«La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:27).
“La paz que Cristo da es verdadera, sólida y sustancial; la paz que el mundo, los hombres y las cosas de él dan, es una paz falsa; mientras ellos gritan, “paz, paz, destrucción repentina se cerca”. La paz del mundo es, en el mejor de los casos, externa, pero la paz que da Cristo es interna; la paz que da el mundo es transitoria e inestable, pero la paz de Cristo es duradera y perdurable; la paz del mundo no se sostiene bajo los problemas terrenales, pero la paz que da Cristo lleva alegremente a su pueblo a través de todas las dificultades y ejercicios de la vida. Y así como éstas difieren en el tipo, también difieren en la forma de darlas y a las personas que se dan. El mundo da la paz sólo de palabra, Cristo de hecho; el mundo la da fingidamente, Cristo de corazón; el mundo la da para su propio beneficio, Cristo para el de su pueblo; el mundo da su paz a sus hombres, los impíos, no a los piadosos, a quienes odia; Cristo da Su Paz; no a los impíos, pues para ellos no hay paz, sino a los santos, a los excelentes de la tierra” (John Gill).
1. Su legado.
Esta paz es un legado de Cristo a sus discípulos que les da antes de morir. Es cierto que Jesús da la paz con su muerte expiatoria en la cruz, con la cual produce la reconciliación con Dios, sin embargo, la paz aquí, indica la ausencia de un sentimiento turbador y atemorizador, esto es claro por las palabras que siguen. “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”, y por el contexto de los versos previos al verso 27.
Prometió que iba a prepararles moradas (V2). Les dejó trazado el camino para llegar al Padre; Él mismo (V6). Les dijo que conocerlo a Él es conocer al Padre (V7). Les aseguró que los que creyeran en Él, harían cosas mayores (V12). Les dio certeza q todo lo q pidieran en su nombre al Padre, lo haría (V13-14). Se comprometió a rogar al Padre para darles al Consolador para siempre (V15). Dijo que no los dejaría huérfanos (V18). Les prometió Vida Eterna (V19). Les prometió comunión plena y eterna con Él y Su Padre (V20). Les prometió a sus fieles, ser amados eternamente (V21, V23). Prometió que el Espíritu Santo enviado les enseñaría todas las cosas (V26). Cristo les dejó y dio su Paz. Por eso les dice que no se turben (V27). Todo se los dijo de antemano, para que crean y se alegren, y les reitera que volvería por ellos en los versos posteriores (V28-29).
Todo esto aplica para nosotros, su pueblo. Cristo nos legó su paz. “La paz os dejo, mi paz os doy”. Esta paz es única y exclusivamente para su iglesia.
2. La paz del mundo.
El mundo no tiene esta paz, está en guerra con Dios, el impío está turbado, no hay paz para ellos (Is 57:20-21).
Su paz está en la ausencia de problemas, el cese de guerras y hostilidades, la prosperidad material, hacer lo que su corazón dicte (si te da paz, hazlo), su justicia propia, obras meritorias, moralismo, en pensar que no hay juicio ni infierno. Pero ellos están en guerra con Dios por sus pecados sin perdonar, son enemigos de Dios, y Dios es su mayor enemigo, en su interior lo saben, están turbados, así finjan otra cosa; no tienen paz, porque “No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos”. No han conocido el camino de Paz, no conocen a Dios, no han hecho la paz con Él (Is 59:2-8). Es la misma descripción de Pablo en Romanos de la depravación humana, es decir, del hombre que no ha conocido camino de paz (3:10-18).
Dios prometió algo para acabar con esa guerra, al Príncipe de Paz, Su justicia nos reconcilia con Dios (Is 57:16-19). Dios enviaría a su Hijo, el Príncipe de Paz (Is 9:6-7). La justicia de Cristo traería la Paz eterna (Is 32:16-18). Dios se los había anunciado al pueblo de Israel (Hc 10:36). Pero los judíos rechazaron al que podía darles la Paz, no reconocieron la venida del Príncipe de Paz (Lc 19:41-44). Ellos, como el mundo en general, esperan otro Príncipe de Paz, uno que libre de las consecuencias del pecado (infierno), pero no uno que libre de la esclavitud del pecado, uno que libre de los problemas terrenales, pero no uno que lo santifique en medio de ellos.
El mundo busca la paz, dejando fuera a Cristo, el príncipe de Paz. El mundo en general busca paz y seguridad terrenal, el Anticristo se las da, serán sorprendidos (1 Ts 5:2-3). Piden paz Civil (cese guerras, hostilidades), piden paz religiosa (tolerancia, respeto, amor, unidad, Ecumenismo). Piden seguridad, bienestar social (Estado de Bienestar, dios Estado, proveedor de todo). Los falsos maestros le dan paz a los que no están en paz con Dios (Jer 6:13-15; 8:10-12). Les dan falsa seguridad de salvación, declara salvo al inconverso, y condenan al justo. Predican una religión externa (SIN: santidad, fruto, negación, cruz. Nominal). El falso creyente busca paz y tranquilidad, un cristianismo sin problemas, pero tropiezan cuando estos vienen por causa de la Palabra (Mt 13:20-21). Buscan paz con el mundo, el impío, su familia y amigos; evitan predicar fielmente, decir la verdad, llamar al arrepentimiento, denunciar la mentira y las tinieblas, mostrar el error y engaño; temen persecución, problemas, contienda, por causa de Cristo. Pero Cristo no vino a traer esta paz a nosotros, no vino a darnos la paz que el mundo da (Mt 10:34-39). Cristo no vino a darnos un cristianismo fácil, sin problemas. Habrá tribulación, dificultades, problemas, contiendas. No habrá paz ni reposo; habrá conflicto civil (Obedecer a Dios vs César), conflicto religioso (con: falsas religiones, falsos maestros, herejías), dificultades terrenales por obedecer al Señor antes que a los hombres, aflicción espiritual por mortificar nuestros pecados. Nuestro cristianismo tendrá problemas, contienda, persecución, separación, conflicto (Familiar, amigos).
Cristo no vino a darnos la paz que el mundo da. “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”.
3. La Paz de Cristo.
Los que han hecho la paz con Dios por medio de Cristo, tienen paz en sus corazones, no están turbados.
La fuente de nuestra Paz es Cristo, Quien nos reconcilio con Dios por medio de su obra en la cruz (Ef 2:14-18). El castigo por nuestra Paz fue sobre Él (Is 53:5). Por la Fe en Él tenemos Paz con Dios (Rm 5:1). En Cristo somos reconciliados con el Padre (2 Cor 5:18-19a). Su Reino, es Reino de Paz: porque los que están allí han hecho la paz con Dios (Rm 14:17). ¿Ya se unió a este Reino? ¿Ya hizo la Paz con Dios? ¿Ya se reconcilió con Él? ¿Sus pecados ya fueron perdonados? Haga la paz con Dios, pida condiciones de paz, ríndase ante Él, renuncie a todo (Lc 14:31-33). Reconcíliese con Dios, le hago este llamado que Él me delegó (2 Cor 5:19b-20). Haga la paz con Dios si no lo ha hecho; y si ya lo hizo, muestre que es un hijo de Dios, un bienaventurado pacificador (Mt 5:9). Anunciemos la Paz (Ef 6:14-15). Que otros se unan a este Reino, es hermoso anunciar la Paz (Rm 10:14-15).
“No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Esta paz viene de estar primero en paz con Dios. Cristo nos advirtió de las aflicciones en este mundo, no temamos, tengamos paz (Jn 16:33). Recordemos de nuevo las Palabras de Cristo, y lo que Él nos está preparando en el cielo (Jn 14:1-3). Hay tiempos buenos y malos, tiempos de paz, tiempos de guerra (Ecl 3:1, 8). Los israelitas no entendieron esto, no tuvieron paz en el desierto; caminaban abrumados añorando Egipto, a pesar de todas las bendiciones que el Señor les había dado. Miraban el desierto y Egipto, no la Tierra Prometida. Dios recordó esto a los israelitas infieles, en tiempos de Isaías (Is 48:21-22). El que no tiene a Cristo, nunca va a estar contento con nada. Ellos buscaban otro tipo de paz, la paz terrenal, no la paz que da el príncipe de Paz. Fueron infieles, olvidaron las misericordias Divinas; añoraron Egipto, no disfrutan de su caminar en el desierto, estuvieron tristes y abrumados, así viven muchos cristianos nominales hoy.
El cristiano no teme las malas noticias, sabe que su fuente de paz es Cristo (Sal 112:7-8). No nos afanemos por la provisión futura (Dinero, trabajo, comida, vestido), el Señor se encargará, mañana miramos, hoy ocupémonos en su Reino (Mt 6:31-34). No nos turbemos, oremos, pongamos todo en manos del Señor, Él nos dará paz (Fil 4:6-7). Acá la generalidad es el desierto, batalla, carrera, guerra, tribulación, aflicción. Allá será la paz y el descanso eterno (Ap 14:13). Esto debe darnos paz acá en medio de todo cuanto afrontemos por causa de Cristo, o por las circunstancias providenciales y soberanas que vienen de la mano de Dios. Pidamos por la Paz de la iglesia, para que disfrutemos de la Paz que Cristo nos legó (Sal 122:6-7).
Esta es la Paz de Cristo. Él nos legó Su Paz, nos reconcilio con Dios por su Sangre, esto es suficiente para tener paz acá. “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (17 de Octubre de 2021): «¡LA PAZ DE CRISTO!».
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