«¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa, habiendo hecho muchas abominaciones? ¿Crees que los sacrificios y las carnes santificadas de las víctimas pueden evitarte el castigo? ¿Puedes gloriarte de eso?» (Jeremías 11:15).
Están son las Palabras de Dios al pueblo judío, amados del Padre; pero que ahora, por sus abominaciones, idolatría y desobediencia, no debían estar en la casa de Dios, o tener algún refugio o protección allí. La carne de los sacrificios que ofrecían y comían, no les servía de nada, pues la ofrecían con una mente y corazón perverso. Nada de esto podía evitarles el castigo. Además se gloriaban en ello, en vez de arrepentirse del pecado, llorar por él, humillarse ante los juicios que venían, se entregaron a las lujurias y placeres sensuales; no se afligieron por el pecado, ni temieron el castigo, al contrario, se regocijaron. Cualquier sacrificio (acto religioso), sin obediencia, sin arrepentimiento, no sirven de nada, son vanos.
1. EL ESTADO DEL PUEBLO.
La casa de Judá había abandonado el pacto de Dios, y se habían ido tras dioses ajenos. Ni ellos ni nadie podría librarlos.
Dios reprende su desobediencia e idolatría (V1-10). Se fueron tras lo que su corazón malvado amaba (ídolos, dioses ajenos), eran desobedientes. Dios les sentenció maldiciones por violar el pacto hecho con sus padres. En general todos, la nación, conspiró contra Dios, estaban en rebelión contra Él, su pacto, palabra, culto, introduciendo idolatría de los paganos, como hicieron algunos de sus antepasados (Amón, Manasés o Acaz). No escucharon a los profetas enviados por el Señor, y terminaron adorando y sirviendo a dioses ajenos.
Nada ni nadie los podría librar, por sus abominables idolatrías (V11-17). Dios les trajo juicio y ruina total, de la cual no podrían escapar. “Yo traigo sobre ellos mal del que no podrán salir…”. Nadie los libraría. Ni Dios: “clamarán a mí, y no los oiré… “yo no oiré en el día que en su aflicción clamen a mí”. Ni sus dioses (no podían): “clamarán a los dioses a quienes queman ellos incienso, los cuales no los podrán salvar en el tiempo de su mal”. Ni el Profeta Jeremías (Dios le prohibió no orar por ellos): “No ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración”. Habían sido desechados definitivamente, cometieron pecado de muerte (1 Jn 5:16). Tampoco los sacrificios los podrían librar del castigo: “¿Crees que los sacrificios y las carnes santificadas de las víctimas pueden evitarte el castigo?”. Dios estaba airado con ese pueblo idólatra y desobediente, sentenció su ruina definitiva: “Jehová de los ejércitos que te plantó ha pronunciado mal contra ti, a causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han hecho, provocándome a ira con incensar a Baal”.
2. ¡LOS SACRIFICIOS VANOS!
Ningún sacrificio ni acto religioso que hicieran les servía para ser librados de la mano airada de Dios, pues vivían en desobediencia e idolatría. Hay muchas formas de hacer sacrificios vanos e inútiles al Señor.
1. Adorando a Dios y a falsos dioses a la vez, desconociendo al Único que merece honra y adoración (Am 5:21-26). La misa católica ofrece un sacrificio (transubstanciación) a un falso Cristo, es idolatría. La devoción y oraciones (junto a Cristo), a María y a los santos, el Rosario, no tienen un Dios exclusivo ni personal. Sus fiestas idolátricas no ordenadas por Dios (Navidad, Semana Santa, días santos). Dios aborrece la idolatría, de nada le sirve ofrecer devoción a Dios y a falsos dioses al tiempo.
2. Dándole a Dios “honor” y “gloria”, al lado de ídolos, celebrando en honor a Dios y a falsos dioses (Éx 32:5-6). Fiestas como la navidad, donde ponen a Cristo al lado de becerros de oro (árbol, pesebre, María, San José). Cristo no comparte Su Gloria con nadie, aunque celebren en honor a Él, lo está despreciando, si lo honra al lado de ídolos.
3. Con mero formalismo (sacramental, idolatría, ritual), viviendo en pecado, sin vidas transformadas, y esperando perdón de los pecados (Is 1:10-15). Ritos como la misa, Semana Santa, la Cena del Señor, el Bautismo, y todo tipo de sacrificios para buscar la aceptación de Dios, buscando sobornarlo con estas cosas (penitencias, ayunos, abstinencias de comida y sexo, ofrendas expiatorias, etc). Si no quiere morir al pecado, vivir en santidad, obediencia, si solo quiere cubrir culpas con ritos, pierde el tiempo.
4. Con seguridad carnal, celebrando en lugar de arrepentirse y afligir el espíritu (Is 22:8-14). Confiando en sus templos, denominaciones, estructuras religiosas, con un congregar mundano, ofreciendo fuego extraño (Navidad, Semana Santa, días santos, música mundana, mercadería, etc). Todo esto es vano. Si sigue confiando en lo que confía el mundo, quitando sus ojos del cielo, comiendo y bebiendo como y con ellos; esto no le dará perdón de sus iniquidades, ira al infierno, debe llorar en lugar de reír.
5. Cuando somos negligentes espirituales, y no perseveramos contra el pecado (Os 6:4-10). Aunque seamos miembros de una iglesia, bautizados, sirviendo, pero no mortificamos el pecado, no queremos morir, tomar la cruz, orar, ayunar, predicar; y aunque sabiéndolo, mantenemos y toleramos anatemas de todo tipo, avaricia, codicia, deleites mundanos, rencores, etc. Estamos desobedeciendo a Dios, no hay temor a Él, desconocemos quien es Él, sus demandas de santidad y obediencia para su pueblo, que Él transforma vidas. No compense su negligencia espiritual y pobre amor a Dios, con actos externos, ejercítese en la piedad, muera a su yo.
6. Cuando obedecemos a medias, obedecemos lo externo, para no obedecer lo más importante (1 Sam 15:19-23). Con un pie en la iglesia y otro en el mundo (tibio, light); obedece lo fácil, lo que le gusta, lo que no le cuesta; y desobedece lo difícil, lo que implica morir, lo que tiene que ver con la santidad, mortificar el pecado, el mundo, y los ídolos del corazón. ¿Obedeciendo lo fácil, lo externo, lo que no le cuesta, y desobedeciendo lo importante, lo que apunta a su corazón? ¿cree que Dios no se da cuenta? ¿cree que ha nacido de nuevo?
7. Cuando fornicamos espiritualmente, tolerando y aceptando las seducciones y engaños de la ramera (Pr 7:10-23). Adulterio, fornicación espiritual (ecumenismo, sincretismo religioso), tolerancia (a la idolatría, falsos maestros, herejías), aceptando lo falso (Falso: Cristo, evangelio, Dios, Espíritu, iglesia, vida cristiana), esto lleva a la muerte eterna. No adultere ni fornique más contra el Señor, no hay concordia entre Cristo y Belial, entre el templo de Dios y los ídolos, el no acepta sus sacrificios de paz, no hay paz para el impío.
8. Cuando damos duro trato al cuerpo, crucificándolo a éste, pero no el alma, no la carne (Col 2:20-23). Ayunos, abstinencias de comidas, bebidas, celibato, penitencias, votos de pobreza, el ejercicio físico como santidad, hacer sacrificios por el sacrificio en sí. Solo está afligiendo su cuerpo, pero sigue esclavo de sus pecados, esto no sirve para los apetitos de su carne.
Todos estos son sacrificios vanos, no podrán librarlo de la ira venidera, si no hay arrepentimiento. Así sacrifican los impíos, es abominable a Dios (Prv 15:8). Son hechos en maldad (Pr 21:27). Son hechos fuera de Cristo, sin Fe, por tanto inútiles y vanos (Rom 14:23).
¿Estamos haciendo este tipo de sacrificios vanos? ¿Estamos corriendo así? Es vano e inútil. ¡No hagamos sacrificios vanos! “¿Crees que los sacrificios y las carnes santificadas de las víctimas pueden evitarte el castigo? ¿Puedes gloriarte de eso?”.
3. LOS SACRIFICIOS QUE AGRADAN A DIOS.
Los sacrificios que al Señor le agradan están fundamentados en Cristo, quién hizo el sacrificio perfecto.
La ofrenda de Cristo fue anunciada por el Salmista; Cristo hizo la perfecta voluntad de Dios (Sal 40:6-8). Los sacrificios del Antiguo Testamento, aunque muchos y mandados por Dios, eran sacrificios vanos para quitar el pecado. El sacrificio de Cristo, una sola vez, borra eternamente nuestros pecados (Heb 10:3-14). Sólo el Sacrificio del Cordero de Dios podía quitar el pecado (Jn 1:29).
Nuestros sacrificios (espirituales), deben ser hechos en Cristo, solo estos sacrificios tienen validez.
1. El arrepentimiento genuino (el inicial). Dios celebra nuestra vuelta de muerte a vida, con el Becerro gordo, como con el hijo prodigo (Lc 11:18-24). Deben ser despreciando el mundo, viendo lo horripilante, sucio, bajo que es, y después mirando al cielo, clamando a Dios, pidiendo perdón, confesando nuestros pecados (a Dios y al prójimo), llorando, volviendo a Dios. Somos vestidos de gala, con joyas y calzados celestiales, y Cristo, el Sacrificio perfecto, el Becerro gordo, es otorgado a nosotros para celebrar, que un pecador se ha arrepentido y vive.
2. Dando lo mejor. Como la ofrenda de Abel que apuntaba a Cristo, por eso fue agradable a los ojos de Dios (Gén 4:3-5). Este sacrificio muestra a Cristo, el primogénito de Dios, el Cordero perfecto, sin mancha. Caín por su parte ofreció el fruto de su trabajo, sus obras de justicia, sus obras meritorias. Abel entregó como ofrenda para Dios un sustituto, un inocente, pero también ofreció lo mejor que tenía (no lo cojo ni enfermo), lo hizo con Fe, mirando al Cordero de Dios, por eso ofreció el primogénito de sus ovejas. Debemos dar, mirando a Cristo, lo mejor de nosotros (cuerpo, alma y espíritu).
3. Con una vida sacrificial. Entregando nuestra vida entera en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rom 12:1-2). Todo nuestro ser debemos entregarlo así (Vida privada, familiar, devocional, de iglesia, laboral, en medio del mundo). Es un culto racional, agradable a nuestra razón y conciencia cristiana. Lo debemos hacer con gozo, sin conformemos a este siglo, haciendo la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta, hacerlo en Cristo.
4. Renovando nuestro arrepentimiento. Con espíritu quebrantado, humillados, cuando hallamos pecado como David (Sal 51:16-17). Humillados ante Dios, arrepentidos, reconociendo nuestras rebeliones, cuando hallamos pecado contra Él, afligiendo nuestras almas por el pecado (Sal 51:3-4). Nunca seremos desechados por el Señor así, siempre seremos recibidos en sus brazos de misericordia, perdonados y lavados con la Sangre del Sacrificio perfecto (Sal 51:7-9).
Amigo, si no se ha arrepentido sinceramente, si no se ha entregado a Cristo, si no ha recibido el perdón de sus pecados, por medio del Cordero, del Becerro gordo, de la ofrenda de Abel, todo lo “bueno” que ha hecho hasta hoy, no le sirve de nada, es vana toda su supuesta obediencia y bondad. Ha perdido su tiempo, está haciendo sacrificios vanos. Vaya a Cristo y haga todo por Él y para Él. Debemos vivir para Cristo, debemos hacer todo por medio de Él y para Él (Rom 11:36). Cristo debe tener la preminencia en nuestra vida, para ser un sacrificio agradable a Dios (Col 1:18).
Vivamos en arrepentimiento genuino, dando lo mejor, con una vida sacrificial. ¡No hagamos sacrificios vanos como los impíos y falsos creyentes! “¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa, habiendo hecho muchas abominaciones? ¿Crees que los sacrificios y las carnes santificadas de las víctimas pueden evitarte el castigo? ¿Puedes gloriarte de eso?”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (22 de Mayo de 2022): «¡LOS SACRIFICIOS VANOS!»
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