“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4).
Todas las almas están en las manos de Dios, quien las creó. Sobre ellas tiene derecho, propiedad y dominio; por tanto, cada alma es responsables ante Él, y serán juzgadas imparcialmente por Él. Él las tratará con justicia o misericordia; nadie perecerá por pecados ajenos, es digno de muerte por los pecados propios, el alma que peca y muere sin arrepentimiento, merece la muerte eterna. Todos hemos pecado, y nuestra alma debe perderse, si Dios nos trata según su santa ley.
1. Todas las almas son de Dios.
Los israelitas usaban un refrán popular entre el pueblo judío en los días de Ezequiel, para excusar sus pecados, librarse de su responsabilidad, y culpar a Dios. “Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera”. Pero Dios los corrige por medio del Profeta.
El pueblo respondió a la predicación de Ezequiel (y Jeremías), con dichos y refranes, no con argumentos bíblicos, ni razonables. En tiempos de Jeremías lo usaron con lamento pecaminoso (Lam 5:7-8). Jeremías lo mencionó con referencia al Nuevo Pacto (Jer 31:29-30). Era una protesta, una queja. Decían estar injustamente castigados por lo que hicieron sus padres. Si los padres comieron uvas agrias, ellos debían tener el sabor agrio en sus dientes, no sus hijos, y según ellos, no era así. Hoy muchos lo usan cuando hablan de las “maldiciones generacionales”. Si los padres eran borrachos, ladrones, viciosos, malvados, los hijos cargan con eso. Les enseñan a renunciar a esas maldiciones, no a arrepentirse de esos pecados. Jeremías y Ezequiel vieron esto como una doctrina perniciosa, fatalista, irresponsable, pues acusaban a Dios de injusticia. Intentaban escapar de la responsabilidad por el pecado; y protestaban contra el castigo. Al perecer lo citaban, torciendo el segundo mandamiento del decálogo (Éx 20:5-6). No entendían (como muchos hoy), las palabras “me aborrecen’ y “me aman”. Si individualmente amaban a Dios, no podrían estar sufriendo la pena de los pecados de sus padres. El segundo mandamiento habla del desastre acumulativo cuando generación tras generación se niega a arrepentirse. Así les dijo Cristo en Mt 23.35-36. Ezequiel afirma que cada generación es responsable de romper la tradición malvada y mantener la buena. Dios, a través del profeta ordenó que este falso mensaje fuera expuesto.
Todas las almas pertenecen a Dios (padres e hijos). Él es la fuente y creador de todo, él sustenta la vida con su propio aliento. Todas las almas son suyas (padre e hijo, hombre y mujer, libre y esclavo, judío y griego, ateo/pagano y cristiano). Dios tiene autoridad sobre toda alma. Dios promete enjuiciar cada alma culpable. Él es Padre de los espíritus (Heb 12:9), Él puede hacer lo que quiera con cada alma. Él puede consumirlas, como consumió a los rebeldes de Coré (Nm 16:21-22). Él usa toda carne como quiera, como con Josué al designarlo sucesor de Moisés (Nm 27:16-17). Él las formó, Él las puede liberar (Zac 12:1). Él disciplina cada alma de sus hijos como quiere (Hb 12:9). Dios puede hacer lo que quiera con cada alma (Rm 9:20b-23).
Todas las almas son del Señor, y ante Él tendremos que dar cuentas.
2. El pecado lleva a la muerte.
Todas las almas son de Dios, por tanto Él nos pedirá cuentas de todo lo que hagamos mientras estamos en este cuerpo de muerte. Todos somos responsables ante Dios. Y “el alma que pecare, esa morirá”.
El hombre que peca debe morir, lo merece. Pecar es transgredir la Ley de Dios. ¿Ha violado usted la Ley de Dios? Miremos los 10 mandamientos (Éxodo 20, Deuteronomio 5). ¿Adora otros dioses, Alá, vírgenes, santos? ¿Adora imágenes de talla, ha hecho un dios a imagen de su corazón malvado? ¿Ha tomado el nombre de Dios en vano, dice creer, pero no lo obedece? ¿Guarda el Dia del Señor, se congrega, lo profana? ¿Ha deshonrado a sus padres con ofensas, tristezas, desobediencia? ¿Ha matado, es un homicida, odia, no ha perdonado? ¿Ha adulterado, mirado con lujuria, ve pornografía, mujeres en la calle? ¿Ha robado algo, poco o mucho? ¿Ha mentido, hablado falsamente de otros, los ha difamado? ¿Ha codiciado, es avaro, envidioso? si es así, ha pecado, vive en injusticia, morirá (1 Co 6:9-10; Ap 21:8). Y así no haya pecado como el peor de los pecadores, con un solo pecado, es culpable de transgredir toda la Ley Divina (Stg 2:10). Usted está bajo pecado (Rm 3:9). Y el alma que pecare merece la muerte (Rom 6:23). El alma que pecare está destituida de la gloria de Dios (Rom 3:23). Aunque todas las almas son de Dios, el alma que pecare es del reino de las tinieblas, es del Diablo, morirá (1 Jn 3:8).
Cada alma es responsable ante Dios, la del padre como la del hijo (V10-20). Los hijos responden ante Dios, los Padres responden ante Dios. Nadie puede excusarse en otros, nadie puede excusar a otro (seres queridos). Cada cual responde por sus actos. No iremos acompañados al juicio, iremos solos. Allá no habrá excusas. Todos daremos cuentas a Dios (Rom 14:12). Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo (2 Cor 5:10). Todo está escrito en los libros de Dios, todos seremos juzgados según las obras (Ap 20:12). Hermanos, todos daremos cuentas: Yo, los pastores, miembros de iglesia, hombre, mujer, niños, el fiel, el tibio, el hipócrita.
¿Entiende usted que está sentado allí, que le dará cuentas de todo al Señor? ¿Y usted, ateo, católico, indiferente, usted que me escucha, tiene claro esto? ¿Tiene claro que ha pecado, y que el alma que pecare, esa morirá? ¿Qué va a hacer?
3. ¿Y usted que hará?
Dios llama al malo a apartarse de sus caminos, y advierte al “justo” que no se aparte de la justicia. Dios juzga rectamente, al impío que se aparta de su impiedad, y al “justo” que se aparta de la justicia.
Si el impío se aparta de su impiedad, será perdonado, vivirá, no morirá (V21-23). Impío, mundano, pagano, idólatra, católico, ateo, agnóstico, Lgbti, vivirán si se apartan de sus malos caminos. Arrepiéntase de sus pecados, conviértase de sus malos caminos, será perdonado, no morirá, vivirá en Cristo (Hch 3:19-20). Dios no quiere la muerte del impío. Dios no quiere su muerte. ¡No sea necio, no muera! ¡Apártese de sus malos caminos, apártese de su impiedad, y vivirá! Camine en la justicia (V5-9). ¡Hermano, dígale esto a todos, a quienes ama!
Ahora, si el justo se aparta de la justicia, morirá, no vivirá (V24-26). Creyente, miembro de iglesia, que conoce de Cristo, que se llama cristiano, pero que es tibio, que está entre dos pensamientos, que ama el mundo en secreto, que lo ha dejado solo externamente, tarde o temprano volverá atrás, terminará peor (2 P 2:20). Estaban en la iglesia, pero no eran de la iglesia (1 Jn 2:19). Son como perros volviendo a su vómito y cerdos lavados revolcándose de nuevo en el lodo (2 P 2:21-22). ¿Cansado del camino de la justicia? ¿añorando el mundo? ¿pensando retroceder? ¿volverá atrás? ¿se apartará de la justicia? ¿volverá a su vómito? ¿volverá revolcarse en el lodo? Dios es justo, morirá, será peor para usted (2 P 2:21).
Dios obra rectamente, sus caminos son rectos, su justicia será exaltada (V27-29). Dios es justo, a nadie hará injusticia, ni con el que condena (Rm 3:19), ni con el que salva (Rm 3:26). Dios será magnificado, exaltado y reconocido (Sal 51:4). Dios juzgará según nuestros caminos, si son rectos o torcidos, juzgará rectamente, sin distinción (V30-32).
Debe creer en el Hijo de Dios, de lo contrario, será condenado (Jn 3:18). No rehúse creer en Cristo, la ira de Dios está sobre usted (Jn 3:36). No siga amando las tinieblas, no huya de la luz, será su condenación (Jn 3:19-21). ¿Cree en el Hijo de Dios? ¿Tiene hoy vida eterna? ¿La tendrá? ¿La ira de Dios está sobre usted? ¿Estará por siempre? Arrepiéntase verdaderamente y viva, si no, está en muerte (2 Cor 7:10). ¿Tristeza para vida, o para muerte? El verdadero arrepentimiento produce solicitud, defensa, indignación, temor, ardiente afecto, celo, vindicación (2 Cor 7:11). ¡Convertíos y viviréis! Dios puso ante nosotros la vida y la muerte, escoja vivir (Dt 30:19). ¿Qué escogerá, olor de muerte u olor de vida? (2 Cor 2:15-16). Dios juzgará rectamente a cada uno, nos dará lo justo (Rm 2:6-11). ¡El alma que pecare morirá! ¿Morirá en sus pecados? (Jn 8:24).
Todas las almas son de Dios, creyentes o impíos, nuestras almas son de Él, a Él daremos cuentas, y el alma que pecare, esa morirá; y si practicamos el pecado, somos del Diablo, moriremos. “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (30 de Enero de 2022): «¡EL ALMA QUE PECARE, ESA MORIRÁ!»
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