“al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto” (Hechos 7:39).
Encontramos aquí un paralelo entre Moisés rechazado por Israel en el desierto, y Jesús rechazado por los judíos. Los israelitas en el desierto murmuraron contra Moisés, no quisieron obedecerlo a él, lo rechazaron, asimismo con el Señor, que lo había enviado. “y en sus corazones se volvieron a Egipto”. Desearon volver allí, codiciaron el pescado, los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y llegaron tan lejos como para buscar un capitán que los condujera allí de nuevo.
1. DESECHARON A MOISÉS.
Israel desechó a Moisés, a quien Dios había puesto como su libertador de la tierra de Egipto. Se rebelaron por tanto contra el Señor, quién lo había enviado en su nombre. Moisés es tipo de Cristo
Dios envió a Moisés como libertador (V20-25, 30-34). Clamemos por nuestra liberación de la esclavitud del pecado, de su yugo, del yugo del mundo y la Bestia. Israel se rebeló contra Moisés en el desierto. Esteban recuerda el rechazo de Israel a Moisés (V27-28, 35-41). Muchos se rebelan contra la autoridad pastoral, contra los siervos fieles, no atienden sus consejos, mandatos, murmuran, generan división, todo para justificar sus pecados, su amor al mundo, y encuentran excusas pata volver al mundo. Los israelitas rebeldes envidiaron a Moisés (Sal 106:16). Lo irritaron en Meriba (Sal 106:32-33).
Se rebelaron en el desierto contra Moisés, el libertador enviado por Dios, se rebelaron por tanto contra el Señor. Esteban reprocha la idolatría de Israel (V42-43). Pidieron a Aaron que les hiciera un becerro de oro (Éx 32:1). Se rebelaron contra Dios, no dejaron los ídolos de Egipto (Ez 20:8). Desecharon sus mandatos (Ez 20:13). Se olvidaron de Dios, lo tentaron (Sal 106:13-14). Se olvidaron de todo lo que Dios había hecho por ellos (Sal 106:21-22). No creyeron a sus promesas, murmuraron contra Él, no lo oyeron (Sal 106:24-25). Se mezclaron con los paganos, se prostituyeron (Sal 106:34-39). Rechazaron a Moisés, quien los había liberado de Egipto, rechazaron al Señor quien los había sacado de allá, con gran despliegue de fuerza y poder. ¡En sus corazones se volvieron a Egipto!
2. ¡EN SUS CORAZONES SE VOLVIERON A EGIPTO!
Aunque Dios, con grandes demostraciones de poder, había liberado a Israel del yugo de Faraón en Egipto, aunque les había enviado un libertador como Moisés, su corazón seguía en Egipto, añoraban su vida allá.
CUANDO SALIERON DE EGIPTO, E IBAN CRUZAR EL MAR ROJO. Extrañaron la vida que acaban de dejar (Éx 14:11-12). Los israelitas en Egipto clamaron al Señor por su condición de esclavitud. Dios los escuchó y los sacó del yugo de Faraón con milagros poderosos. Sin embargo, iniciando su peregrinaje, se atemorizaron ante la primera dificultad (el mar rojo y el ejercito de Faraón), se quejaron contra Moisés y Dios, añoraron la seguridad que les daba Faraón, aunque fueran esclavos. ¡No vieron la salvación! ¡En sus corazones se volvieron a Egipto!
CUANDO TUVIERON HAMBRE EN EL DESIERTO. Añoraron la comida de Egipto (Éx 16:2-3). Los israelitas tuvieron hambre, creyeron que iban a morir en el desierto, se acordaron de la comida que les daba Faraón en Egipto. Pensaban en su vientre, también en su carne, tranquilidad y bienestar. ¡No vieron quien podía sustentarlos! ¡En sus corazones se volvieron a Egipto!
CUANDO TUVIERON SED. Desconfiaron de Dios, y desearon la seguridad de Egipto (Éx 17:2-3). Los israelitas caminaban guiados por la columna de nube y de fuego, pero tuvieron sed, y llegaron a un lugar donde no había agua para beber. Tentaron a Dios, dudaron de su providencia, a pesar de haber recibido muchas pruebas de su poder y bondad, lamentaron haber salido de Egipto. ¡No vieron quien podía saciarlos! ¡En sus corazones se volvieron a Egipto!
CUANDO SE CANSARON DEL MANÁ. Desearon la comida de Egipto (Núm 11:4-6). Los israelitas se cansaron del maná, de la comida que Dios les daba (sana, alimenticia). No les costaba dinero, ni cuidados, tenerla, el trabajo de juntarla era poco; fueron muy desagradecidos, prefirieron las baratijas de Egipto, el pescado, los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas, los ajos, que comían allá gratis, como si no les hubiera costado nada (su libertad), cuando lo pagaban bien caro con duros trabajos. ¡No valoraron el Pan de Vida del cielo! ¡En sus corazones se volvieron a Egipto!
CUANDO FUERON A INSPECCIONAR LA TIERRA PROMETIDA. Se atemorizaron y quisieron devolverse a Egipto (Núm 14:2-4). Aunque Caleb y Josué al volver de inspeccionar Canaán, exhortaron al pueblo a entrar y tomar posesión-tierra, los israelitas se atemorizaron con el informe alarmante de los otros 10 espías (gigantes que tragan sus moradores). Dijeron que era mejor volver a Egipto. Se quejaron de nuevo, preferían morir en Egipto sin pena ni gloria, sometidos, subyugados, que morir a espada, pero de pie, con la frente en alto, peleando la batalla. Buscaron lideres conforme a sus malos deseos para que los devolvieran a Egipto. ¡Despreciaron a los siervos de Dios! ¡En sus corazones se volvieron a Egipto!
CUANDO NO VIERON LAS BENDICIONES TERRENALES. Coré y sus amigos se rebelaron contra Moisés y Aaron (Núm 16:13-14). Coré y su séquito culparon a Moisés y Aaron de su situación, se rebelaron contra su autoridad, quisieron desplazarlos. Buscaron pretextos para no continuar su camino. Tenían su corazón en lo terrenal, reclamaron a Moisés y Aaron no haber podido disfrutar la tierra que fluía leche y miel. ¡Se rebelaron contra los siervos de Dios! La tierra se abrió y los consumió. ¡En sus corazones se volvieron a Egipto!
CUANDO VUELVE A FALTAR EL PAN Y EL AGUA. Dios les levanta la serpiente de bronce (Núm 21:5-6). Los israelitas estaban agotados por la larga marcha rodeando la tierra de Edom. Hablan con descontento de lo que Dios había hecho por ellos y desconfían de lo que el Señor haría. Les volvió a faltar el pan y el agua, volvieron más pruebas, no podían descansar. ¡No vieron quien les podía volver a sustentar, no vieron quien podía volver a darles pan y agua! ¡En sus corazones se volvieron a Egipto!
Los israelitas se volvieron en sus corazones a Egipto. Esdras lo resume muy bien, confesó en su tiempo el pecado de Israel (Neh 9:15-18).
3. ¿EN NUESTROS CORAZONES NOS VOLVEREMOS A EGIPTO?
La condición de los fariseos judíos a quienes Esteban hablaba, era igual a la de los Israelitas en el desierto. Sus corazones eran incircuncisos, por eso rechazaron al libertador (V51-53).
Puede que no seamos tal cual los fariseos, pero si estamos divagando entre dos caminos, añorando el mundo, lamentando lo que hemos dejado, a lo que nos hemos negado, las decisiones tomadas, desechando la liberación del mundo, su corazón se está volviendo a Egipto, su corazón y usted terminarán allá. Tendrá mayores juicios (2 P 2:20-21). Judas estuvo hasta el final con Cristo, pero su corazón estaba en el dinero, su corazón estaba en Egipto. Demas abandonó a Pablo por amor al mundo, su corazón se volvió a Egipto. No confiemos en nuestros corazones plenamente, es engañoso (Jer 17:9). El Señor lo probará (Jer 17:10). Guardemos nuestro corazón, de él mana la vida (Pr 4:23). No endurezcamos nuestros corazones, no seamos duros de cerviz como ellos; debemos escuchar, atender, perseverar, seguir, vencer. No volvamos en nuestros corazones a Egipto. Terminaremos allá. Si usted es un incircunciso de corazón, pida un corazón y un espíritu nuevo, para obedecerlo, para que escape de Egipto, y nunca vuelva allá.
Iglesia, ¿en nuestros corazones nos volveremos a Egipto como los israelitas? ¿Miraremos atrás como la mujer de Lot? ¿no escaparemos como ella no pudo hacerlo? (Gn 19:17-26).
Los israelitas se asustaron ante la primera prueba, el mar rojo y el ejército de faraón. Tenemos mucho camino aún por recorrer, estamos apenas empezando, se alzarán más enemigos, nos perseguirán por haber dejado el mundo, sus costumbres, su compañía, por haber salido de la ciudad de la destrucción.
Los israelitas añoraron la comida de Egipto. No añoremos los platos de lentejas del mundo, su falso bienestar y tranquilidad, hay muchas miserias y problemas allí ¿Quiere morir allá? Es mejor el desierto con todas sus dificultades y problemas, el camino angosto, el camino de la Cruz, pero que lleva a la vida, a la Canaán Celestial. Confiemos que Dios dará el maná terrenal, y el celestial. No desconfiamos de Su providencia. El Señor no nos debe nada, no hemos sufrido ni una mínima parte de lo que han sufrido siervos fieles, vivimos relativamente bien. ¿Tenemos pruebas, tribulaciones, luchas, incluso victorias? Si, pero aún no hemos luchado hasta la sangre combatiendo contra el pecado.
Los israelitas tuvieron sed, renegaron, desconfiaron de Dios, desearon la seguridad Egipcia. No seamos desagradecidos, exigentes, no tentemos al Señor. Agradezcamos que nos liberó del yugo de esclavitud, confiemos en Él, bebamos de la Roca.
Israel se cansó del maná, desearon la comida de Egipto. No nos podemos cansar de seguir al Señor, obedecerlo, negarnos, y empezar a pedir la mera provisión terrenal. La provisión de Egipto, todo lo que venga del mundo, nos saturará como se saturaron los israelitas, lleva a la muerte, es a costa de nuestra alma, lo más preciado, de nuestra libertad. Llenémonos del alimento del cielo, del maná, de Cristo. Corramos por lo que a vida eterna permanece, pongamos los ojos en el cielo, alimentémonos de Su Palabra, atendamos sus consejos, creamos a ella, obedezcamos sus mandamientos.
Los israelitas se atemorizaron con el reporte de los 10 espías, y quisieron volver a Egipto. El camino cristiano es peligroso, hay guerras y conflictos (Familia, amigos, falsos creyentes y maestros), podemos perder lo más querido (familiar, trabajo, posesiones), podemos perder incluso nuestras vidas. No temamos el insulto, el rechazo, o la muerte. No seamos cobardes, no busquemos aprobación para volver a Egipto.
Los de Coré se rebelaron contra Moisés y Aaron, por no ver las bendiciones terrenales, y buscaron pretextos para volverse a Egipto. No busquemos pretextos para volver al mundo y no seguir la carrera. Lo más probable es que nunca retornemos. La tierra se puede abrir y consumirnos como a los de Coré.
Volverá a faltar el pan y el agua como les sucedió a Israel. Hay tiempos de refrigerio, sí, pero volverán pruebas, persecuciones. Seguirán conflictos, guerras, la carrera sigue. Solo descansaremos cuando partamos de esta tierra, cuando entremos y poseamos definitivamente la Canaán celestial. Debemos estar preparados mental y espiritualmente para lo que venga. ¡Aferrémonos al Libertador, a Cristo!
No será fácil, seguirán pruebas, tribulaciones, dificultades, persecuciones. ¿Nos quejaremos cuando vengan? ¿Seguiremos mansa y fielmente? ¿Cómo afrontamos hoy las dificultades? ¿lamentamos esta nueva vida? ¿añoramos la vida y tranquilidad pasada? ¿añoramos las migajas de la antigua vida vacía y banal? ¿Murmuramos contra quienes el Señor usó para sacarnos de allá? ¿contra quienes nos llaman a negarnos, ser valientes, y perseverar hasta el fin? Seamos mansos, fieles y valientes para seguir adelante. Vamos juntos, somos su iglesia, su pueblo en este desierto. Caminemos juntos, no añoremos el yugo del mundo, añoremos el yugo de Cristo, que es fácil y ligera su carga.
Ya iniciamos a construir la torre, ya empezamos a correr la carrera, estamos en el peregrinaje por el desierto, ya estamos en batalla, en guerra. Devolvernos tiene consecuencias terribles para nuestra alma, no hay opción. La mujer de Lot miró atrás, a Sodoma, lo que estaba dejando, quedó convertida en estatua de sal.
Los israelitas, se rebelaron a Moisés y al Señor, y en sus corazones se volvieron a Egipto. ¿Haremos como ellos? ¿en nuestros corazones nos volveremos a Egipto? “al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (12 de Febrero de 2023): «¡EN SUS CORAZONES SE VOLVIERON A EGIPTO!».
Comentários