En la época antigua, los romanos y los griegos acostumbraban a coronar con rosas todas las estatuas de sus dioses como ofrenda, de ahí viene la palabra rosario que significa “corona de rosas”.
El rosario es un rezo tradicional católico, en el cual ellos dicen conmemorar veinte misterios de la vida de Jesucristo y de la virgen María, recitando después de anunciar cada uno de ellos, un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria al Padre.
Sin embargo, es importante destacar, que no hay evidencia bíblica, ni histórica de la práctica de este rezo en la iglesia de los primeros siglos. Después del año 400 algunos empezaron a rezar la primera parte del ave María, pero fue hasta el siglo XIII que un sacerdote llamado Domingo, según una visión que dice que tuvo, dónde supuestamente "María" le dijo que debían rezar el rosario, pues éste era "un arma poderosa contra los enemigos de la fe". Posteriormente, en la Bula Monet Apostolus en el año 1573, con Gregorio XII, se estableció el culto del Rosario. Sin embargo, esta tradición de hombres. antibíblica, se volvió más popular desde la supuesta aparición en Fátima a principios del siglo XX. Cabe resaltar también, que la segunda parte del ave María, que no se encuentra en la Biblia, apareció hasta el año 1495. Además de esto, el catolicismo observa catorce fiestas que están dedicadas a María en todo el mundo; se la recuerda todos los sábados y se le dedica todo el mes de Mayo, sin contar con las innumerables fiestas patronales en muchos lugares del mundo.
Por otro lado, no se puede desconocer la notoria similitud de la práctica del rosario, con la mala o yapa mala, que consta de una especie de cadena de esferas, usualmente de madera, usada para recitar o rezar mantras o largas oraciones repetitivas en nombre de sus dioses. Este objeto no solo es usado por los católicos sino también por el budismo, el hinduismo y el sijismo. Los musulmanes también lo utilizan para sus oraciones y lo llaman tasbih, masbaha o misbaha.
Si repasamos la historia bíblica podemos ver que el Señor prohíbe hacer imágenes y rendir culto a hombres. Todas las culturas, de una u otra manera, rendían culto a una diosa madre. En Jeremías 7 y 44 podemos ver lo abominable que es para el Señor la adoración o veneración de la “reina del cielo”. En toda la Escritura vemos la prohibición de Dios a levantar estatuas a dicha diosa, llamada Astarté, Asera o Astarot (Éxodo 34:13; Deuteronomio 7:5, 12:3, Jueces 2:13), Artemisa o Diana de los Efesios (Hechos 19:23-29).
Y con respecto a las “apariciones” de María, la Biblia nos dice en Gálatas 1:8: “si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema (maldito)”. También nos dice en Deuteronomio 13:1-3 que si “se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: VAMOS EN POS DE DIOSES AJENOS, que no conociste, y sirvámosles; NO DARÁS oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma”. Podemos discernir que dichas apariciones contradicen las enseñanzas de la Biblia, pues nos llevan a otro evangelio, a dar gloria a los hombres y a adorar a otros dioses, lo cual es idolatría y “doctrinas de demonios”, las cuales no debemos atender, pues son señales de apostasía (1 Timoteo 4:1).
María en realidad fue una mujer piadosa, escogida por Dios para ser la madre de Cristo; pero eso no la hace superior o con atributos divinos. Al igual que el resto de los personajes bíblicos, fue pecadora salvada por gracia (Lucas 1:46-48). Ella no fue inmaculada, solo Cristo fue inmaculado, porque solo Dios es sin pecado. La Biblia no enseña que María ascendió al cielo, ni mucho menos que fue “coronada como reina del cielo y señora de todo lo creado", como dice el quinto misterio del rosario católico; pues precisamente, el Señor niega que haya una reina en el cielo, y condenó al pueblo de Israel el venerar o rendir culto a la falsa la reina del cielo (Jeremías 7 y 44), la misma a la que hoy le llaman “María”. Todo esto es idolatría, y la Biblia dice que los idólatras “no heredarán el reino de los cielos” (1 Corintios 6:9); si no que “tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).
Muchos católicos son ingenuamente engañados creyendo que el rosario es bíblico, pero la realidad es que la única oración del rosario que aparece en la Biblia es el Padre Nuestro; que por cierto, no es un rezo tipo “mantra” que se debe hacer como una vana repetición sin sentido, sino más bien un modelo de oración dejado por Cristo a su pueblo. Cuando los discípulos le piden a Cristo que les enseñe a orar, Él nunca dice que le oren a su madre. Su respuesta es enseñarles cómo orar al Padre (Lucas 11:2-4). Jesús claramente nos enseña que nuestras oraciones sólo van dirigidas al Padre, no a ningún “santo”, ni muerto, ni ángel, ni a María. Jesús nos dice que todo lo que pidiereis al Padre en Su nombre, lo hará, para que el Padre sea glorificado en el Hijo (Juan 14:13). Y nos advierte que para orar no usemos vanas repeticiones como hacen los paganos o gentiles (Mateo 6:7).
También es importante señalar, que la primera parte del Ave María, no es una oración, es un saludo del ángel. De hecho en los versículos posteriores ella misma afirma no tener mérito alguno, y ser necesitada de un Salvador, pues ella misma era pecadora: "Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1:47).
Ninguna persona que haya muerto, por mas piadosa que haya sido, puede interceder por nosotros, la Palabra de Dios no nos muestra por ningún lado que María “ruega por los pecadores”, pues el único mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo (1 Timoteo 2:5), y que si alguno ha pecado, abogado justo tiene ante el Padre, y éste es, únicamente nuestro Señor Jesucristo (1 Juan 2:1). Si alguien pudiera escuchar las oraciones de todas las personas en todo el mundo al mismo tiempo, y concederlas, sería omnipresente, omnisciente y omnipotente, y estos atributos y facultades, solo pertenecen al Todopoderoso Dios.
Debes entender que el rosario no es una práctica ni cristiana, ni bíblica, ni histórica, sino por el contrario una práctica papal, pagana, ecuménica, sincretista e idolátrica.
El mismo Señor Jesucristo reprendió a una mujer que entre la multitud levantó la voz y le dijo: “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Jesús le respondió: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:27-28). En otro pasaje, también nos aclara que Su verdadera familia, su madre y sus hermanos, son los que hacen la voluntad de Dios, es decir, los que oyen Su Palabra y la hacen (Lucas 12:46-50; Mateo 12:50; Marcos 3:31-35).
La Biblia dice que el único bueno es Dios, que no hay nadie bueno, ni justo, que no hay nadie que busque a Dios (Romanos 3:10-11), que por cuanto todos pecaron están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), y esto también incluye a María. No hay nadie en el mundo, aparte de Cristo, que haya nacido y vivido sin pecado, no hay nadie justo, ni perfecto, sino solo Dios. Si nos evaluamos con respecto a los diez mandamientos, todos hemos mentido, robado, blasfemado, adulterado, fornicado, codiciado, y muchos más pecados que nos hacen merecedores del infierno eterno. Y no hay oración o rezo a María que valga, porque ella no escucha, ni ruega por los pecadores. Sólo hay una forma de ser salvos, solo hay una oportunidad para ser librados de nuestros pecados y del juicio venidero. La justicia de Dios es Santa y perfecta y no puede permitir que nada inmundo entre al cielo, a ningún pecador no arrepentido, pues la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23) y merece la condenación eterna.
Pero Dios por amor al mundo, envió a su Hijo Jesucristo a pagar la sentencia que merecíamos por nuestros delitos y pecados, Cristo fue molido por nuestras rebeliones, sobre Él recayó el castigo, el precio de nuestra paz (Isaías 53:5). Cristo voluntariamente se ofreció como el cordero sin mancha, derramó en la Cruz hasta la última gota de sangre, se sacrificó para limpiar, borrar y perdonar todos nuestros pecados, darnos vida eterna y salvación. Su sangre derramada en la Cruz nos limpia para poder entrar al cielo. Por eso hoy llama a todos los hombres a que se arrepientan y pongan su confianza en Él como único y suficiente salvador (Hechos 17:30-31).
Amigo católico, temo decirte que has sido engañado, estás poniendo tu fe en una mentira y si rezas el rosario a María, o pides a los santos, o a los ángeles, la Biblia dice que en realidad estás rindiendo culto a los demonios (1 Corintios 10:20-21; Colosenses 2:18; Apocalipsis 9:20). Recuerda: ¡María no puede escucharte! El día de hoy te invitamos a dejar tus ídolos mudos y volverte al Señor con arrepentimiento y fe, solo en Cristo hay Salvación, solo Cristo es el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por Él (Juan 14:6). Confiamos que el Señor abra tus ojos así como como lo ha hecho con muchos de nosotros: “Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:9-10).
Hermano protestante, no puedes ver ésto como una diferencia menor entre católicos romanos y cristianos protestantes. Roma predica otro evangelio, otro Cristo, otro espíritu, otra fe. Los católicos romanos necesitan arrepentirse de sus pecados, necesitan arrepentirse de su idolatría, creer al verdadero Evangelio, y dejar sus ídolos y rezos a otros dioses.
No seas parte del movimiento ecuménico, sé celoso y predica la verdad de Cristo y las Escrituras, no seas laxo con sus falsas y abominables doctrinas, no te unas con ellos en sus movimientos globales, por causas morales y sociales. ¡No te unas en yugo desigual con los idólatras! “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” (2 Corintios 6:14-16).
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
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