“Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno” (Isaías 24:5).
Isaías nos dice que la tierra ha sido contaminada por sus moradores. Vacía, desnuda, saqueada, maldita, por desobedecer a Dios (Is 24:1-6). Maldita fue la tierra por el pecado de nuestros primeros padres (Gn 3:17-19). Si el hombre no vuelve a Dios, arrepintiéndose, buscando el camino de la Vida, el árbol de la Vida, buscando por la Fe a Cristo, convertido de sus malos caminos, también morirá, pero eternamente en el infierno y maldecido por Dios por los siglos de los siglos.
En tiempos de Noé la corrupción de la tierra había llegado a tal punto, que Dios mandó el diluvio para acabar con aquella generación (Gn 6:5, 11-13). Cuando Cristo vuelva, también destruirá la tierra, hará juicio sobre ella, la destruirá, ya no con agua, la destruirá con fuego (2 Ped 3:11-13). Si el hombre no se sube al arca, si no se entrega a Cristo, humillándose, arrepentido y por la Fe, será arrasado por el diluvio de la ira Divina. El pueblo de Israel había recibido la Ley de parte de Dios, pero desobedecieron derramando sangre inocente (Núm 35:33-34). Hoy en el mundo se derrama sangre inocente: mártires de Cristo, aborto, eutanasia, asesinatos, guerras, medicamentos, comida contaminada, etc. Hoy la iglesia visible también ha recibido la Ley de Dios, las Sagradas Escrituras, pero aborrece sus mandatos, al Señor; persiguen al pueblo fiel de Dios, asesinan de corazón a los fieles de Cristo. La gran ramera, Roma, corrompe la tierra con sus idolatrías y fornicaciones espirituales (Ap 19:1-2). Nadie que permanezca allí, la tolere, la justifique, puede ser salvo. Debe salir de allí, denunciarla, exponerla, para no ser cómplice de sus abominaciones (Ap 18:4). La tierra gime por la contaminación del pecado de sus moradores; ha sido sujeta a la vanidad humana, y por tanto quiere ser libertada (Rom 8:19-23). Así nosotros, añoramos ser librados no solo de este cuerpo de muerte, sino también de esta tierra contaminada y maldita por el pecado, a un mundo sin corrupción.
Aunque vivimos en esta tierra corrompida, no nos contaminamos (Fil 2:15-16). Somos sal de la tierra, que evita la putrefacción (Mt 5:13). Somos luz del mundo, alumbramos las tinieblas (Mt 5:16). Mientras nos vamos con el Señor, vivimos como el Justo Lot, afligidos en medio de esta tierra contaminada por sus moradores; seremos librados (2 Ped 2:7-9). Esta tierra acabará. El Señor la destruirá al volver. Esperamos cielos nuevos y tierra nueva, viviendo santa y piadosamente (2 Ped 3:11-13).
El ser humano corrupto, en esta tierra contaminada por el pecado, ha cambiado las leyes eternas de Dios. El hombre ha violado la Ley de Dios, se ha rebelado contra sus decretos. Un solo mandamiento violado nos hace culpables de toda la Ley (Stg 2:10). El hombre ha pecado, está bajo juicio Divino, sin excusa, por tanto, destituido de la Gloria de Dios (Rm 3:19, 23). Su paga es la muerte (Rm 6:23).
Los gobernantes quieren romper las ligaduras de la Ley de Dios (Sal 2:1-3). Para el hombre, la Ley de Dios, es un yugo muy pesado que no pueden ni quieren llevar. Por eso desechan la ley de Dios, la aborrecen, quieren cambiarla, quieren liberarse de ella y del Dios de la Biblia. Pero Cristo dijo que para su pueblo, su yugo era fácil y ligera su carga (Mt 11:29-30). Que Su Ley es la delicia de ellos (Sal 1:2). Un mundo corrupto que desecha la Ley de Dios producirá leyes corruptas, injustas y torcidas (Hab 1:4). La función del gobierno civil es castigar al que hace lo malo, y proteger al que hace lo bueno (Rm 13:3-4). Pero hoy se castiga al que hace lo bueno y se protege al que hace lo malo (Sal 94:20-21). No podemos esperar leyes justas de un mundo corrompido, gobernado por hombres impíos corruptos. El Anticristo cambió los tiempos y la Ley de Dios. En nombre de Dios cambia la Ley Divina, Eterna e inmutable (Dn 7:25). Es más abominable aún; que no nos engañe Su apostasía (2 Ts 2:3-4). También persigue a los santos, por medio de leyes, y a través de los gobernantes; basta nada mas ver la historia de los mártires.
La humanidad ha violado el pacto sempiterno de Dios. El ser humano sin excepción está bajo el Pacto de obras que hizo Dios con Adán antes de la caída (Gén 2:16-17). En este pacto, Dios exige al hombre obediencia perfecta y total a su gobierno; pero el hombre no ha cumplido.
Dios les dijo a los israelitas que violaban Su pacto al no circuncidarse (Gén 17:14). Por menospreciar los estatutos de Dios (Lv 26:14-15). Por pecar deliberadamente (Jos 7:11). Por despreciar a sus mensajeros (1 Ry 19:10, 14). Por amar al mundo (2 Ry 17:15). Por irse tras dioses ajenos (Jer 11:10). Por contaminar la iglesia con impíos (Ez 44:6-7). Hay maldición a los violadores del pacto. Juicios, condenación, el ardor de la ira de Dios (Jer 11:3). Vienen todas las maldiciones escritas en Su Libro (Dt 29:25-26). Provoca la Furia Divina (Jue 2:20). Le rompió el reino a Salomón (1 Ry 11:11). Sus violadores son presa del Anticristo, seducidos por el Papado (Dn 11:30-32). Serán aún más endurecidos por Dios para que crean la mentira del hombre de pecado (2 Ts 2:9-12). Todos hemos traspasado el pacto como Adán (Os 6:6-7, Stg 2:10; Rom 5:12-19, 6:23).
Sin embargo, el Señor ya había anunciado la venida de Cristo, para librarnos de la maldición por violarlo. Solo Cristo podía cumplir perfectamente las demandas del Pacto. Es un pacto sellado con la sangre de Cristo (Jer 31:31-34; Heb 8:8-12). Él lo cumple por nosotros, para darnos vida y redención (Rm 5:12-19). El mundo está en condenación, pero en Cristo hay redención (Rm 3:23). El pecado da muerte, Cristo da vida (Rm 6:23). Advirtamos a los violadores del pacto, al mundo entero (Os 8:1). Pero tengamos en cuenta esta terrible y temible advertencia a los que conociendo de Cristo, como usted y yo, jueguen con Su pacto de Gracia (Hb 10:28-29).
Que no seamos de estos: “Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (19 de Enero de 2020): «¡LA TIERRA SE CONTAMINÓ BAJO SUS MORADORES!»
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