«Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9).
Este texto es usado por muchos pastores y líderes religiosos para llamar en nombre de Cristo a una falsa paz, mundana y ecuménica. Este tipo de lideres fueron denunciados por el profeta Jeremías: "Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: paz, paz; y no hay paz" (Jer 8:11). La Biblia dice que no hay paz para el impío (Is 57:21). Cristo nos deja su Paz, pero no como el mundo la da (Jn 14.27). Sólo Cristo es nuestra paz (Ef 2:14), sin Él sólo hay guerra y enemistad con Dios. Ser pacificadores es primero llamar a los hombres a que se reconcilien con Dios (2 Co 5:20); y esto lo hacen aquellos que han hecho la paz con Dios. Y por supuesto, ellos son de carácter pacífico, no son personas conflictivas ni problemáticas, y mientras dependa de ellos, procuran vivir en paz con todos los hombres; eso sí, sin sacrificar la verdad.
1. ¡EL MUNDO, GUERRA Y PAZ!
EL MUNDO, GUERRA Y PAZ. Busca una falsa paz, sin el príncipe de paz, por eso vive en guerra. El mundo siempre ha estado lleno de guerras, hostilidades políticas, religiosas, por territorios, entre reinos, imperios, estados, religiones. Dios ha permitido que no haya paz en la tierra (Ap 6:3-4). Por eso el mundo busca la paz mundial, el cese de guerras y hostilidades políticas, religiosas, o de cualquier tipo, busca evitar la confrontación, dejar de lado las diferencias religiosas, la paz interior. Esta es una falsa paz, es la paz de los cementerios, es la paz de “Frattelli Tutti” que ofrece Francisco (Ap 13:11). El impío busca ansioso la paz de su alma, y no la haya (Is 57:20-21). El hombre busca paz interior a través de su religión, justicia propia, buenas obras, negando incluso la realidad del infierno y el juicio de Dios. Pueden incluso hallar cierta paz terrenal, pero estarán sin paz en el infierno (Job 21:13). Israel clamaba por la paz de Jerusalén (Sal 112:6-9), pero nunca la han hallado hasta hoy (Lc 21:24). Dios permite la paz y las guerras (Is 45:7). Dios anunció guerras y rumores de guerras en el mundo (Mt 24:6-8). El mundo estará buscando la paz terrenal hasta el último día, pero no la hallarán (1 Ts 5:2-3). Las guerras vienen del corazón humano (St 4:1-2).
EL REINO DE PAZ. Hay un Dios de paz, no de confusión (1 Co 14:33). Un Dios de paz que santifica (1 Ts 5:23). Un Dios de paz que aplastará a Satanás (Ro 16:20). Su reino es de paz (Ro 14:17). Hay un Príncipe de paz, Cristo (Is 9:6). En Él, está la paz que el mundo no puede dar (Jn 14:27). En Él, hay justicia y paz (Is 32:17-18). En Él, la justicia y la paz se besan (Sal 85:10). En Él, el hombre halla la paz del alma (Jn 16:33). Él es nuestra paz (Ef 2:14-18). Hay un reino de eterna de paz, el de Cristo (Is 9:7). Su Reino se afirmará en paz (Miq 4:1-4). Roma intentó imponer el cristianismo por la espada, eso trajo más guerras (Mt 26:52). El catolicismo romano, el Islam, son religiones de guerra. “Los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas; Mas los sabios apartan la ira” (Pr 29:8), como el cristianismo, que es la religión de paz. El cristianismo no se impone con las armas, porque hay un Espíritu de paz por el que vencemos (Zac 4:6). Hay un Espíritu que produce en nosotros paz (Gál 5:22).
Hay unos hijos que siembran y hacen la paz (St 3:18), unos verdaderos pacificadores.
2. ¡LOS PACIFICADORES!
“Son de carácter pacífico (en su disposición, y en lo que hablan); viven en paz con todos los hombres y entre sí (según dependa de ellos). Están listos y dispuestos a resolver diferencias y hacer las paces entre y con sus semejantes y hermanos” (John Gill).
1. DEBEMOS PROCURAR LA PAZ DE LOS HOMBRES CON DIOS. El hombre está en guerra con Dios, debe hacer la paz, bajar sus armas y rendirse (Lc 14:31-33). En Cristo se halla la paz con Dios (Ro 5:1). Debemos rogar a los hombres que se reconcilien con Dios (2 Co 5:20). Debemos anunciarles la paz (Ro 10:15). Calcémonos con el evangelio de la paz (Ef 6:14-15). Los falsos maestros prometen una falsa paz, son falsos pacificadores (Jer 8:11).
2. DEBEMOS PROCURAR LA PAZ CON TODOS LOS HOMBRES. Busquemos la paz con todos (He 12:14). Debemos ser amables, tratables, colaboradores, no peleoneros, problemáticos, conflictivos, complicados, rencorosos, vengativos. Mientras dependa de nosotros estemos en paz con todos (Ro 12:17-18). Ahora, es cierto que vivimos con los que aborrecen la paz (Sal 120:5-6), ellos nos hacen guerra al hablarles de Cristo (Sal 120:7). Sihablamos conforme a la Escritura; o aconsejamos de acuerdo con sus verdades; u opinamos conforme a lo que Dios dice; en especial cuando denunciamos el error, la mentira; o cuando predicamos el evangelio y llamamos al arrepentimiento; o cuando exhortamos o reprendemos conforme a las palabras de Cristo, el impío o falso creyente no lo soporta (Hc 7:54, 57, 59). Cristo, el mayor ejemplo de pacificador, al hablar la verdad, lo odiaron (Jn 10:31.33).
3. DEBEMOS PROCURAR LA PAZ EN LA IGLESIA. Debemos mantener el vínculo de la paz y la unidad (Ef 4:2-6). En diferencias de opinión (Ro 14:5-6, 14-19). En asuntos de conciencia, que no es pecado, el hacer o no hacer (comer, vestir, decisiones personales, métodos, formas). No pongamos como doctrinas mandamientos de hombres. No debemos dividirnos por ser de denominaciones diferentes, podemos tener comunión unos con otros (1 Co 1:10-13). El protestantismo tiene muchas denominaciones, y mientras no sean ecuménicos, nieguen el evangelio, y busquen vivir en santidad, debemos buscar la comunión. Si estamos divididos, el reino de Cristo no avanzará (Mt 12:25). Satanás no está dividido (Lc 11:18). Al final su reino se dividirá y caerá, que no nos pase lo mismo (Ap 17:16-17). Vivamos en paz entre nosotros (2 Co 13:11). No andemos en chismes, los chismosos dividen la iglesia, no son pacificadores (Pr 16:28). Jesús, después de resucitar, les deseó paz a sus discípulos (Jn 12:21).
4. DEBEMOS PROCURAR LA PAZ EN EL HOGAR (Mal 4:6). Una casa dividida, caerá (Lc 11:17). No podemos vivir en guerras y contenciones (St 3:14-16). La ira roba la paz (Pr 29:22). La mujer insensata es alborotadora(Pr 9:13). El amor al yo es enemigo de la paz (Fi 2:21). Debemos ser sabios y pacíficos (St 3:17). Las mujeres deben tener un espíritu afable y apacible (1 P 3:3-4).
5. DEBEMOS PROCURAR LA PAZ EN NUESTRA NACIÓN (Jer 29:5-7). La buena vecindad, colaborar (barrio, ciudad, servicio civil). Que vean nuestras buenas obras, y glorifiquen a Dios (Mt 5:16). Debemos desear lo mejor para nuestra nación, unos buenos gobernantes, o que por lo menos defiendan la justicia, la libertad, la propiedad, la vida, la familia. Que podamos vivir como cristianos, que podamos congregarnos y predicar libremente, manejar libremente nuestra salud o la educación de nuestros hijos. Oremos por los gobernantes para que podamos vivir en paz para proclamar el evangelio (1 Ti 2:1-4). El Magistrado civil debe procurar la paz, la justicia, y llevar la espada cuando sea necesario, con el fin de defender a su pueblo y nación (Ver CBL 1689. Capítulo 24, numeral 2). Debe proteger al que hace lo bueno y castigar al malhechor (Ro 13:3-4), debe combatir los grupos armados ilegales, el terrorismo, al pueblo en caso de una invasión extranjera. Hay tiempo de paz y tiempo de guerra (Ecl 3:1, 8).
3. ¡SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS!
“Su título es “hijos de Dios”, designación de elevado honor y dignidad, mostrando que por la promoción de la paz han entrado en la esfera misma de la actividad de su Padre. Son sus colaboradores… se han convertido en agentes del Señor, en todo lugar comprometidos en la tarea de expulsar el mal de los corazones de los hombres, llenándolos con todo lo que es bueno y noble. Son el “cuerpo de paz” de Dios” (Hendriksen & Kistemaker).
No todos los hombres son hijos de Dios. No lo es el líder mundial que recibió un premio nobel de la paz; tampoco el pacifista budista como Gandhi; mucho menos el “buenista y pacífico” que sale a dar abrazos en la calle. Solo los que son de Cristo, tienen el derecho de ser llamados hijos de Dios (Jn 1:12-13). Al creer en el príncipe de Paz, nos convertimos en hijos del Dios de paz, estamos bajo el gobierno del Espíritu de paz; llamados a anunciar y vivir el evangelio de paz. Bienaventurados somos los pacificadores, tenemos la herencia incorruptible del reino de paz. Fuimos engendrados y adoptados por el Padre (Ro 8:14-17). Cuan grande es el amor de Dios al llamarnos sus hijos (1 Jn 3:1). Ahora somos hijos de Dios, y seremos semejantes a Él (1 Jn 3:2). En el último día será revelada públicamente nuestra adopción como hijos de Dios (Ro 8:23).
Amigo ¿Ya hizo la paz con Dios? ¿ya se reconcilió con Él? ¿o continuará en guerra con Él? ¿seguirá siendo su enemigo? ¿practica la paz de Cristo en el hogar, el trabajo, la iglesia, en su nación? ¿anuncia el evangelio de la paz? ¿le preocupan las almas que están en guerra con Dios? ¿entiende que solo Cristo puede dar la paz? ¿promueve el falso evangelio que deja al hombre en guerra eterna con Dios? ¿es realmente llamado hijo de Dios? ¿es realmente un pacificador?
Hermanos, seamos pacificadores. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo 22 de Octubre de 2023: «¡LOS PACIFICADORES!».
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