«Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová» (1 Samuel 7:12).
Samuel tomó una piedra y la puso como un memorial de la victoria y liberación obrada por Dios hacia su pueblo, de manos de los filisteos, le puso por nombre Eben-ezer; que significa “Piedra de ayuda” (1 Sam 7:7-13).
Dios fue el Ayudador de Jacob cuando huyó de Esaú. Jacob levantó una Piedra de señal (Gén 28:18-22). Somos gusanos como Jacob; El Señor es la Piedra que ayuda a su pequeño pueblo, no temamos (Is 41:13-14). Él es nuestra Roca de ayuda, nuestro refugio y fortaleza (Sal 71:3). Es nuestra Roca, castillo, libertador, fortaleza, escudo, salvación, refugio (Sal 18:2). Cristo es nuestra Piedra de Ayuda. Nos ayudará como a los Israelitas contra los Filisteos. Prometió que ningún enemigo prevalecería contra nosotros (Mt 16:18). Cristo es la Piedra principal, escogida y preciosa, no seremos avergonzados (1 Ped 2:6). Los que estamos cimentados sobre la Roca de Ayuda, no caeremos jamás, aunque vengan lluvias, ríos y vientos (Mt 7:24-25). El Señor es nuestro ayudador, no temamos (Heb 13:5-6).
El Señor había ayudado a los Israelitas hasta ese momento, había sido su “Piedra de ayuda”. Todos nosotros los cristianos verdaderos, también podemos decir lo mismo “Hasta aquí nos ayudó Jehová”.
Nos ha ayudado en nuestro camino cristiano, en este desierto, y camino angosto al cielo. Todos nosotros estábamos en el mundo, en las banalidades de la vida, esclavos del pecado, las concupiscencias, deleitándonos en ellas, con algo de moralidad eso sí, pero alejados completamente de Dios y sus caminos. Él nos llamó en medio de toda esta maldad a sus caminos. Nos sacó de los falsos maestros y de su evangelio diluido, tuvo misericordia y nos llevó al verdadero evangelio de Cristo. Ha sido un camino difícil, de rechazo de amigos y familiares, traiciones de otros que considerábamos hermanos fieles, cristianos que nos abandonan, iglesias que se apartan, un camino de decepciones, soledad, engaños, mentiras, injusticias, incomprensión, etc. Pero el Señor hasta aquí nos ha ayudado. Aún seguimos en la batalla.
El Señor ruega e intercede por nosotros. Rogó por Pedro para que su Fe no faltara, el Señor lo ayudó siempre (Lc 22:31-34). Aunque Pedro tuvo caídas en su caminar, negó a Cristo 3 veces, aunque fue zarandeado por Satanás, fue restaurado, guardado por Dios hasta el final, su Fe no faltó, y fue uno de los más grandes instrumentos para el Reino de Dios. Él Señor fue su Piedra de ayuda. ¿No ha hecho lo mismo con nosotros? ¿No nos ha preservado en medio de las pruebas, tentaciones y tribulaciones? ¿No hemos sido librados muchas veces del león rugiente? ¿Acaso no está hoy intercediendo perpetuamente por nosotros? (Heb 7:25).
También nos está perfeccionando. Oró por sus discípulos para guardarlos del mal, y que los santificara en Su Verdad (Jn 17:9-19). Aunque sus discípulos tempranos, la iglesia del Nuevo Testamento, sufrió persecuciones del imperio romano, el judaísmo, y el pueblo judío en general; aunque también padeció caídas, errores doctrinales incluso, sin embargo, el Señor la preservó de los enemigos, la sacó adelante de la persecución y las herejías (Jn 16:3). ¿No ha hecho lo mismo con nosotros? ¿No nos ha venido guiando a toda Verdad? ¿No nos ha aclarado sus doctrinas? ¿No nos ha sacado de las herejías, el falso cristianismo, los falsos maestros, la tibieza espiritual? ¿Acaso la promesa de perfeccionarnos no es para nosotros? (Ef 4:12-15).
Hemos recibido poder. La iglesia del Nuevo Testamento recibió poder en pentecostés para llevar el evangelio y vivirlo (Hch 1:6-8). Esa promesa se cumplió pronto con la venida del Espíritu Santo el día de pentecostés (Hch 2:4). El evangelio continuó llegando en tiempos neo-testamentarios no solo en palabras, sino con poder (1 Ts 1:5). ¿No ha hecho lo mismo con nosotros? ¿No somos acaso morada del Espíritu Santo? ¿No éramos ciegos a las cosas espirituales, y ahora vemos la luz del evangelio de Cristo? ¿Sordos, que recibimos por Fe el evangelio? ¿Mudos que ahora predicamos a Cristo crucificado? ¿Muertos en delitos y pecados, que ahora vivimos para Cristo y tenemos la vida Eterna? ¿Descarriados, en sendas de muerte, y ahora caminando el camino de la santidad, de Cristo? ¿No hemos visto acaso manifestaciones de poder en otros, muertos que se levantan, ojos de ciegos que se abren, sordos que empiezan a oír, mudos hablando, cojos que empiezan a caminar en pos de Jesucristo? ¿No son acaso las palabras de Juan 14:12 para nosotros?
Nos sustenta en medio del padecimiento. Lo hizo con Pablo para que llevara el evangelio a los gentiles (Hch 9:15-16). El Señor cumplió, estuvo a Su lado fortaleciéndolo, liberándolo de los poderes del infierno, para que se siguiera predicando el evangelio al mundo (2 Tim 4:17). ¿No ha hecho lo mismo con nosotros? ¿No padecemos por causa del nombre de Cristo? ¿No nos insultan y rechazan por vivir para el Señor? ¿No hemos visto su mano sustentadora en todo este tiempo? ¿No hemos sido librados de hombres malos? ¿No hemos sido fortalecidos en medio de insultos, persecuciones, enfermedades, y hasta la muerte? ¿La predicación no se ha seguido cumpliendo? ¿No es acaso esto una promesa para nosotros? ¿No dijo que los piadosos padecerán? (2 Tim 3:12). ¿No son acaso estas bienaventuranzas una promesa de consolación para todos nosotros, para su pueblo? (Mt 5:11-12). ¡Iglesia, hasta aquí nos ha ayudado el Señor!
El Señor continuará ayudando a su pueblo hasta completar su liberación. Nosotros podemos estar seguros de que el Señor hará eso con nosotros, nos llevará a puerto seguro hasta llegar a la Jerusalén celestial.
Cristo, el Buen Samaritano nos recogió en el camino, nos sustenta, y nos lleva al cielo (Lc 10:33-35). Vendó nuestras heridas con aceite y vino; derramó el aceite de Gracia de Su Espíritu Santo, nos bañó con el vino de su Sangre, sació nuestra sed, nos limpió, sanó nuestra alma, nuestros dolores, pagó nuestros pecados (Is 53:4-5). En su cabalgadura, nos recogió del camino de condenación y nos lleva con Él a puerto seguro (Is 53:6; 1 P 2:25). El Mesón representa su iglesia en esta tierra, Él mismo cuida de nosotros en ella, mientras retorna (Mt 28:20; 16:18). Nos dejó con los mesoneros. Cristo no nos deja huérfanos, nos deja al Espíritu Santo, el consolador que mora en nosotros, quién nos enseña todo de Cristo, nos guía a toda Verdad (Jn 14:16-26; 15:26; 16:13). Nos deja pastores y maestros que cuidan Su rebaño, ganado con su propia sangre. Nos cuidan de falsos maestros, herejías, de desviarnos, nos exhortan, amonestan, son ejemplo (Hch 20:28-32). Él Señor nos seguirá ayudando, nos ha hecho promesas, seguirá siendo nuestra “Piedra de ayuda”.
Rogó por nosotros para que fuéramos uno, el mundo creyera, y viéramos su Gloria (Jn 17:20-26). Las puertas del Hades no prevalecerán contra nosotros; Su iglesia estará firme en la Roca hasta que Cristo vuelva (Mt 16:16-19). Estará con nosotros hasta el fin del mundo; prometió seguirnos ayudando hasta que Él volviera (Mt 28:16-20). Nos conformará a la imagen de Cristo, nos conoció antes de la fundación del mundo, nos predestinó, llamó, justificó, y nos glorificará (Rom 8:28-30). ¿Estamos siendo conformados a la imagen de Cristo? ¿vivimos en santidad? ¿Somos nuevas criaturas? ¿Nos hemos alejado del pecado, el mundo, las banalidades, las malas conversaciones, los pensamientos vanos? ¿Nos estamos negando a nosotros mismos? ¿Cargamos Su cruz? ¿Amamos al que murió en la Cruz? ¿Vivimos para él?
Entonces, hasta aquí nos ha ayudado el Señor, seguirá siendo nuestra “Piedra de ayuda”, seguiremos siendo transformados a Su imagen, y nos espera la glorificación eterna.
¿No ha prometido perfeccionarnos hasta el final? (Fil 1:6) ¿No nos dotará más de Su Espíritu también? (Lc 11:13) ¿No nos sustentará en medio de la aflicción? (Jn 16:33) ¿No estará con nosotros en el valle de sombra y de muerte? (Sal 23:4) ¿No se nos ha concedido padecer por Él? (Fil 1:29) ¿No nos prometió muchas tribulaciones para entrar a Su Reino? (Hc 14:22) ¿No ha prometido ser nuestro Eben-ezer, nuestra “Piedra de Ayuda”? ¿no nos ha ayudado hasta aquí el Señor? ¿no nos seguirá ayudando como a Samuel y a los israelitas? “Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová”
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
Escucha el sermón del domingo (30 de Agosto de 2020): «¡HASTA AQUÍ NOS HA AYUDADO EL SEÑOR!»:
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