«Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios» (2 Tesalonicenses 2:3-4).
Las posturas futuristas ven al hombre de pecado como una figura desconocida por revelarse al final de los tiempos. El Preterismo lo ve en el año 70 d.C., con Nerón. El historicismo, creído unánimemente antes, durante y después de la Reforma, nos muestra que el hombre de pecado se manifestó con el Papado en el siglo IV, y seguirá hasta la segunda venida de Cristo, cuando sea destruido; y así quedó plasmado en sus escritos y confesiones históricas. Esto creemos nosotros.
Al respecto, Matthew Henry, historicista, comenta:
“se da una razón del por qué ellos no debían esperar la venida de Cristo como inmediata. Primero tendría que haber una gran caída, la que ocasionará el levantamiento del anticristo, el hombre de pecado. Ha habido grandes debates sobre quién o qué se entiende por este hombre de pecado, el hijo de perdición… Algo estorba o retiene al hombre de pecado. Se suponía que fuera el poder del imperio romano, al que el apóstol no menciona claramente en esa época. La corrupción de la doctrina y la adoración entraron por grados, y la usurpación del poder fue gradual; así prevaleció el misterio de la iniquidad… Estas profecías han llegado a cumplirse, en gran medida, y confirman la verdad de las Escrituras. Este pasaje concuerda exactamente con el sistema del papado que prevalece en la iglesia romana, y bajo los papas romanos”.
1. Su manifestación.
Cristo no volvería aún, debía venir primero la gran apostasía a la cristiandad y manifestarse el hombre de pecado. Para ello, debía ser quitado de en medio lo que detenía esa manifestación del mal. La apostasía papal trajo la apostasía general de la fe, manifestó al hombre de pecado.
Pero ¿qué lo detenía? Había un obstáculo que impedía su manifestación, y cuando fuera quitado de en medio, entonces se manifestaría aquel inicuo (V5-8). El dispensacionalismo cree que el obstáculo es el Espíritu Santo, y que cuando ocurra el Rapto de la Iglesia, antes de la tribulación, éste será quitado y se manifestará el anticristo. ¡Un engaño más!… El espíritu Santo es omnipresente, y jamás será quitado de la tierra. Cristo estará con nosotros por medio de Él hasta que termine este mundo (Mt 28:20). Pablo no dijo por carta cuál era la identidad de ese obstáculo, pero, todos los cristianos de esa época sabían muy bien lo que impedía la manifestación del hombre de pecado. “ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste”.
Tenemos que ir a otros textos cristianos para saber este obstáculo. La enseñanza de todos los padres de la iglesia de los 4 primeros siglos es que dicho obstáculo era el gobierno imperial de Roma. Si Pablo hubiera escrito que el imperio romano debía ser quitado de en medio, esa carta podría ser leída por las autoridades romanas, y ser acusado falsamente de conspirar contra el Emperador, y sería ejecutado. Cuando el Imperio Romano de Occidente desapareció en el siglo V, y el último de sus emperadores fue quitado, solo hubo un poder en el mundo que ocupó el lugar de los césares romanos: El poder Papal. El Papa de Roma es el sucesor directo de los antiguos emperadores romanos, él reemplazó en Roma el poder monárquico de los césares, incluso llevando su mismo título pagano: “Pontifex Máximus”. Era el poder religioso y político de los césares lo que impedía que otro poder, ocuparan su lugar en Roma. Mientras el César siguiera gobernando el imperio, el Papa no podría ocupar su lugar, por tanto, el Cesar tenía que ser quitado de en medio.
Cuando Constantino trasladó su sede imperial a Constantinopla, el obispo de Roma tomó el control de Roma, aunque no de toda la cristiandad todavía, ya que ese dominio papal sobre la Iglesia comenzó a ocurrir con la desaparición del César y de la desintegración del Imperio Romano. Entonces el Papa de Roma se vio libre de y ocupó en Roma el lugar que ocupaban los emperadores. Se cumple entonces la profecía de Pablo. El hombre de pecado, el hijo de perdición es el Papado, él se instaló en el templo de Dios, y se hace pasar por Dios (V4).
Cuando Pablo predijo su manifestación no se refería a un solo hombre, sino a una sucesión de hombres (los papas) que se instalarían dentro de la cristiandad (usar el singular para referirse a una colectividad es muy común), pretendiendo ocupar el lugar de Cristo. Esto es preciso lo que significa el título Papal “Vicario de Cristo” (el que ocupa el lugar de Cristo, el sustituto de Cristo). El hombre de pecado es el Papado.
2. El hombre de pecado.
El hombre de pecado se levanta contra Dios, pretende sentarse en el trono de la iglesia y hacerse como Dios.
Está contra Cristo, “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto”. El cuerno pequeño habla palabras contra el Altísimo, a los santos del altísimo quebranta, cambió los tiempos y la Ley (Dn 7:8; 25). El papado pone dioses ajenos delante de Dios, promueve la idolatría, aparta a la gente del Dios verdadero, persigue al pueblo de Dios. Cambió el calendario bíblico lunar, e introdujo calendario Gregoriano solar, con el Papá Gregorio XIII, en 1582. Quitó el segundo mandamiento que habla contra la idolatría, agregó a al cuarto el “santificar las fiestas“, y dividió el décimo en dos. Se engrandece sobre todo dios, prospera, no hace caso del Dios verdadero, tampoco del amor de las mujeres (Dn 11:36-37). Es independiente, no está sujeto a ninguna autoridad; reyes y lideres mundiales le rinden honores, lo consultan, es la máxima autoridad religiosa y moral de la tierra, es seguido por millones. Es el caballo blanco que salió para vencer en la tierra (Ap 6:2). Dice seguir al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, pero lo niega con sus doctrinas. Incentiva el celibato, para desligarse de toda responsabilidad marital humana, está “casado con la iglesia”. Habla grandes blasfemias contra Dios, de su nombre, tabernáculo y de los que moran en el cielo (Ap 13:5-8). Tiene títulos divinos (Santo Padre, Cabeza-iglesia, Vicario-Cristo); es declarado infalible, pastor de la iglesia universal, sentado en la silla de Pedro. Persigue a la verdadera iglesia, y tiene una falsa llena de inconversos. Ha declarado herejes a muchos que hoy están en el cielo; “canoniza” santos, e incentiva la adoración idolátrica a los ángeles.
Pero, lo más blasfemo, es que se hace como Dios. “Se sienta en el Templo de Dios como Dios”. No se refiere a sentarse en el templo de Jerusalén (destruido, nunca más reconstruido). Cuando Pablo hablaba del templo de Dios siempre se refería al conjunto de cristianos (1 Cor 3:16-17, 2 Cor 6:16). Lo que Pablo dijo es que ese hombre se instalaría en la iglesia, como líder supremo, ocupando el lugar de Cristo. Esta profecía se cumple al pie de la letra en el Papado, el cual dice ser el representante de Dios en la tierra, y vicario del Cristo. La misma blasfemia se sigue expresando. “Haciéndose pasar por Dios”.
Durante más de 11 siglos el Papado fue identificado como el Hombre de pecado, el Anticristo. Durante la Reforma, se hizo evidente que la Bestia, el anticristo y la apóstata Babilonia de los Misterios de los libros de Daniel y Apocalipsis, ya estaba en escena, y lo había sido durante más de mil años! Pre-reformadores, reformadores y puritanos, identificaron al Papado romano como el reino del Anticristo. Si todos ellos llegaron a esta conclusión, y quedó plasmado en sus principales libros, escritos y confesiones históricas, ¿se habrán equivocado? ¿el Espíritu Santo habrá errado al darle luz unánime a la iglesia durante tantos siglos? ¿Será que la iglesia de hoy, la más tibia y cobarde de todos los tiempos, con todos sus nuevos teólogos, tendrá razón? ¿Cuándo el protestantismo abandono esta verdad unánime? ¿por qué se dejó la interpretación Historicista, y se adoptó el futurismo o el Preterismo, los cuales quitan el ojo del Papado?
Roma ha trabajado por siglos para desviar la atención. Muchos libros, seminarios y sitios web, hoy en día tienen mucho que decir sobre el anticristo y la ramera, y en ellos, no encontrará una sola referencia a Roma, el catolicismo o el Papado. El ecumenismo y los papistas han tenido éxito encubriendo al Papado.
3. Su destrucción.
El hombre de pecado hoy ha recuperado el poder perdido de los últimos siglos, su herida mortal causada ha sido sanada (Ap 13:3-4), y como dijo John Gill: “se curará por completo antes de su destrucción”. Traerá de vuelta a muchos del falso protestantismo a sus pies, como también lo dijo en su comentario sobre Apocalipsis 11: “La mayor parte de las iglesias reformadas caerán ante el papado, y sus países volverán a caer en manos del papa”.
El Concilio Vaticano II incentivó el ecumenismo, y acercó a las demás religiones, incluyendo el protestantismo. Desde la posesión de Bergoglio en 2013, el mundo se alineó más a la agenda globalista. Sus encíclicas y comunicados (Laudato Si; Frattelli Tutti; Pacto Global Educativo), alinean al mundo a la agenda 2030, incentivan el cambio climático, el ecumenismo, el socialismo, el progresismo, entre otros. El hombre de pecado es tan perverso, que aún traiciona a la Ramera, a su iglesia (Ap 13:16). Pero será destruido con el resplandor de la Venida de nuestro Salvador (V8-12). Cristo es la Cabeza de la iglesia, y no permite que nadie usurpe su Trono. Por tanto, este maldito será destruido; así lo plasmaron nuestros hermanos Bautistas y presbiterianos en sus confesiones.
No existe el tal “Trono de San Pedro”, el único trono es el de Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores (Ap 19:16). El mismo Pedro dijo que todos, incluido él, somos piedras vivas, y que la Roca sobre la que se fundamenta nuestra fe y la iglesia, es solo Cristo (1 P 2:1-15; Col 1:18; Ef 4:15; 1 Cor 3:11). No el blasfemo Papa de Roma, no el monstruo de iniquidad papal. Su trono es el trono que le ha dado Satanás (todo esto te daré si postrado me adorares); la silla donde se sienta es la misma de los malvados emperadores romanos; y será derribado por Cristo al volver.
El busca la adoración y que todos se rindan a sus pies, pero esto es solo para Cristo. A este perverso, lo exalta Satanás y su reino, a Cristo lo exaltó el Padre, incluso ese maldito hombre de pecado se rendirá ante el Cordero (Fil 2:9-12). Cristo volverá, el Verbo de Dios con sus ojos como llama de fuego, con sus ejércitos celestiales, el Rey de reyes y Señor de señores apresará al hombre de pecado, y lo lanzará vivo al lago de fuego y azufre (Ap 19:20). El Cordero lo vencerá, a éste y a todos los reyes que se le rindieron, su destino es la perdición (Ap 17:11-14).
El hombre de pecado ya fue manifestado, su apostasía y herejías han embriagado al mundo. ¡Cuidado, no se deje engañar! “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (19 de Septiembre de 2021): «¡EL HOMBRE DE PECADO!».
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