«Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?» (Mateo 16:13).
«Se llama a sí mismo "el Hijo del hombre", pues era verdadera y realmente hombre, “nacido de mujer” (Gál 4:4), y debido a su condición y las debilidades de la naturaleza humana, con las que estaba rodeado. Puede referirse a la primera mención de él, como la “simiente de la mujer” (Gn 3:15), y hace uso de esta expresión, como fue designado el Mesías en el AT (Sal 80:17; Dn 7:13). O también Cristo habla de sí mismo, por su apariencia exterior, y la opinión prevaleciente de los hombres sobre él; que era solo un mero hombre, nacido como otros hombres; un hijo del hombre, y nada más» (John Gill).
1. LA GENTE Y EL HIJO DEL HOMBRE.
“No pregunta: “¿Quién dicen los escribas y fariseos que soy yo?”, quienes tenían prejuicios contra él y decían que era un engañador y estaba en complicidad con Satanás, sino: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?”, la gente común, a la que los fariseos despreciaban. Cristo hizo esta pregunta, no como si no supiera, pues Él conoce los pensamientos de los hombres, y lo que dicen; ni como alguien deseoso de escuchar sus propias alabanzas, sino para que los discípulos se preocuparan por el éxito de su predicación. La gente conversaba más familiarmente con los discípulos que con su Maestro, y por tanto, de ellos podía saber mejor lo que decían. Cristo no había dicho claramente quién era, sino que dejó que la gente lo infiriera a partir de sus obras (Jn 10:24-25). Ahora él quería saber qué inferencias sacaba la gente de ellas y de los milagros que sus apóstoles hacían en su nombre” (Matthew Henry).
Algunos decían que Cristo era el Hijo de David (12:23), o el Profeta que había de venir (Jn 6:14). Pero los discípulos, no mencionan ese tipo de opiniones, sino las que estaban erradas, lejos de la verdad.
“Unos, Juan el Bautista". Herodes lo dijo (14:2), y quienes lo rodeaban dirían lo mismo. Esta idea podría verse reforzada por una opinión que tenían de que quienes morían como mártires resucitarían antes que los demás. “Otros, Elías”, por la profecía de Malaquías, que “enviaría el profeta Elías, antes que viniera el día de Jehová (4:5). “Otros, Jeremías”, pues Dios lo había puesto sobre reinos y naciones (Jer 1:10), lo cual concuerda con lo que se dice del Mesías. “O alguno de los profetas”, pues en lugar de admitir que Jesús, un judío, de su nación, fuera una persona tan extraordinaria como sus obras lo demostraban, preferían decir: "No fue él, sino uno de los antiguos profetas”.
Todas eran opiniones diferentes, aunque también opiniones honorables, mostrando que le tenían cierto respeto; y también suponían que debía ser un resucitado de los muertos; pero al fin y al cabo, todas opiniones falsas, fundadas en errores, pues no lo aceptaban como el Mesías, sino que preferían concederle cualquier otra cosa.
2. EL HIJO DEL HOMBRE.
“La auto designación “Hijo del hombre” enfatizaba el hecho que el portador de este título no era el Mesías nacionalista de la esperanza judía, sino “el Salvador del mundo” (Jn 4:42; 1 Ti 4:10)… Él es el varón de dolores, pero este mismo camino de sufrimiento conduce a la corona, a la gloria. Además, esta gloria se revela no sólo escatológicamente, cuando viene en las nubes, sino que es como si extendiera hacia el pasado a través de toda su vida en la tierra y a través de todo acto redentor. ¡Él es siempre el glorioso Hijo del hombre!” (Hendriksen & Kistemaker).
El Hijo del Hombre fue profetizado en Génesis como la simiente de la mujer que vencería a Satanás (Gn 3:15). El Hijo del Hombre nacería de mujer (Gál 4:4-5). El Hijo del Hombre sería el segundo Adán, Aquel Hombre que no fallaría (Ro 5:15). El Hijo del Hombre sería varón de dolores (Is 53:3). Y Dios se hizo hombre en el Hijo del Hombre (Jn 1:14). Y aunque era Dios, vino en la condición de hombre (Fil 2:6-7). El Hijo del Hombre no tenía donde recostar la cabeza (Lc 9:57-58). Pero la mano del Padre estaría sobre el Hijo del Hombre (Sal 80:17). El cielo se abrió para el Hijo del Hombre (Jn 1:51). El Hijo del Hombre vino a sembrar la semilla del evangelio (Mt 13:37). El Hijo del Hombre vino a salvar las almas de los hombres (Lc 9:56). El Hijo del Hombre tiene la potestad de perdonar pecados (Mt 9:6).
El Hijo del Hombre debía padecer y resucitar (Mc 8:31; Lc 9:22). El Hijo del Hombre murió como hombre (Fil 2:8). La gente no entendía que el Hijo del Hombre debía resucitar (Jn 12:34). El Hijo del Hombre debía ser entregado a los gentiles y resucitar (Mt 20:18-19). El Hijo del Hombre debía estar 3 días y 3 noches bajo tierra y resucitar (Mt 12:40). El Hijo del Hombre debía ser levantado como la serpiente en el desierto (Jn 3:14). El Hijo del Hombre se levantó de los muertos y se sentó a la Diestra del Padre (Hc 7:55-56). El Hijo del Hombre es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Ti 2:5). El Hijo del Hombre murió como hombre (Fil 2:8). El Hijo del Hombre resucitó con Poder, y será señal para esa generación que lo mató (Lc 11:30).
Juan vió en visión al Hijo del Hombre resucitado (Ap 1:12-13). Al Hijo del Hombre se le entregó todo el dominio de los reinos (Dn 7:13-14). El Hijo del Hombre se le dio la autoridad para hacer el Juicio (Jn 5:26-27). El Hijo del Hombre vendrá en Gloria a juzgar al mundo (Mt 25:31-32). El mundo que lo rechazó, lamentará la venida del Hijo del Hombre (Mt 24:30). Es posible que estemos cerca de la venida del Hijo del Hombre, ánimo (Lc 21:25-28).
3. EL HIJO DEL HOMBRE Y NOSOTROS
“No es que él ignorase lo que pasaba entre la gente y los diferentes opiniones que tenían de él, sino que quería escuchar el relato de sus discípulos; y su intención al hacerles esta pregunta era dar paso a otra, a fin de llevarlos a una confesión espontánea de su fe en él” (John Gill).
CRISTO PREGUNTA A SUS DISCIPULOS. “¿quién decís que soy yo?”. Los discípulos, por su intimidad con Cristo, habían sido mejor instruidos en el conocimiento de Él. Ellos fueron entrenados para enseñar a otros, era indispensable que entendieran muy bien la verdad. Muchos se nos ha confiado, más se nos demandará (Lc 12:48). Debemos estar siempre preparados para dar razón de la Verdad y de Cristo (1 P 3:15). No podemos ser como Nicodemo, un maestro en el pueblo de Dios, y no saber estas cosas (Jn 3:10). Muchos ya deberían ser maestros, y no lo son (He 5:12).
PEDRO RESPONDE. “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Pedro responde en nombre de todos los demás. Su respuesta es breve, pero completa, veraz y precisa. Esta es una confesión de la fe cristiana dirigida a Cristo. Esta es una confesión del Dios verdadero como el Dios viviente, en oposición a los ídolos muertos. Lo reconoce como “el Cristo”, el Ungido, el gran Profeta, Sacerdote y Rey de la iglesia, el verdadero Mesías prometido a los padres. Lo reconoce como “el Hijo del Dios viviente”, que tiene vida en sí mismo, y da vida a quien quiere, es la “Vida del mundo”. Como con Pedro, esta fe nunca nos dejará apartarnos de Cristo (Jn 6:67-69).
NOSOTROS Y EL HIJO DEL HOMBRE. Dios nos visitó por medio del Hijo del Hombre (He 2:6-8). Cristo participó de nuestra condición humana, para poder librarnos (He 2:14-15). Cristo vino a socorrernos como hombres (He 2:16). El Hijo del Hombre vino a buscar y salvar a su pueblo (Lc 19:9-10). El Hijo del hombre vino a servir dar la vida por su pueblo (Mc 10:45). Muchos de nosotros en el pasado despreciamos al Hijo del Hombre, incluso blasfemamos de Él, pero pudimos hallar perdón en su sangre (Mt 12:32). Cristo fue en todo semejante a nosotros, para ser nuestro Sumo Sacerdote (He 2:17). Cristo fue Hombre como nosotros, se compadece de nuestra condición, pero nos ayuda a apartarnos del pecado (He 4:15-16). Tengamos el mismo sentir de Cristo, despojémonos del Yo (Fil 2:5-8). Sigamos su ejemplo de santidad, sus pisadas, Él llevó nuestros pecados en su cuerpo humano, vivamos en justicia (1 P 2:24). El Hijo del Hombre es Señor del Dia de Reposo, cuánto más debería ser Señor de nosotros (Lc 6:5). El Hijo del Hombre no defenderá en el juicio a los que se avergüencen de Él (Mc 8:38). El Hijo del Hombre fue humillado en la tierra, pero Dios lo exaltó, y volverá a juzgar a cada hombre, y todos sin excepción, se arrodillarán ante Él (Fil 2:9-11).
Su opinión sobre Cristo, puede no ser la de desprecio abierto. Usted puede verlo como un gran ejemplo para la humanidad, un hombre de virtudes extraordinarias, puede incluso citar algunas de sus palabras o ser parte de la iglesia visible. Pero si usted no se ha entregado a Él, si no se ha sometido a su voluntad, Él mismo será su juez y verdugo. Dios lo juzgará a usted por medio del Hijo del Hombre, debe arrepentirse de sus pecados (Hc 17:30-31).
Rindámonos ante el Hijo del Hombre. “Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo 13 de Octubre de 2024: ¡EL HIJO DEL HOMBRE!
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