izquierda para que hereden el infierno (Mt 25:34, 41, 46). En el Dia del Juicio, el Señor diferenciará a su pueblo del mundo (Mal 4:1-6).
¿De cuál será usted? ¿Árbol bueno o malo? ¿Trigo o cizaña? ¿pez bueno o malo? ¿virgen prudente o insensata? ¿Siervo fiel o inútil? ¿Oveja o cabra? ¿De los soberbios que hacen maldad o de los que le temen? Al Señor no lo podemos engañar. Él discierne la diferencia, Él hará esta diferencia en aquel Día. Y será mas clara a nuestros ojos en aquel día. “Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
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