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¡EL “ARREPENTIMIENTO” DE FARAÓN!

Actualizado: 8 nov 2022

«Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos» (Éxodo 9:27).


Aunque lo que dice Faraón es correcto: “He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos”. Su confesión no era mas que de labios para afuera. Reconoció su pecado, la Santidad y justicia de Dios, y también su propia impiedad y la de su pueblo.


Dios fue muy paciente. Faraón muy obstinado. Moisés y Aaron fueron 10 veces ante él para que dejara ir a los Israelitas al desierto a celebrar fiesta al Señor, como había mandado Dios (Éx 5:1-9). Faraón endureció su corazón vez tras vez. Las plagas vinieron. Faraón estaba endurecido: 10 llamados, 10 endurecimientos, 10 plagas. No entendió (Éx 7-11). Faraón era obstinado, orgulloso, rebelde, con justicia propia, creía que hacía bien protegiendo su reino. Dios fue muy paciente, pero su paciencia se agota. Cuidado, no le pase lo de Faraón. Así es la dureza del corazón humano, por eso el Señor debe cambiar el corazón de piedra por un corazón de carne. Pida uno, si no lo tiene aún, que no le pase lo de Faraón.


Faraón no era sincero de corazón, solo quería ser librado de las plagas. Su corazón se hacía cada vez más duro. Cada vez que pasaba una plaga, volvía a su pecado. Faraón tampoco reconocía la esclavitud de su pecado, dijo en esta séptima plaga que solo había pecado “esta vez”. No reconocía que era una condición permanente en su carácter y vida. Muchos son así, ven liviano su pecado. No reconocen que aún son esclavos de éste, deben arrepentirse. Faraón confesó sus pecados varias veces. Muchos confiesan sus pecados de labios, pero no los quieren abandonar. Faraón no se quiso humillar, siguió obstinado, rebelde y endurecido (Éx 10:3-4). Tenía falsos arrepentimientos, pecó, pidió perdón de nuevo, pero solo para ser librado de la plaga (Éx 10:16-17).


Saúl reconoció su pecado ante Dios, se dolió, pero porque iba a perder el Reino (1 Sam 15:23-28). Judas reconoció su pecado como Faraón, lloró, devolvió la plata, pero se ahorcó (Mt 27:3-5). Esaú clamó amargamente por haber perdido la bendición; no le dolía realmente haber pecado contra Dios, estaba endurecido como Faraón (Gén 27:34-38). Simón el mago reconoció su pecado por ofrecer dinero por el don de Dios, pero su ruego a Pedro era para que no le viniera la maldición, al igual que Faraón rogando a Moisés para ser librado de las plagas (Hch 8:20-24). Félix se espantó por la predicación de Pablo, como Faraón con las plagas, pero siguió endurecido como aquel, nunca se arrepintió (Hch 24:25-27).


Muchos como Faraón, aunque vean las plagas de la Ira de Dios, no abandonan sus tesoros más amados (Ap 9:20-21). La paciencia de Dios se agota. Los Fariseos, aunque tuvieron al Mesías de frente y lo sabían, y oyeron sus advertencias de las plagas de la ira venidera, nunca se quisieron arrepentir, abandonar sus pecados, y entregarse a Cristo, blasfemaron contra el Espíritu Santo, son reos de juicio eterno (Mc 3:29). Faraón fue advertido y vio todas las plagas de la ira Divina en Egipto, pero no se quiso humillar al Señor. Todos ellos pusieron su corazón como un diamante, estaban endurecidos, como los judíos en tiempos de Jeremías (Jer 17:1). Todos están hoy sufriendo las plagas eternas del infierno. Dios conoce lo más profundo del corazón humano. Dios no puede ser burlado. ¿Ya se humilló al Señor? ¿Ya reconoció su dureza de corazón? Pida corazón nuevo. No haga como Faraón.


El arrepentimiento de corazón en cambio, implica no solo ver nuestros pecados, confesarlos, si no también una tristeza profunda en el corazón por deshonrar a nuestro Dios. No teme las consecuencias, o a ser expuesto, teme pecar y ofender a Dios. La confesión genuina es sin justificaciones, con dolor y con la disposición de dejar de pecar.


Los Fariseos honraban de labios a Dios, pero su corazón estaba lejos de Él, eran hipócritas (Mt 15:7-9). Se llamaban hijos de Abraham, decían defender la Ley de Dios, clamaban contra eso, pero no les dolía su propio pecado, no les dolía el corazón (Hch 6:11-14). Faraón “clamó” contra el pecado, pero no lo quería dejar. Muchos se creen hijos de Dios sin serlo. Faraón al menos reconocía que era impío: “yo y mi pueblo impíos”. El arrepentimiento para vida es un verdadera tristeza en el corazón por el pecado (2 Cor 7:8-10). El ladrón en la cruz dijo palabras muy similares a Faraón, pero su actitud era de dolor y humillación, está hoy con Cristo (Lc 23:40-43). El hijo Pródigo después de dejar la casa de su padre e irse al mundo, vuelve arrepentido y humillado, halló perdón (Lc 15:21). El publicano entendió su bajeza ante el Señor y pidió que Cristo fuera su propiciación, volvió a su casa justificado (Lc 18:13).


¿Hemos llorado por nuestros pecados? ¿nuestro corazón se ha rasgado de dolor? ¿Hemos clamado a Cristo por perdón? ¿Nos hemos humillado realmente ante Él? ¿Nuestros pecados ya fueron clavados en la cruz? o ¿Tenemos el arrepentimiento de Faraón? El verdadero cristiano se entristece por lo mismo que se entristece el Espíritu Santo (Ef 4:25-32). Le entristece pecar, defraudar al Señor, así sea poco. Quiere ser cada vez más santo, le duele realmente no poder ser perfecto. Si las plagas y el infierno fueran extinguidos, lucharía por ser cada día más santo, no se iría a pecar como Faraón.


Josías rasgó sus vestidos, se dolió de corazón, leyó la Ley al pueblo, e hizo grandes reformas en el reino (2 Ry 22-23). Joel mandó al pueblo a convertirse de todo corazón, con ayuno, lloro y lamento; no de labios (Joel 2:17-21). Pablo exclamó por la maldad que aun moraba en él, no para justificar el pecado, sino porque añoraba dejarlo, no quería pecar, lo aborrecía (Rom 7:15, 24). David clamó por perdón al Señor por adulterar con Betsabé (Sal 51:4). Pedro lloró amargamente por negar al Señor (Lc 22:62).


¿Hemos llorado así? ¿Nos hemos humillado? ¿Hemos cambiado? ¿Tememos al infierno o al pecado? ¿Tenemos el arrepentimiento de Faraón? Entendamos que el pecado humilló al Redentor ¿No nos humillaremos ante Él? Dispongamos nuestro corazón ante Dios (Job 11:13‭-‬19). No endurezcamos nuestro corazón como Faraón.


X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo (1 de Diciembre de 2019): «¡EL "ARREPENTIMIENTO" DE FARAÓN»



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