«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (Hebreos 11:1)
Iglesia, la Fe es mucho más que una confesión de las verdades bíblicas del Evangelio. La Fe tiene a Cristo como su objeto, y se apropia en la salvación que solo Él da. Pero la Fe aún conlleva más. Es la total confianza en las promesas del Señor, es depender en lo que dice en Su Palabra, y el permanecer fiel a Él, aun en las peores circunstancias. La Fe es el gran antídoto contra el pecado de incredulidad, la Fe es radicalmente opuesta a ella. Los israelitas, aunque salieron de Egipto, caminaron en el desierto, estuvieron bajo la protección de Dios, la mayoría no entraron al reposo, no alcanzaron la tierra prometida. La razón: la incredulidad (Heb 3:12-19). Los que retroceden para perdición son los que no vivieron por Fe (Heb 10:39). Se condenaron por incrédulos. Los que se niegan a poner su confianza en Dios, son destruidos, pero los que creen son salvados. Solo ellos pueden agradar a Dios. Los verdaderos hijos de Dios, no vuelven atrás, obedecen sus mandamientos, caminan por Fe, vencen al mundo. Su victoria está en la Fe, en creer fielmente en el Hijo de Dios. ¿Creemos así?
Iglesia, la Fe produce certeza, seguridad en lo que se espera, en lo que el Señor ha prometido en Su Palabra que pasará. La Fe nos hace creer firmemente que Cristo va a volver, nos infunde certeza esperando Su segunda venida. La Fe nos permite confiar firmemente que nuestros cuerpos serán resucitados para vida eterna, nos engendra certeza esperando la resurrección de nuestro cuerpo. La Fe fecunda en nosotros que creamos en lo que Él ha prometido, nos hace decir: “¡así será!”. La Fe nos genera consuelo en esa bienaventurada Esperanza, nos afirma y nos hace correr esta gloriosa carrera. La Fe nos da seguridad que vendrán todas las cosas que Dios ha prometido a los creyentes, la gloria futura, “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Cor 1:20). La Fe nos hace creer en lo que se espera, nos afirma en el presente. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera”. ¿Tenemos esta certeza? ¿Que Cristo volverá por nosotros? ¿Que resucitaremos en gloria?
Iglesia, la Fe apunta a lo invisible y glorioso. La Fe apunta al cielo, a nuestra herencia incorruptible, a Cristo. La Fe nos infunde convicción, certidumbre de lo que aún no vemos, pero que estamos seguros que algún día vamos a ver. La Fe nos permite creer y esperar lo que aún no vemos, el cielo, la herencia eterna, a Cristo plenamente. La Fe nos lleva a caminar por convicción, a vivir por Fe, a poner nuestra mirada en las cosas de arriba, y a quitarla de la tierra, nos hace obedientes y fieles al Señor. La Fe es Cristocéntrica, nos hace poner nuestra mirada en Él, amarlo, obedecerlo, añorarlo. La Fe nos da convencimiento que veremos lo que hoy nuestros ojos no pueden ver. La Fe nos permite creer firmemente que veremos el cielo, las moradas eternas, nuestra herencia incorruptible, las recompensas eternas, la corona de justicia, el reino eterno, y sobretodo, que veremos a Cristo cara a cara plenamente manifestado para gozar la Gloria Eterna del Padre a su lado. La Fe nos da la convicción que así será . La Fe es “la convicción de lo que no se ve”. ¿Tenemos esta convicción? ¿Que algún día veremos el cielo, que recibiremos una herencia incorruptible, que veremos a Cristo cara a cara? ¿Confiamos en este mensaje? Prediquemos este mensaje. La Fe nos hace confiar en este mensaje.
La Fe es un regalo del cielo, es un don de Dios. Pidámosla a Él si no la tenemos. Así debe ser hermanos nuestra Fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo q se espera, la convicción de lo que no se ve”
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
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