«La sabiduría edificó su casa, Labró sus siete columnas. Mató sus víctimas, mezcló su vino, Y puso su mesa. Envió sus criadas; Sobre lo más alto de la ciudad clamó. Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dice: Venid, comed mi pan, Y bebed del vino que yo he mezclado. Dejad las simplezas, y vivid, Y andad por el camino de la inteligencia» (Proverbios 9:1-6)
Cristo es la Sabiduría. El edifica su casa, la iglesia. Lo hace posible con Su bendita obra de Sabiduría. Todos los tesoros de la sabiduría están en Él (Col 2:2-4). En Su mensaje se encuentra todo el conocimiento para llegar al cielo. Su evangelio llama al impío a que se arrepienta de sus pecados, a que abandone sus malos caminos y se entregue a Él por la Fe, pues de lo contrario sufrirá eternamente. Por el conocimiento de Su mensaje se edifica la Casa de Dios. Somos su habitación, su lugar de reposo. Conformamos esta casa. Cristo la fundamenta (1 Ped 2:5-6). Estamos parados sobre cimiento firme, sobre Cristo, la Roca indestronable eterna. Su Casa también lo es “las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Es una casa indestructible. Cristo mismo la edifica con Su Sabiduría. La sabiduría de Su Palabra y Su Santo Espíritu (Jn 16:13). Sin esta Sabiduría, nada sirve, es una Babel que será confundida y destruida (Sal 127:1).
El hace Su obra: “Mató sus víctimas, mezcló su vino, Y puso su mesa”. Con Su Sangre derramada, y la Sabiduría de Su Palabra lo ha hecho posible. Su cuerpo y su sangre fueron entregados por nosotros. Con la Sabiduría de Su Palabra herirá a sus enemigos (Ap 19:13-16). Ha preparado un gran banquete en su Casa para que lo disfrutemos. Pero debemos humillarnos, arrepentirnos, clamar al cielo por perdón por nuestra vana manera de vivir, debemos abandonar esta vida, y volver a la Casa del Padre a festejar, sentarnos en su mesa, y estar en su Casa para siempre (Lc 15:22-24).
Hermanos, Cristo hizo, con Su Sabiduría, esta bendita obra por nosotros, para que estemos en la Casa del Padre para siempre: “La sabiduría edificó su casa, Labró sus siete columnas. Mató sus víctimas, mezcló su vino, Y puso su mesa”
Cristo, por medio de los siervos clama para que vayan a Su Casa. “Envió sus criadas; Sobre lo más alto de la ciudad clamó”. El llamado de la Sabiduría Divina se dirige a los simples y faltos de cordura para que sean sabios y vayan a Su Casa de Sabiduría. Es una casa de redimidos por la Sangre del Cordero, apartados para Dios, que no se han contaminado, que cantan un cantico nuevo, que hablan diferente, que proclaman al Cordero que los rescató (Ap 14:3-5). Es una Casa que está siendo edificada por la Sabiduría de Cristo. Que está siendo santificada. Es santa, pura y sin mancha. Así será presentada al Padre (Ef 5:26-27). Si es de estos, es un siervo de la Casa de Sabiduría del Señor, de sus vírgenes puras guardadas para Él, Su esposa santa. Usted ya escuchó el clamor de la sabiduría. Alégrese en la redención que Cristo le dio (Ap 19:7-8). Clame ahora a gran voz desde lo alto la salvación que el Señor le dio, llame a los simples y faltos de cordura a que vengan a la Casa de Sabiduría que Cristo está edificando: “Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dice: Venid, comed mi pan, Y bebed del vino que yo he mezclado”.
En la parábola de los convidados a las bodas (Lc 14:13-14), el Señor nos manda a llamar a los enfermos para que sean sanados, a los simples (pobres, mancos, cojos, ciegos) y faltos de cordura (por el pecado) para que disfruten la boda en La Casa Real, para que coman del pan y beban del vino que ha mezclado el Anfitrión, el Rey de reyes. En la parábola de la Gran Cena (Lc 14:21), el Padre de Familia insiste con los simples y faltos de cordura, para que dejen sus caminos mundanos, y vayan a Su Casa. Nos manda a llamarlos, insistirles, a persuadirlos. Si sabemos que estamos enfermos por el pecado, pero queremos ser sanados; si sabemos que hemos vivido en la locura del mundo, pero queremos abandonar nuestros caminos e ir a Su Casa. Podemos entrar a la boda, a Su Cena, podemos ir gratuitamente. Estamos invitados, podemos pagar sin dinero. Solo necesitamos inclinar nuestro oído a la voz del Señor, ir en pos de Él, beber del agua de vida, ser sanados, ser sensatos, y disfrutar la fiesta en su Casa. Hemos escuchado el clamor de la sabiduría (Is 55:1-3). Los llamados por Dios, los que han ido a Su Casa, son los necios según el mundo, pero son los verdaderos sabios según el Señor (1 Cor 1:24-31).
¿Somos de estos?: ¿De los que no se han contaminado, que están siendo santificados, que han sido sanados, que se han vuelto de sus malos caminos? ¿De los que el mundo llama necios y locos, pero que ahora tienen la Sabiduría de Dios? ¿De los que han escuchado el clamor de la sabiduría? Entonces siga clamando a los que eran como usted antes de Cristo, a los simples y faltos de cordura, para que escuchen el clamor. Si no, el clamor también es para usted: “Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dice: Venid, comed mi pan, Y bebed del vino q yo he mezclado”
El Señor nos manda a dejar las simplezas de este mundo de muerte, para que vivamos y andemos por el camino de la inteligencia. Abandonar la necedad es andar en sabiduría. No hacerlo es correr hacia la muerte, es insensatez. Escuchemos el clamor de la Sabiduría. “Dejad las simplezas, y vivid”. No corra por los tesoros terrenales, no sea necio, lleva a la muerte (Jn 12:15-21). No desprecie la Palabra del Señor, sus mandamientos, es insensatez (Prv 1:7). No confíe en su propia justicia y sabiduría, no desprecie el evangelio (1 Cor 1:18-23). No deseche las Escrituras, escudríñelas, ¿no quiere vivir? (Jn 5:39-40). Escuche el clamor de la sabiduría “…Y andad por el camino de la inteligencia”. Apártese de la muerte, y ande en los caminos de la sabiduría (Pr 13:13-16). Apártese de todo lo que lo pueda hacer pecar, deséchelo, evítelo, huya (Mt 5:29-30). Tema al Señor, conózcalo, eso es sabiduría e inteligencia (Pr 9:10). Deseche la sabiduría humana, humíllese ante la Sabiduría de Dios (1 Cor 3:18-23).
Así como hay un clamor de la Sabiduría, también hay un llamado de la insensatez, el llamado de la Ramera. Es el llamado de los falsos maestros, con sus levaduras y herejías. Son elocuentes y diligentes. Ellos nos dicen que sigamos en las simplezas, y desechemos el camino de la inteligencia (Pr 9:13-18). Iglesia, o estamos firmes, apartados de la necedad, las simplezas, y andamos por el camino de la sabiduría y la inteligencia, o caeremos al asecho de la ramera. Sus lazos, llevan a la muerte. Debemos estar alertas, en guardia, con discernimiento (Pr 14:15-16). Huyamos del mal, el pecado, las herejías, los falsos maestros, el consejo malo, los falsos hermanos (Pr 22:3). No nos enredemos nunca en los lazos de la ramera, en sus seducciones, halagos y simplezas. Seamos inteligentes. Ella ha sido capaz de engañar al mundo, incluyendo gobernantes y poderosos, huyamos de allí (Ap 18:3-4). Esa es una casa de insensatez, una casa de muerte.
Vayamos a la Casa de Sabiduría, atendamos al clamor de la Sabiduría. Es el llamado de Cristo. “La sabiduría edificó su casa, Labró sus 7 columnas. Mató sus víctimas, mezcló su vino, Y puso su mesa. Envió sus criadas; Sobre lo más alto de la ciudad clamó. Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dice: Venid, comed mi pan, Y bebed del vino que yo he mezclado. Dejad las simplezas, y vivid, Y andad por el camino de la inteligencia”
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
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