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¡JESUCRISTO, EL MISMO!

Actualizado: 1 nov 2022

«Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13:8).


Estas palabras expresan la duración de Cristo. Él fue “ayer”, en los tiempos antiguos, pasados, de antaño, toda la dispensación del Antiguo Testamento. Aunque no se extiende a la eternidad (lo cual es cierto de Cristo), puede llevarse más atrás de los días de su carne aquí en la tierra, hasta el principio del mundo. Él está “hoy” bajo la dispensación del Evangelio, sentado a la Diestra del Padre en el cielo, intercediendo por su pueblo. Y lo será “por los siglos”, nunca más morirá; su reino es un reino eterno, y su sacerdocio, inmutable.

1. Jesucristo, el mismo.


La traducción “el mismo”, expresa su eternidad, inmutabilidad e independencia de Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por siempre (Rom 9:5). “El mismo” uno de los nombres de Dios. Cristo, así como Dios Padre, es el mismo (Is 48:11-12).

Estas palabras también muestran la inmutabilidad de Cristo; inmutable en su persona, perfecciones y esencia, como Dios; en el amor a su pueblo, la plenitud de Su gracia, la eficacia de Su sangre, y la virtud de Su sacrificio y justicia. Cristo es inmutable, no cambia (Heb 7:24).


Se usa los dos nombres unidos: “Jesús” y “Cristo”. Somos santificados, mediante este nombre, ofrenda para siempre (Heb 10:10). Hacemos la voluntad de Dios en ese nombre (Hb 13:21). Este nombre, Jesucristo, es el mismo siempre.


Cristo ayer, hoy y por los siglos, nos muestra la secuencia temporal: pasado, presente y futuro. Cristo era, es y será (Ap 1:8). Cristo estuvo muerto, vive hoy, y vivirá siempre (Ap 1:17-18). El Padre se describe igual, Cristo es igual al Padre (Is 48:12).


Jesucristo, siempre el mismo, Jesucristo, igual al Padre, Jesucristo es Dios, Jesucristo no cambia, Jesucristo, el mismo.


2. Jesucristo ayer.

Representa el tiempo de Cristo en el Antiguo Testamento, desde el principio hasta su primera venida en carne a la tierra.


Cristo fue Sacerdote ayer. Cristo intercedió por su pueblo, rogó por sus discípulos, por nosotros, su iglesia (Jn 17:9). Intercedió por sus discípulos para que fueran guardados en santidad en el mundo (Jn 17:15-17). Intercedió específicamente por nosotros, por la unidad de su iglesia (Jn 17:20-21). Pidió que nosotros estuviéramos con Él en Gloria (Jn 17:24). Rogó para que la Fe de Pedro no faltara ante los ataques de Satanás (Lc 22:31-32). Cristo fue Profeta ayer. Dios levantó a Cristo cuando vino a la tierra, como el Profeta de profetas (Dt 18:18). La gente lo reconoció como el Profeta que iba a venir (Mt 21:10-11). Muchos confirmaron Su Palabra profética (Hb 2:3). Cristo fue Rey ayer. El niño que nacería humilde de una virgen sería el Rey de los Judíos, del mundo, el Príncipe de Paz (Is 9:6). El Rey de reyes entró en un pollino de asno a Jerusalén (Mt 21:5-8). Pilato lo tuvo al frente antes de condenarlo (Mc 15:2; Lc 23:3). Su pueblo, lo rechazó, prefirió al César (Jn 19:15).


Cristo hizo parte de su obra ayer. Creador de todo, vino como hombre, la imagen-Dios, hizo la obra perfecta por su pueblo (Col 1:15-17). Cristo, el Verbo, Dios, La Vida, creó todo en el principio (Jn 1:1-5). Vino y fue rechazado, incluso por su pueblo (Jn 1:10-11). Se hizo carne, habitó entre los hombres, todos vieron su Gloria (Jn 1:14). Dio perfección eterna a su pueblo (Hb 10:14). Cristo recibió Honra y Gloria ayer. Aquí en la tierra, por muchos. Los ángeles dieron Gloria a Dios por su nacimiento (Lc 22:13-14). El ciego que sanó lo adoró al reconocerlo como Hijo de Dios (Jn 9:37-38). Tomás lo honró como Señor y Dios (Jn 20:28). La mujer cananea se postró ante Cristo suplicando que sanara a su hija (Mt 15:25). Al entrar a Jerusalén fue honrado como el Hijo de David (Mt 21:8-11).


Jesucristo el mismo de ayer: Sacerdote, Profeta y Rey. Intercedió por su pueblo en el pasado como Sacerdote; Dios lo levantó como el Gran Profeta entre el pueblo para anunciar su Palabra; vino como el Rey de los Judíos, y fue rechazado. El Verbo de Dios se hizo carne, hizo la gran obra de redención para hacernos para siempre perfectos, los que lo vieron y palparon, vieron su Gloria, dieron la Honra debida.


3. Jesucristo hoy.


Representa el tiempo después de resucitar, en esta dispensación del Nuevo Testamento, y hasta que vuelva por segunda vez.


Cristo es Sacerdote hoy. Hoy sigue intercediendo por su pueblo, por nosotros (Heb 7:25). Está hoy en el cielo ante Dios presentándose como nuestro Sumo Sacerdote (Hb 9:24). Nos pide hoy que oremos al Padre en Su Nombre para que siga intercediendo por nosotros (Jn 14:13-14). Cristo es Profeta hoy. Hoy nos habla por el Hijo (Heb 1:1-2). Después de resucitar le habló a Juan en la Isla de Patmos para darle la revelación de Apocalipsis a la iglesia (Ap 1:10-11). Habla a todas las iglesias de todos los tiempos (Ap 2:1,8,12, 18, 3:1,7,14). Cristo es Rey hoy. Hoy está sentado a la Diestra del Padre, en su trono de Justicia (Rom 8:34). Está vestido hoy de Majestad (Ap 1:12-16). Cristo reina (Ap 19:6). Es Rey de reyes (Ap 19:16). Pongamos los ojos en Él, que está hoy a la Diestra del Padre (Heb 12:2).


Cristo hace Su obra hoy. Sostiene todo, es cabeza de la Iglesia, Resucitó, tiene la preminencia, en Él habita toda plenitud (Col 1:17-20). Está preparando perfecta a Su iglesia (Ef 5:25-27). Está haciendo la obra en nosotros, nos está perfeccionando hasta Su Dia (Fil 1:6). Está hoy poniendo a todos sus enemigos bajo sus pies (Heb 10:12-13; 1 Cor 15:25). Cristo recibe la Honra y Gloria hoy. Dios lo exaltó para que todos hoy le diéramos Gloria y Honra (Fil 2:9-11). Juan lo adoró como a Dios (Ap 1:17). En el cielo le dan Honra y Gloria por su obra (Ap 5:11-12).


Jesucristo es el mismo hoy: Sacerdote, Profeta y Rey. Intercede por nosotros como Sacerdote, nos habla por su Palabra como Profeta, está sentado a la Diestra como Rey, reina, sostiene todo lo creado, y merece hoy toda la gloria y honra hoy.


4. Jesucristo por los siglos.


Representa el tiempo después que vuelva por segunda vez, y hasta la eternidad.


Cristo será Sacerdocio por los siglos. Él tiene un sacerdocio inmutable, eterno, según el orden de Melquisedec (Heb 5:6; 7:17). Asegura nuestras almas por siempre (Heb 6:19-20). No es como los sacerdocios humanos que fueron temporales, éste es por los siglos, Dios lo juró (Heb 7:21). Los hombres son débiles, su Sacerdocio es perfecto para siempre (Heb 7:28). Es el fiador del Nuevo Pacto, Su sacerdocio es inmutable, por los siglos de los siglos (Heb 7:22-24). Cristo será Profeta por los siglos. Su Evangelio es Eterno, será recordado por la eternidad (Ap 14:6). Él es el cumplimiento y fin de todas las profecías, lo veremos cara a cara (1 Cor 13:8, 12). Cristo será Rey por los siglos. Fue, es, y será Rey Eterno (1 Tim 1:17). Su Reinado es Eterno, no tiene límite, será para siempre (Is 9:7). Vendrá el Rey el último Dia, se sentará en Su Trono de Gloria, dará Su Reino Eterno a los suyos, y enviara al fuego eterno a los impíos (Mt 25:31-32). Todos nos presentaremos ante Su Trono Eterno (2 Co 5:10; Ap 20:11). Reinaremos con el Rey por siempre (Ap 20:4).


Cristo seguirá haciendo Su obra por los siglos. Será el Templo Eterno, Luz por la eternidad (Ap 21:22). Cristo será nuestra luz por siempre (Ap 21:23; 22:5). Nos dará de su fuente de agua viva por la eternidad (Ap 22:1). Honra y Gloria por los siglos. Se le dio, se le da, y se le dará siempre. Todos, santos e impíos, lo reconocerán (Rom 14:10-11). Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo, para que todos se arrodillen ante su nombre, todos lo confiesen, y sea glorificado por los siglos (Fil 2:9-11). Es digno de Honra y Gloria eterna (Ap 5:13). La Gloria de Su Reino y Nombre será Eterna (1 Tm 6:6-17). Nosotros, sus siervos, lo honraremos eternamente (Ap 22:3).


Jesucristo seguirá siendo el mismo: Sacerdote, Profeta y Rey eterno. Seguirá siendo el Gran Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec; seguiremos escuchando por la eternidad su voz de Profeta; y Reinará como Rey eterno por los siglos de los siglos. Su Gloria y Honra no tendrá fin. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo (4 de Julio de 2021): «¡JESUCRISTO, EL MISMO!».


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