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¿MAS SAGACES QUE NOSOTROS?

Actualizado: 1 nov 2022

«Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz» (Lucas 16:8).


El hombre rico alabó al mayordomo malo, que antes había disipados sus bienes. No lo elogia por la acción, por la injusticia, lo elogia por su astucia y habilidad en proveerse de un mantenimiento para el futuro. No lo alaba porque haya hecho lo justo con él, o con los demás; sino por haber actuado con sagacidad. Los hombres del mundo son en general más sabios para alcanzar sus objetivos terrenales, que los creyentes en alcanzar sus objetivos celestiales.


1. La parábola.


Los personajes de esta parábola son: 1. El amo, el hombre rico: el señor terrenal, dueño de la hacienda. 2. El mayordomo malo: quién despilfarró los bienes, ahora alabado por su sagacidad al proveerse para su futuro. 3. Los hijos de este siglo: los inconversos (Judíos, gobernantes, impíos en general). 4. Los hijos de Luz: los creyentes, cristianos, nacidos de nuevo. 5. El Señor Jesucristo: quien narra la parábola, y está de acuerdo en el elogio del amo al mayordomo.


La parábola resalta la astucia, sagacidad y eficiencia del mayordomo al utilizar todos sus recursos para el bien de sus intereses. Ve su futuro, su peligro y corre para asegurarse un futuro bueno. No avala el fraude o la deshonestidad (final de la parábola: No podéis servir a Dios y a las riquezas). Resalta la política dentro de los términos de su propio reino (el de Satanás, el mundo). Así nosotros deberíamos actuar dentro de las políticas del reino de Cristo (Su Ley), para asegurar nuestro futuro eterno.


Pero generalmente no hacemos eso. Los hijos de este siglo son más sagaces que nosotros.


2. ¡Mas sagaces que nosotros!


Los hijos de este siglo (hijos del Diablo), son diligentes en sus asuntos terrenales, en comer, beber, casarse, comprar, vender, plantar, edificar (Lc 17:26-30). Los inconversos sabiamente ven el futuro y hacen planes para asegurarlo (Mt 6:31-32).


Los Testigos de Jehová son diligentes al predicar. Los judíos/adventistas al guardar el sábado y congregarse. Las religiones paganas en sus rezos, ritos y ayunos. Los católicos honrando a sus ídolos, en sus procesiones. Los cristianos modernos sirviendo en sus templos, y defendiendo a sus ungidos. Los falsos maestros haciendo prosélitos. Los políticos en campaña, ganando adeptos, y denunciando a sus adversarios. El hombre terrenal corriendo por sus riquezas, el estudiante con sus estudios. El mundano en sus vicios, fiestas, borracheras, inmoralidad, placer. No hay que decirles nada, no hay que empujarlos, motivarlos, amenazarlos. Son eficientes sirviendo en su reino (tinieblas), a su Padre, son perseverantes al pecar. Hoy vemos médicos (y abogados), denunciando todo lo que está pasando, dispuestos a perder sus credenciales y empleos, ser rechazados, insultados, difamados, burlados, con tal de cumplir el juramento hipocrático que hicieron al graduarse.


¿Y nosotros? ¿Estaremos dispuestos a dejar todo por Cristo? ¿trabajo, dinero comodidad, familia, amigos, placer? ¿somos perseverantes en el Señor? ¿vivimos a empujones?

El Reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan (Mt 11:12). Viene con fuerza, con demostración del poder del Espíritu Santo, transformado vidas, muchos se apretujaban y apiñaban para escuchar a Juan el Bautista, a Cristo, sus milagros, y también es atacado violetamente desde esos días por los enemigos, los que nos persiguen. Y solo los violentos lo arrebatan; debemos capturarlo con avidez su mensaje, abrazar a Cristo, y vivir sagazmente. Nos amedrentan para que no obedezcamos al Señor, y no vivamos en santidad. Nos amedrentan para que no prediquemos, nos quieren callar. Tristemente muchas veces nos dejamos llevar fácilmente por la presión, nos dejamos manipular por familiares, conocidos y amigos. Muchos se sujetan al hombre, pero no al Señor, obedecen de buena gana al César, pero no al Rey de reyes, pues sus mandatos son una carga pesada. Si seguimos así, no vamos a alcanzar el Reino. Si los hijos de este siglo son capaces de actuar sabiamente, para tornar las circunstancias a su favor y sacar partido de ella ¿por qué los hijos de luz no somos capaces de actuar con sabiduría divina, arrebatando el reino, actuando correcta, bíblica y sagazmente?


Los hijos de este siglo son más sagaces en sus propósitos que nosotros los hijos de luz. Nos amedrentan y nos dejamos amedrentar. Por eso la iglesia visible no es sal que sala, ha sido hollada por el mundo, pero nosotros no podemos actuar así (Mt 5:13). La iglesia visible está en tinieblas, sumida en la oscuridad del mundo, pero nosotros no, debemos alumbrar (Mt 5:17-18). Dios nos ha dotado de poder, amor y dominio propio, no callemos (2 Tim 1:7-8). Muchas veces vivimos como si el Señor no nos hubiera dado dones, Su Palabra, Su Espíritu, Su mente, poder, para pelear la batalla de la fe, para contender ardientemente por ella. Vivimos como si no tuviéramos un Rey y Señor de todo, que nos compró a precio de sangre. Vivimos como si el cielo no fuera nuestro destino. Vivimos para este mundo, haciendo tesoros en la tierra, no en el cielo, no nos preparamos para el mundo venidero. No deshonremos a nuestro Señor; nos ha puesto como mayordomos en la tierra sobre sus bienes.


Que esta exhortación retumbe en nuestras conciencias: “porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz”.


3. ¡Seamos sagaces!


Pero ¿acaso los hijos de luz no tenemos ejemplos en las Escrituras que nos muestran la sagacidad?


Debemos ser sagaces preservando la vida de inocentes como las parteras en Egipto, cuando desobedecieron la orden del Rey (Éx 1:15-21). Debemos hacer como ellas y oponernos contra el aborto, la eutanasia, y cualquier medicamento peligroso para la vida y salud, y mas la de nuestros niños y ancianos. Muchas veces podemos utilizar la objeción de conciencia, las leyes a nuestro favor, hagámoslo, pero cuando no se pueda ¿Que haremos? ¿A quién obedeceremos? ¿Apoyaremos el asesinato? ¿seremos cómplices de la muerte y el genocidio? ¿Médico, pondrá primero su profesión? ¿Abogado, será cómplice de leyes injustas, defenderá malandros? ¿Funcionario, obedecerá la injusticia y la maldad?

Debemos ser sagaces protegiendo al pueblo de Dios, como Raab con los espías, al esconderlos del Rey de Jericó (Jos 2:3-9). Esconder u ocultar un cristiano, no es mentir, es preservar al pueblo de Dios. Entregarlo es cobardía. Es traición, de la más baja calaña (Mt 10:21; Jn 16:2-3), es hacer lo que hizo Judas Iscariote.


Seamos sagaces obedeciendo al Señor antes que cualquier ley, como Daniel en Babilonia que no hizo caso al decreto del Rey, y oró como lo solía hacer antes (Dn 6:6-10). Sea cual sea el decreto estatal, debemos seguir obedeciendo los mandatos del Señor, como antes. Debemos predicar a toda criatura, a tiempo y fuera de tiempo, debemos seguir congregándonos donde toque (parque, salón, casa, montaña), con los protocolos del Señor (saludarnos con ósculo santo, cantar, imponer manos sobre enfermos, bautizar en agua, predicar todo su consejo).


Seamos sagaces sacando el pasaporte romano cuando sea necesario, como Pablo cuando le iban a hacer un juicio injusto (Hc 22:22-29). Hoy nos podemos apoyar en conceptos médicos, jurídicos, derechos constitucionales, leyes que nos amparan, para proteger nuestra libertad de conciencia cristiana.


Seamos sagaces poniendo a los impíos de nuestra parte cuando se requiera, como Pablo, que puso de su lado a los fariseos, contra los saduceos (Hc 23:6-9). No hagamos por supuesto alianzas ecuménicas, solo apoyémonos en sus argumentos, en lo que creen y defienden igual a nosotros. Muchos inconversos defienden la libertad, la propiedad, la vida, la familia. La tierra algunas veces ayuda a la mujer, a la iglesia(Ap 12:16). Pero si mañana ellos mismos se vuelven contra nosotros, y nos persiguen por hablarles la Verdad, su estado espiritual, utilicemos sus propios argumentos.


Aprendamos del Señor Jesucristo, que fue tentado por Satanás y por los hombres, pero respondió con brillantez; cuando lo querían hacer caer, no se dejó amedrentar, sacó la Palabra y dejó sin palabras a sus adversarios. Cuando pongan en duda nuestra autoridad, hagamos como el Señor, hagámoslos pensar (Mt 21:24-27). Cuando le preguntaron sobres los impuestos al César, respondió, y los dejó sin palabras (Mt 22:16-22). No nos dejemos amedrentar, no nos enredemos en sus cuestionamientos, no nos dejemos lisonjear, lo único que quieren es callarnos, devolvamos con preguntas inteligentes, hagámoslos pensar, sobre todo a los que se dicen cristianos y se ponen del lado del mundo.


Cuando nos quieran callar, hacer que desobedezcamos, o impedirnos opinar de cualquier tema, podemos decirles cosas como estas ¿No nos manda el Señor a someter todo a su Palabra? ¿No nos manda a predicar? ¿el Evangelio no es un llamado al arrepentimiento? ¿Debemos callar ante la maldad? ¿no hicieron eso nuestros antecesores? ¿Qué dijeron o hicieron reformadores y puritanos? ¿solo e mundo puede dar sus puntos de vista? ¿Cristiano usted luego no cree en la inerrancia bíblica? ¿Es ella la autoridad? ¿La Biblia no es útil para enseñar, redargüir, corregir, instruir en justicia, ser perfectos, y estar preparados para toda buena obra (2 Tm 3:16-17)? ¿A quién sirve? ¿Lo que dice tiene lógica, sentido común?


Saquemos la Espada, citemos las Escrituras, confrontemos, como el Señor hizo con los Fariseos, cuando le preguntaron sobre la Resurrección, pues ellos erran ignorando las Escrituras y el poder de Dios (Mt 22:28-33). Cuestionémoslos como cuando el Señor lo hizo con los judíos que cuestionaban su Deidad (Mt 22:41-46). Tenemos que ser sagaces, estamos en medio de lobos, seamos astutos como serpientes (Mt 10:16-18). Igual no nos preocupemos, el Señor nos ayudará (Mt 10:19-20). Seamos sabios para el bien (Rm 16:19). Tenemos el Espíritu de Dios en nosotros, la mente de Cristo, la Sabiduría de Dios, Su Palabra, somos del Reino Eterno de Cristo, el de los hijos de la luz, no al de los hijos de este siglo, no al reino del Diablo.


Hermanos, ellos no pueden ser más sagaces que nosotros, aprendamos de Cristo y sus siervos fieles y sagaces. No sigan siendo estas palabras para nosotros: “Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes q los hijos de luz”.



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo (1 de Agosto de 2021): «¿MÁS SAGACES QUE NOSOTROS?».


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