«Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos» (Mateo 16:6)
El Señor advirtió a sus discípulos sobre guardarse de la levadura de los Fariseos y Saduceos. De sus falsas doctrinas. El Gran Pastor, la Cabeza, el Rey de reyes, el Señor, el Capitán, es quien hace la advertencia. Nuestro corazón debería temblar ante Aquel que habla. Sus palabras son sabiduría, son como el oro y la plata. El Señor dirige la advertencia en principio a sus discípulos, a los doce. No hablaba a hombres mundanos, impíos, inconversos, muertos espirituales, sin santificar. Aun los siervos más fieles son falibles, débiles y propensos a errar. Nadie necesita más de esta advertencia que los ministros de Cristo. Si aquellos que están más preparados para identificar los errores necesitan esta advertencia, cuanto más nosotros debemos escuchar las palabras de Cristo, “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”. La falsa doctrina sutil que estos introducen dentro del pueblo visible de Dios
La doctrina de los Fariseos se podría resumir así: adoraban según la tradición, se justificaban a sí mismos y eran formalistas hipócritas. Eran moralistas “ortodoxos”. Agregaban a la Escritura. Atribuían tal peso a las tradiciones humanas que las ponían muchas veces por encima de las Escrituras. Hoy lo vemos con los catecismos, credos, confesiones, el denominacionalismo, el magisterio de la iglesia, la infabilidad papal, entre otros. La escondían muy bien bajo el manto de “ortodoxia”. Así, enseñaban como doctrinas mandamientos de hombres. Se justificaban a sí mismos. Creían que por ser judíos de sangre, del linaje de Abraham, circuncidados, eran justificados y acreditados para ir al cielo, y ser librados de la ira venidera, de la condenación eterna en el infierno. Hoy lo podemos ver con los sacramentos católicos, el bautismo cristiano, la oración de Fe, el hablar en lenguas, la membresía a una iglesia, la denominación, las coberturas, ser de familia cristiana, los estudios, títulos, o el afirmar ciertas doctrinas. Eran formalistas hipócritas. Su énfasis era el externo, no apuntaba al corazón. Decían, pero no hacían. Se valoraban a sí mismos por cumplir ciertos ritos ceremoniales, e incluso las purificaciones del cuerpo. Cumplían con gran pompa lo externo de la religión y todo aquello que permitiera ser vistos por los hombres. Ensanchaban sus filacterias y extendían los flecos de sus mantos. Se enorgullecían de honrar a los santos muertos y de adornar sus memorias y monumentos, pero si los tuvieran presentes los perseguirían y matarían. Eran celosos de ganar prosélitos, pero una vez hecho los hacían dos veces mas hijos del infierno que ellos. Hoy los vemos haciendo un énfasis anti-bíblico en lo externo en cosas como la eclesiología, las oraciones, las vestimentas, los títulos pastorales, la alabanza ritualista muerta, su énfasis intelectual, todo lo externo que no apunta al corazón, al fruto, a la santidad. Cuando les convenía, se podían poner del lado del pueblo de Dios (Hch 23:9). Tenían un gran concepto del poder, el rango y las jerarquías, y que la gente los llamara “Rabí, rabí” (hoy: reverendo, doctor, maestro, pastor, apóstol, profeta, ministro, etc). Aman el reconocimiento de los hombres. No rechazaban formalmente nada del AT, pero agregaban tanta inventiva humana, que dejaban la Escritura de lado, enterrándola, al contradecir sus tradiciones. ¿Los identificamos? ¿Somos de ellos? “Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos”
Por su parte, la doctrina de los Saduceos se podría resumir así: Libertad ideológica, escepticismo y racionalismo. También eran lisonjeros, hipócritas, y opuestos teológicos de los fariseos. Eran liberales y mundanos. Desmembraban la Escritura. Proclamaban la Libertad Teológica. Su credo era mucho menos popular y respetable que el de los Fariseos. Se menciona poco en las Escrituras. Sostenían la doctrina de los diversos grados de inspiración. Atribuían gran valor al Pentateuco por encima de otros libros del AT. Eran escépticos. No creían en la resurrección, en los ángeles, ni el espíritu (Hch 23:8). Rechazaban lo espiritual y milagroso. Ridiculizaban a las personas para abandonar sus creencias, presentándoles casos complicados y preguntas difíciles. Eran racionalistas. Con mantos de intelectualidad querían hacer que otros dudaran de la Fe. Llevaban la religión hasta el absurdo para tratar de ridiculizar sus principales doctrinas. Buscaban debilitar la Fe del pueblo de Dios en cualquier revelación, arrojando mantos de dudas sobre las mentes de las personas. Eran realmente incrédulos. Hoy los vemos con la teología liberal, la Neo-ortodoxia, la alta crítica. Son burladores, antinomianos y mundanos. También lisonjeros hipócritas. Con labios zalameros, y discursos bonitos, pero con veneno mortal. Decían hipócritamente respetar la Ley de Moisés, pero era mentira. Enemigos teológicos de los Fariseos, pero llegando al mismo destino, negar a Cristo, la condenación. ¿Los identificamos? ¿Somos de ellos? “Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura… de los saduceos”
Esta advertencia es para beneficio perpetuo de la iglesia. Son las dos grandes plagas de la iglesia, sus principios perdurarán por siempre. Guardémonos de la levadura de los Fariseos y Saduceos, de sus falsas doctrinas, de su sutileza engañosa. Tomemos en serio la advertencia de Cristo “Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
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