«Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden» (Isaías 9:16).
Se refiere a los lideres religiosos que gobernaban con engaños al pueblo de Israel. “Bendecían” y “alababan” al pueblo con lisonjas, dándoles falsa seguridad. Los llaman “bienaventurados” cuando son perversos (Mal 3:15); les prometen felicidad en este mundo y el venidero, aunque vivan vidas pecaminosas; y así los endurecen en sus iniquidades, los hacen alejarse más del camino de la verdad y la justicia, dejándolos en errores fatales sobre su estado y condición. Son ciegos guías de ciegos (Mt 15:14). Por eso “sus gobernados se pierden”. Los guiados por ellos son destruidos y consumidos. Engañadores y engañados perecen juntos. Así como es perverso en los maestros y líderes del pueblo enseñarles cosas falsas y desviarlos del camino, es un suicidio de parte del pueblo seguirlos sin discernir lo que les dicen; por tanto ambos son justamente castigados, el Señor cortaría a unos y a otros.
1. Israel.
Israel estaba extraviado, los que los dirigían los llevaban por el camino errado. La ira de Jehová estaba contra ellos, por sus malos lideres, y por el pueblo malvado que los seguía (V8-21).
Como Israel, la iglesia hoy está en ruinas, hollada por el mundo, por sus enemigos, y lo peor es que no se ha dado ni cuenta, con soberbia y altivez vuelve a edificar sobre arena. Su maldad y mundanalidad abundan. El profeta enseña mentira, los gobernadores son engañadores. Falsos maestros abundan, mentirosos, ciegos, cobardes, malvados, impíos. Los miembros son falsos (hipócritas, mentirosos, tibios), malignos (hacen lo malo, no obedecen), sus bocas hablan despropósitos (blasfemos, incrédulos, tuercen la Biblia para justificar el pecado); no se han convertido al que los castiga (rebeldes), ni buscan a Jehová de los ejércitos (no oyen al Señor, no atienden Su llamado), siguen a los falsos maestros.
Como con Israel, la ira de Dios está sobre la iglesia (líderes y pueblo). “La maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará… Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida”.
2. Los gobernadores de este pueblo.
Los lideres religiosos de Israel engañaban al pueblo, daban falsa seguridad, no habían sido enviados por Dios. Los líderes de la iglesia hoy también son iguales.
Engañan al pueblo, los llevan por el camino torcido (Is 3:12). No clavan la espada, no llaman al arrepentimiento, no predican del nuevo nacimiento, del infierno, no hablan contra el pecado, no confrontan, no estorban. Dejan que el pueblo vaya por caminos torcidos, son cómplices de muchas almas en el infierno. Introducen herejías destructoras (2 P 2:1). Convierten en libertinaje la Gracia de Dios (Jud 1:4). Tuercen doctrinas fundamentales: la doctrina de la justificación (Jesucristo, uno de varios caminos), la doctrina de la santificación (mensaje light, carnal, tibio, no separación del mundo); su mensaje es ecuménico (todos son hermanos: cristiandad, moralista, la resistencia). Engañan con su conocimiento (Jer 8:8). Más peligroso el que habla “sana doctrina”, pero no lleva a dejar el pecado, o es ecuménico. No tienen voz de profeta, solo transmiten información. Como dijo Ravenhill: “la voz y pluma de los escribas ha silenciado la voz de los profetas”. Muchos hacen burla de los pentecostales y dispensacionalistas. De pronto, vayan y tengan razón en algunas cosas. Muchos de ellos no se han rendido ante todo esto; cosa diferente a aquellos que se enorgullecen y se sientan en la cátedra de Moisés. ¡Tenga cuidado, y tema! (Sal 138:6; Ap 3:9). Adulan para sacar provecho (Jud 1:16). Hacen mercadería con el pueblo (2 P 2:3). Seducen a los inconstantes, viven en deleites, errores, inmundicia, adulterio, codicia (2 P 2:12-14).
Dan falsa seguridad, bendicen falsamente (Mal 3:15). Hablan del “cristiano” suicida, carnal, gay, mundano, tibio, moralista, no importa como vivan, les dicen que “nada los separará del amor de Cristo”. Dan falsa paz al falso creyente (Jer 6:13-14; 8:10-11). No llaman al autoexamen, a separarse del mundo, a ver las evidencias de la gracia en el corazón, declaran salvo al tibio y mundano. Prometen libertad, pero son esclavos de corrupción (2 P 2:18-19). Les dicen: “No estás bajo la Ley, estas bajo la gracia, no es por obras, sueña, vive, goza, come, bebe”. Les dan vanas esperanzas (Jer 23:16-17). No hablan de persecución, tribulación, conflictos, cárcel, muerte. Dan palmaditas en la espalda a los que irritan al Señor. No confrontan, no advierten del engaño, dan sonido de trompeta incierto.
Dicen venir de parte de Dios, hablan en su nombre (Jer 23:25-26). Engañan y son engañados. Hablan de Prosperidad que alimenta la carne; enseñan doctrina muerta que alimenta el Ego. No son del Señor, no fueron enviados por Dios, no vienen de parte de Él, no han sido ungidos por Él. No tienen comunión con Dios, por eso no hay conversiones (Jer 23:21-22). Su vida de oración es nula, no lloran por sus pecados, no claman. El Señor está contra ellos (Jer 23:31-32). Buscan su gloria, no la de Dios (Jn 5:42-45). Son enemigos de Cristo, carnales, mundanos, sirven al “dios” de sus propios vientres (Fil 3:18-19). Pero son amados y respetados por los gobernantes (1 Ry 18:19-22). No denuncian ni advierten del engaño, no alertan de lo que está pasando (tiranía estatal, ecumenismo), son amigos del Estado Bestial (temen perder privilegios). Son cobardes, medrosos y pusilánimes. Son Estatistas, su rey es César, no Cristo (Jn 19:15). No fueron enviados por Dios, no son de Cristo, son de la Bestia religiosa, de la ramera, por eso llevan a adorar a la Bestia política (Ap 13:12).
El siervo verdadero de Dios por su parte es diametralmente opuesto. No engaña, ni da falsas esperanzas, llama al autoexamen como Pablo (2 Cor 13:5). Habla la Verdad, predica la sana doctrina (Tit 2:1). Es fiel a la Palabra, exhorta a los que contradicen (Tit 1:9). Son perseguidos por el Estado (1 Ry 18:4). No se ha rendido ante la presión y persecución como Pablo (Rm 11:3-4). Confronta al pueblo sin temor y lo estorba, como Elías (1 Ry 18:21). Confronta el pecado y sus consecuencias, aún a reyes, como Natan con David (2 Sam 12:7-10). O como Juan el Bautista con Herodes (Mt 14:4-5). Tienen un vivo celo por el Señor y la condición espiritual de su pueblo (1 Ry 19:10, 14). El siervo de Dios es irreprensible, vive en santidad (1 Tim 3:2-7). Es minoría (1 Ry 18:22). Ha sido enviado por el Señor. No habla sus propias palabras, habla de parte de Dios y delante de Dios, vida para unos, muerte para otros (2 Co 2:15-17).
Son diferentes a los gobernadores de este pueblo, serán recompensados por el Señor (Dn 12:3).
3. Los gobernados se pierden.
Los israelitas escuchaban a falsos maestros, por tanto se extraviaron y se perdieron. Así pasa hoy en la iglesia.
Los gobernados se pierden, los que siguen a estos engañadores. Como sus gobernantes son impíos, malvados, así el pueblo como el sacerdote (Os 4:8-9). No son inocentes, buscan a esos maestros, para que les digan las novelerías que quieren oír (2 Tim 4:3-4). Falsos profetas hubo, falsos maestros habrá, muchos los seguirán (2 P 2:1-2). Se dejan engañar. Les mienten y el pueblo así lo quiere, como Israel (Jer 5:31). Los toleran, se dejan seducir con sus engaños (2 Cor 11:3-4). Se alejan de la verdad, empiezan a seguir otro evangelio (Gál 1:6-7). Ambos se perderán, ciegos guías de ciegos, ambos caerán en el hoyo (Mt 15:14). No entran al reino ni dejan entrar (Mt 23:13, 15-16).
Ejerzamos el discernimiento, no nos dejemos seducir como este pueblo malo, apartémonos de estos lideres. Ellos ponen tropiezo a la verdad, sirven a sus propios vientres, apartémonos de ellos (Rm 16:17-19). Enseñan otra cosa, no hablan conforme a la piedad, apartémonos de los tales (1 Tim 6:3-5). Predican otro evangelio, son malditos (Gál 1:8-9). Tengamos discernimiento, no se dejen llevar por la elocuencia, un mensaje bonito, por la “sana doctrina”. Miren sus vidas, lo que dicen, lo que no dicen, lo que callan, lo que no denuncian. Muchas veces no queremos escuchar lo que es Bíblico, y acudimos a aquellos que nos dan un mensaje liviano, ligero, ambiguo. No desprecien a los pastores que el Señor ha puesto sobre sus vidas. Por esto, muchas familias fueron destruidas, están en el mundo, en la falsa doctrina, sometidos a todo este engaño. Cuidado con su levadura (Mt 16:6). Están extraviados, no los escuchemos, no participemos de sus mentiras (2 Jn 1:9-10). Los gobernadores de este pueblo son engañadores, cuidado, son hipócritas (Lc 12:1).
Y ustedes gobernadores de este pueblo, oigan la palabra de Dios, arrepiéntanse (Is 28:14-17). Teman, honren al Rey de reyes (Is 28:16-17): Ustedes recibirán el mayor de todos los castigos (Jud 1:12-13). ¡Ay de ustedes engañadores hipócritas, porque recibirán mayor condenación! (Mt 23:14). Ustedes son corruptos, resisten a la verdad, tarde o temprano su insensatez será manifiesta a todos (2 Tim 3:8-9). Dios los juzgará, como cualquier hombre morirán (Sal 82:1-2, 6-7). Estamos en tiempos difíciles y peligrosos, los engañadores de este pueblo abundan, seamos de la minoría, que no se rinden ante Baal (1 Ry 19:18).
Rindámonos más bien a Cristo, dejémonos seducir por Él (Jer 20:7). Sigamos y honremos a los verdaderos siervos de Dios, espero ser uno de ellos, y no ser nunca un engañador (2 Cor 11:1-4). Debo advertirles cuando vayan por el camino torcido, Dios me lo demandará (Ez 3:20-21).
Estemos alerta, no nos dejemos seducir por sus lenguas, no nos dejemos engañar, terminaremos junto a ellos en el infierno. “Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (16 de Enero de 2022): «¡LOS GOBERNADORES DE ESTE PUEBLO!»
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