«Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse» (Jeremías 5:3).
Judá era un pueblo cargado de pecado, Dios no halló a nadie recto y piadoso allí. Era un pueblo incorregible; Dios los había azotado con su vara providencial, los había castigado, sin embargo, ellos no habían querido arrepentirse. Como Judá, es el estado de la iglesia visible de hoy.
1. El estado de los judíos.
El Señor veía que Judá estaba llena de pecado, no había un solo justo en ella. Los ojos del Señor miran a la verdad, sus ojos están sobre los que lo siguen fielmente, con un corazón recto, en verdad. La condición de Judá era lamentable: sin justos, juraban en vano, endurecidos a los tratos de Dios, ignorantes, rebeldes, desleales, adúlteros, idólatras (V1-9). Esta era la condición de Judá, y Dios lo sabía, habían hecho locamente, le vendría guerra y aflicción (2 Cr 16:9).
Así es la iglesia visible hoy, llena de pecado, engaño, infiel, rebelde, llena de injusticia, será destruida. ¿Cómo nos ve el Señor? Dios ve la verdad de nuestros corazones, a Él no lo podemos engañar (1 Sam 16:7). El Señor mira a los que aman la Verdad en lo íntimo (Sal 51:6). No veía nada bueno el Señor en Judá ¿Qué verá en nosotros?: “Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad?”.
2. Los azotes de Dios.
El Señor había azotado a Judá para que se dolieran por sus pecados y rebeliones, los consumió para que corrigieran sus caminos. No entendieron, no se dolieron, no quisieron recibir corrección.
ISRAEL: Azotó a los israelitas en el desierto, pero no entendieron (Sal 78:30-37; 56-64). El reino se dividió en dos, el reino del norte (Israel) y el reino del sur (Judá); Israel desapareció y fue consumido por los Asirios (samaritanos). Dios los azotó y no les dolió, los consumió y no recibieron su corrección.
JUDÁ: el reino del sur quedó, y el Señor siguió advirtiéndoles sobre los azotes que vendrían si no aprendían, y no aprendieron, fueron llevados cautivos a Babilonia 70 años; Jerusalén fue sitiada, quedó en desolación, y a los pocos que habían quedado allí, les advirtió que no volvieran a Egipto, pues allí los alcanzaría la espada de Nabucodonosor, no escucharon, y allá los alcanzó la espada (Jer 43:11). No aprendieron, de azote tras azote estuvieron, pero no les dolió (Jer 50:17). Su casa quedó desierta, desolada como Jerusalén en tiempos de Jeremías (Mt 23:38). Se siguieron apartando del Señor, se mezclaron con las naciones vecinas, se unieron en matrimonio, y esas naciones fueron el azote de Dios para sus costados, han sido oprimidos por siglos por ellas (Jos 23:13). Seguirán en azotes hasta que se duelan por sus pecados, hasta que corrijan y reconozcan al Bendito que vino en nombre de Jehová (Mt 21:38). Hasta hoy no han entendido, no se han dolido, no se han corregido. “Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección”.
EL MUNDO: El Señor también azota al mundo, por medio de los juicios que desata a la tierra. Los sellos son plagas a la humanidad, juicios de Dios sobre la tierra y sus moradores (Ap 6:2-9, 12-14). Las trompetas tocadas por los ángeles son juicios a la tierra (Ap 8:7-13, 9:1-16). Los sellos y trompetas sirven también para azotarnos (somos oprimidos por los malignos).
LA IGLESIA: Dios azota a su iglesia con Su disciplina, para que combatamos contra el pecado, nos moldea, reprende, nos azota como a hijos amados para que demos un fruto apacible de justicia (Heb 12:4-11). Lo hace con la disciplina eclesiástica, las exhortaciones, reprensiones, pruebas, tribulaciones. Nos azota, nos castiga con vara y azotes nuestros pecados y rebeliones, es su método (Sal 89:30-32). Como Judá, la iglesia visible se ha apartado del Señor, se ha unido al mundo, por eso ellos han sido azotes a nuestros costados (Mt 5:13). ¿No vemos una Iglesia subyugada? ¿una iglesia tributaria, sometida, sin ser sal y luz, escondida, sin impacto real, sumida por el mundo, sin evitar su putrefacción, una iglesia desvanecida?
¿Entenderemos? ¿nos dolerá el pecado? ¿corregiremos? ¿Serán estas palabras para nosotros?: “Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección”.
3. No les dolió.
A pesar de los azotes a Judá, no les dolió, no se corrigieron, se endurecieron más, no quisieron convertirse.
ISRAEL: fue azotado y consumido, pero no les dolió, no hicieron caso (Is 42:24-25). Fueron rebeldes a la voz del Señor (Sof 3:1-2). Fueron azotados por Dios en vano, se endurecieron, no quisieron convertirse (Jer 2:30). Fueron azotados, pero no les dolió, no lo sintieron (Prv 23:35). “Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse”.
JUDÁ: siguió el mismo camino, no quisieron convertirse; Jeremías los llamó al arrepentimiento, pero se endurecieron, no admitieron corrección (Jer 7:27-28). Fueron llevados cautivos a Babilonia, Jerusalén quedó desolada, no les dolió, no oyeron a Jeremías, al Señor, la advertencia de no volver a Egipto (Jer 43-44). Y aun hoy, no quieren entender, tienen los ojos cegados, con un velo, están embotados (2 Cor 3:14-15). Al negar convertirse a Cristo, al no entender sus reprensiones, sus azotes, hacen igual que sus padres, se hacen responsables ahora ellos, de los azotes dados al Redentor, mataron a Cristo, el autor de la vida (Hch 3:14-15). Solo Cristo les puede quitar el velo, “por Cristo es quitado”. Deben convertirse a Él para que vean y se duelan por sus pecados (2 Cor 3:16). Si no, recibirán los azotes eternos de Dios, no tienen excusa, pues “Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse”.
EL MUNDO: Aunque vean todos los azotes de Dios a la humanidad, no se duelen, no quieren convertirse. A pesar de los juicios de Dios, de todos los sellos desatados, no les duele, se esconden de Cristo, no quieren humillarse (Ap 6:15-17). Aunque escuchen las trompetas de los azotes de Dios, no lloran, no se duelen, no quieren arrepentirse (Ap 9:20-21). Con su rechazo han azotado a Cristo, son tipo del imperio romano, los fariseos y el pueblo judío; no entienden sus juicios, sus azotes, lamentarán los azotes eternos (Ap 1:7). Amigo, usted que rechaza y se burla del evangelio de Cristo, debe más bien llorar, debe dolerse por sus pecados, corregirse, convertirse a Cristo, si no, llorará por la eternidad, le vendrán azotes a su alma, destrucción, calamidad, tribulación y angustia por los siglos de los siglos (Prv 1:25-27). Tampoco el mundo tendrá excusa, recibirán de Dios azotes eternos, pues “Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más q la piedra, no quisieron convertirse”.
LA IGLESIA: viendo los azotes Divinos al mundo, y a ella, las profecías cumplidas, se endurece como Judá. ¿Haremos igual? ¿seremos incrédulos? ¿entenderemos sus señales? ¿despreciaremos sus azotes en este desierto? ¿nos endureceremos? ¿nos dolerá? (Heb 3:16-19). No endurezcamos el corazón, no provoquemos más al Señor, no divaguemos más, desataremos Su ira, seguiremos de azote en azote, no entraremos en su reposo jamás (Heb 3:7-11). Que nos duela el pecado, corrijamos lo que esté torcido, de lo contrario, mayores azotes que los impíos recibiremos, se nos dio más, tenemos más luz (Lc 12:47-48). Indaguemos el corazón, atendamos las exhortaciones, entendamos sus azotes, oigamos su voz, veamos sus señales, no nos endurezcamos por el engaño del pecado (Heb 3:12-13). Recibamos sus azotes con gozo, aprendamos de ellos, nos azotó, nos curará para siempre (Os 6:1-2). Dios mata, empobrece, abate, Dios azota, pero da vida, enriquece y enaltece (1 Sam 2:6-7). Miremos a Cristo, sigamos su ejemplo, azotado por el Padre, traspasado por nosotros; lo soportó con gozo para salvarnos de los azotes eternos (Is 53:5-7). Dios quiso azotarlo, su aflicción llevará fruto eterno (Is 53:10-11). No desesperemos, aunque nos mate, en Él esperemos (Job 1314-15).
¿Cómo estamos recibiendo sus azotes? ¿Entendemos: señales, pruebas, disciplina, exhortación? ¿Hemos aprendido, corregido, cambiado? ¿Somos convertidos? ¿estamos endurecidos? ¿Nos azotó y nos dolió?
Tenemos menos excusa que los israelitas, Judá y el mundo, Cristo ya vino, vivió en perfección, fue azotado, murió, resucitó, hemos visto sus profecías y señales cumplidas, se nos ha dado mucho. Aprendamos de sus azotes, corrijamos, no nos endurezcamos, que nos duelan sus azotes, a Él no lo podemos engañar, examinémonos, sus ojos miran a la verdad, que estas palabras no se cumplan en nosotros: “Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse” .
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (31 de Enero de 2021): «¡LOS AZOTÓ Y NO LES DOLIÓ!»
Kommentare