«El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él» (Juan 6:56).
“La carne y la sangre de Cristo no designan esas partes (físicas) de su cuerpo; tampoco su cuerpo (físico). Hace referencia a su naturaleza humana (Cuerpo, alma. Carne, sangre). Derramó su sangre para la remisión del pecado, y ofreció su cuerpo y alma en sacrificio. El comer de estos no debe entenderse como un comer corporal de ellos, como lo entendían los capernáitas; y desde entonces los papistas, que afirman que el pan y el vino en la Cena del Señor se transubstancian en el cuerpo y sangre de Cristo, y así se lo comen. No debe entenderse de comer y beber en la Cena del Señor, que hasta ahora, no estaba instituida; y muchos, sin participar de ella aún, ya tenían vida espiritual, y disfrutarían la vida eterna... Además, tener vida espiritual en el alma, es previamente necesario para comer correctamente la Cena del Señor. Estas palabras entendidas así, una vez introdujeron a los infantes a la Cena del Señor; y como mala interpretación de Jn 3:5, trajo consigo su bautismo” (John Gill).
1. EL PAN DE VIDA.
Cristo viene hablando de sí mismo como el Pan de Vida que descendió del cielo, aludiendo al maná enviado por Dios en el desierto a los israelitas (V31-49). Antes, había mencionado la fe como la obra de Dios (V29). Ahora, en los V51-58, va a profundizar más en que este Pan, es Él mismo, es decir, su carne, y que creer en Él, es comer de ella, lo cual es indispensable, junto con beber su sangre, para hallar la Vida Eterna. Cristo nos da ese alimento (V51). Cristo es ese alimento (V55). Debemos alimentarnos de Cristo, comer su carne y beber su sangre (V53; V54, 56, V57). Esto claramente es una Parábola; la cual es clara para algunos, oscura para otros (Mc 4:11-12). Por eso, los judíos incrédulos, contendieron con esto, pues no entendieron lo que decía (V52).
Hendriksen & Kistemaker comenta: «A los judíos les resultaba muy repulsivo el beber sangre (Gn 9:4; Lv 3:17; 17:10-14)… si hubieran conocido a fondo las Escrituras, habrían reconocido el simbolismo que Jesús usó… Es evidente, que cuando Jesús habla de comer su carne y beber su sangre, no puede referirse a ningún comer y beber físico. Debe querer decir: “El que acepta, se apropia y asimila mi sacrificio vicario como el único fundamento de su salvación, permanece en mí y yo en él”. Así como se ofrecen y aceptan comida y bebida, así también el sacrificio de Cristo es ofrecido a los creyentes y aceptados por ellos. Así como el cuerpo los asimila, también el alma asimila este sacrificio. Así como aquellos nutren y sostienen la vida física, también éste nutre y sostiene la vida espiritual».
2. COMER SU CARNE Y BEBER SU SANGRE.
“Comer la carne y beber la sangre de Cristo es creer que Cristo ha venido en carne, y es verdadera y realmente hombre; que su carne es dada para la vida de su pueblo y su sangre es derramada por sus pecados; y esto con alguna visión y aplicación, es participar y disfrutar de las diversas bendiciones de la gracia obtenida por él (redención, perdón, paz, justificación), y una alimentación de él acompañada de crecimiento en la gracia y el conocimiento de él, y que debe repetirse diariamente, como lo es nuestro alimento corporal, de otra manera las personas no tienen vida en ellas (V53)” (John Gill).
MALINTERPRETADO POR MUCHOS. “1. Malinterpretado por los judíos carnales. (V52): “contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne?”. Cristo habló de dar su carne por nosotros, sufrir y morir (V51); pero ellos entendieron que la daba para que la comiéramos, lo que dio ocasión a Cristo para decirles que, aunque lo que dijo tenía otra intención, comer su carne no era tan absurdo (si se entiende correctamente)… 2. Malinterpretado miserablemente por la Iglesia de Roma para apoyar su monstruosa doctrina de la transubstanciación. Contradice nuestros sentidos, la naturaleza de un sacramento y derriba toda evidencia convincente. Ellos (como los judíos), lo entienden como una ingestión corporal y carnal del cuerpo de Cristo (como Nicodemo. 3:4. Nuevo Nacimiento). La Cena del Señor aún no había sido instituida, por tanto no podía referirse a ella; es una ingestión y bebida espiritual de lo que se habla aquí, no de una sacramental… 3. Malinterpretado por muchas personas carnales ignorantes. Infieren que, si toman el sacramento antes de morir” (Matthew Henry).
También sus discípulos malinterpretaron lo que decía, pues le atribuían la interpretación literal más estricta, y se estremecieron ante la idea de tener que comer su carne y beber su sangre (Jn 60:60-62).
LO QUE ES COMER SU CARNE Y BEBER SU SANGRE. “Estos pasajes son claramente un “Mashal” (parábola, proverbio, refrán, enigma). Dichos velados como éste requieren siempre una interpretación espiritual (2:19-20: “Destruid este templo, y en 3 días lo levantaré”)… Si se interpretan en sentido literal, la conclusión lógica sería que Jesús abogaba por el canibalismo (absurdo)… Los que comen su carne y beben su sangre permanecen en él y él en ellos (V56); esto no puede ser literal. Se debe dar una interpretación metafórica (unión íntima, espiritual, con Cristo). El resultado de comer y beber, es vida eterna (V54). También (la vida eterna) es espiritual. Si el resultado es espiritual, es razonable que la causa sea espiritual” (Parafraseado Hendriksen & Kistemaker).
Cristo aclara que la aplicación era espiritual (V63). Sigue aclarando que comer su carne y beber su sangre, tiene que ver con la fe y entrega a Él (V64-65). Por eso muchos de ellos, lo abandonaron definitivamente (V66). Es un acto de apropiación y comunión personal con Cristo. Comer su carne es ir a Él, y beber su sangre es creer en Él (V35). Creer en Cristo, es igual a comer su carne y beber su sangre (V40 vs V54). Pedro si entendió y creyó lo que Cristo decía (V68-69).
Matthew Henry comenta: “No significa ni más ni menos que creer en Cristo. Así como participamos de la carne y la bebida al comer y beber, participamos de Cristo y sus beneficios por la fe. Así como el comer y beber produce en nuestros cuerpos, así debe hacer Cristo en nosotros. Debe producir Apetito, nutrición, deleite, placer, fuerza, crecimiento y vigor.
3. PERMANECEMOS CON ÉL
“Hay una morada mutua de Cristo y los creyentes… los elegidos de Dios, en su estado natural, están sin Cristo, expuestos a la ley y la justicia de Dios; pero el Espíritu de Dios los convence de ese estado, y los dirige a huir a Cristo, como ciudad de refugio; donde lo encuentran como su fortaleza, lugar de defensa y morada segura, donde deciden permanecer; y habitan seguros, pacíficos, cómodos y placenteros; y de cuya morada nunca serán expulsados. De la misma manera, los santos son la habitación o morada de Cristo. Habita en sus corazones, por su Espíritu y por la fe; lo cual se expresa aquí al comer su carne y beber su sangre; y lo cual, aunque no es la causa de la morada de Cristo, es el medio por el cual los hombres lo reciben en sus corazones, lo retienen y tienen comunión con él… y continuará para siempre” (John Gill).
COMUNIÓN CON ÉL. Permanecemos con y en él. “en mí permanece, y yo en él”. Seremos uno con Cristo. Por la fe tenemos una unión estrecha e íntima con Cristo. Cristo vino para estar en comunión con nosotros (Mt 1:23). Cristo está en su pueblo (Jn 17:23). Cristo está en los que tienen el Espíritu Santo (1 Jn 4:13). El Señor está en los que guardan su Palabra (1 Jn 2:5). Él permanece en los que guardan sus mandamientos (1 Jn 3:24a). El Espíritu Santo nos muestra si Cristo está en nosotros (1 Jn 3:24b). En la Cena del Señor hacemos visible esta comunión (1 Co 10:16-17). En la Cena del Señor celebramos que Cristo entregó su carne (cuerpo), y derramó su sangre por nuestros pecados (1 Co 11:26). Si estamos en tibieza, seamos celosos y arrepintámonos, y Él volverá a cenar con nosotros (Ap 3:19-20). Separados de Cristo, nada podemos hacer (Jn 15:5). Nada ni nadie nos podrá separar de Cristo (Ro 8:35). Cristo estará con nosotros hasta el final (Mt 28:20). Estaremos con Cristo para siempre (1 Ts 4:16-17). Él morará con nosotros eternamente (Ap 21:3). No podemos tener comunión con la mesa de los demonios (1 Co 10:20-22). No podemos tener comunión con las tinieblas (2 Co 6:14-16).
VIDA ETERNA: Viviremos eternamente, por Él, como nuestros cuerpos viven por nuestro alimento. En Cristo estaba la Vida (Jn 1:4). Él es la Vida (Jn 14:6). El vino a darnos Vida Eterna (Jn 3:16). Él es la resurrección y la Vida (Jn 11:25-26). El que en Él cree tiene la Vida Eterna (Jn 3:36). Pero si usted no cree en Él, si no come su carne ni bebe su sangre, no tendrá esta Vida (V53). Si rehúsa creer en Cristo, la muerte eterna están sobre usted (Jn 3:36). Si no tenemos deseos hacia Cristo, ni nos deleitamos en Él, no tenemos vida espiritual. No podemos tener vida espiritual, a menos que venga de Cristo por la fe. No rechace la vida como hicieron muchos judíos (Jn 5:40). Escudriñe las Escrituras, y hallará la vida, a Cristo (Jn 5:39). Cristo es nuestra Vida (Col 3:3-4).
Creamos en Cristo, comamos del Pan que descendió del cielo, alimentémonos de Él. “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo 29 de Septiembre de 2024: ¡EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE!
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