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¡MI MANO PONGO SOBRE MI BOCA!



«He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca» (Job 40:4).

 

«Los que son verdaderamente conscientes de su pecaminosidad y vileza no buscan justificarse ante Dios, sino que se avergüenzan de haber albergado malos pensamientos, y, en señal de su vergüenza, ponen la mano sobre su boca… Cuando hemos hablado mal, debemos arrepentirnos, y callar. mi mano pongo sobre mi boca”. Como un freno, para reprimir todo pensamiento apasionado que pueda surgir en mi mente, y evitar que estallen en discursos intemperantes. Es malo pensar mal, pero es mucho peor, hablar mal, pues esto último es una concesión al mal pensamiento… Por tanto, si has pensado mal, pon tu mano sobre tu boca» (Matthew Henry).

 

1. JOB HABLA CON SOBERBIA.

 

Job habló con soberbia, queja, insensatez, e ignorancia ante Dios (Capítulos 3 al 31), sin embargo, Job había hablado al principio con sabiduría (Job 1:20-21); reprendió a su mujer por hablar con insensatez (Job 2:10). Pero poco después empezó a hablar con soberbia e insensatez:

 

Job maldice el día que nació (Job 3:3-4). Dijo que preferiría no haber nacido (Job 3:11-13). Cuestiona a Dios, del por qué los que sufren tienen que vivir (Job 3:20-23). Dijo con soberbia, que no callaría ante Dios (Job 7:11-12). Se queja, pues haga lo que haga, perderá con Dios (Job 9:29-31). Pide un juez para que juzgue su caso ante Dios (Job 9:33-35). Está harto de su condición, y le reclama a Dios con amargura por ello (Job 10:1-2). Le reclama a Dios, por hacer sufrir a quien había creado (Job 10:3, 8-10). Cuestiona a Dios por no ponerse en los zapatos del hombre (Job 10:4-6). Reclama a Dios el haberle dado vida (Job 10:18-19). Job también se jactaba de su justicia (Job 13:23). Se queja que Dios está contra él (Job 13:24-26). Acusa a Dios de vigilarlo todo el tiempo (Job 13:27; 14:16). Está harto del trato de Dios con él (Job 16:7-9). Culpa a Dios de entregarlo en manos de impíos (Job 16:11). Se queja que Dios le hiciera todo esto, cuando estaba tranquilo (Job 16:12). Se queja de Dios por quebrantarlo (Job 16:13-14). Se queja de no poder disputar con Dios en igualdad de condiciones (Job 16:21). Culpa a Dios de hacerlo burla del mundo (Job 17:6). Lo culpa de hacerlo su enemigo (Job 19:8-11). Cuestiona que Dios permita la prosperidad del impío (Job 21:7-13). Cuestiona que Dios no deje a los justos ver el castigo de los malos (Job 24:1-2). Acusa a Dios de quitarle su derecho (Job 27:2). Añora su felicidad anterior; reprocha a Dios que allí sí lo guardaba (Job 29:2-5). Culpa a Dios de hacerlo abominable a todos (Job 30:10-11). Se queja de no ser oído por Dios (Job 30:20-21). Acusa a Dios de ser indiferente, al no recompensar su integridad, ni tampoco castigar la iniquidad del impío (Job 31:1-3).

 

2. JOB RECONOCE SU VILEZA.

 

“Job volvió en sí y comenzó a rendirse en piadosa tristeza… Se reconoce como ofensor, sin justificarse… Ahora es consciente que ha pecado...  Job ahora se vilipendia tanto, como antes se había justificado y magnificado… había sido demasiado atrevido al exigir una audiencia con Dios (para justificarse, y exponer su caso); pero ahora se reconoce incapaz de estar ante Él; el peor gusano del estercolero que jamás se haya arrastrado sobre el terreno de Dios” (Matthew Henry).

 

JOB ES HUMILLADO POR DIOS: Le hace ver su insensatez e ignorancia (lo que no pudieron hacer sus amigos). En los capítulos anteriores (38 y 39), Dios empieza a poner en su sitio a Job, mostrándole su ignorancia de la creación y la Providencia Divina (Job 38:2-3). Después que Dios le muestra a Job lo incapaz, ignorante e insensato que era, lo cuestiona por contender con Él (V2). Job empieza a entrar en razón, y responde humillado, y reconoce que ha hablado de manera insensata (V4-5). Entiende que ha pecado y, por tanto, se califica de vil. Dios sigue poniendo en su sitio a Job; mostrándole su poder versus su debilidad humana (V7-14). Ver la Gloria y el poder de Dios, debería humillarnos, y callar; ver la Gloria de Cristo, nos debería humillar. Si no lo hacemos, tarde o temprano seremos humillados, cuando partamos de esta tierra (He 9:27; Ap 20:12). Todos se humillarán ante Cristo el Señor (Fil 2:10-11).

 

SOMOS VILES: Job había sido ligero en palabras y argumentos; creía que sus acciones, e integridad, eran justas y perfectas; pero en la balanza de la justicia de Dios, no era así, eran viles. Las naciones son viles comparadas con Dios (Is 40:15-17). La luna y las estrellas también son viles comparadas con el Señor (Job 25:5). Y el hombre aún más, es vil gusano delante Dios (Job 25:6). Abraham se ve como polvo y ceniza cuando intercede ante Dios por Sodoma (Gn 18:27). Jacob se ve indigno de las misericordias de Dios (Gn 32:10). David se llama a sí mismo perro muerto y pulga, al ser perseguido por Saúl (1 S 24:14). Isaías dice de sí, que es de labios inmundos al contemplar la gloria y santidad de Dios (Is 6:5). Elías al huir a Horeb, reconoce no ser mejor que sus padres (1 Ry 19:4). Pedro al ver su incredulidad en la pesca milagrosa, reconoce su pecaminosidad natural ante Cristo (Lc 5:8). Pablo se ve como un abortivo por su llamado (1 Co 15:8). Juan ante Cristo y su revelación de Apocalipsis, cae como muerto (Ap 1:17).

 

DEBEMOS ENVILECERNOS: Al ver nuestros pecados, y reconocer al Señor. Job se envileció cuando vió su pecado (Job 42:6). David se envilece por su necedad al censar al pueblo (2 S 24:10). David, después de pecar con Betsabé, se envilece al reconocer haber nacido en maldad (Sal 51:5). Daniel se envilece al reconocer los pecados e iniquidades del pueblo, y la grandeza de Dios (Dn 9:5-6). Esdras también se envilece y avergüenza ante Dios por el pecado del pueblo (Esd 9:6, 15). Esdras se envilece ante Dios, confesando lo malo que hicieron como nación (Neh 9:33). Cristo se envileció, se llamó a sí mismo gusano, haciendo referencia a la opinión que los hombres tenían de Él (Sal 22:6). Los apóstatas pisotean a Cristo como gusano, pero sufrirán la Ira de Dios (He 10:29). Debemos envilecernos al ver nuestros pecados cargados sobre Cristo (Is 53:5-6). El hijo pródigo vuelve en sí, y reconoce su vida vil de inmundicia, y clama al cielo por misericordia (Lc 15:17-19). El publicano ve su vileza, y ruega por propiciación de sus pecados (Lc 18:13). Debemos envilecernos al ver la inutilidad de nuestras obras para salvarnos (Is 64:6). Pablo aunque con grandes abolengos, se envilece, y reconoce haber sido el mayor de los pecadores (1 Ti 1:15).

 

Dios escoge para salvar, lo vil y menospreciado del mundo (1 Co 1:27-29). Y aunque somos viles gusanos, no debemos temer, como le dijo Dios a Jacob (Is 41:14). Aunque el hombre es vil, Dios se acordó de él al visitarlo con Su Hijo; y además lo engrandeció sobre la creación (Sal 8:3-5).

 

3. JOB CALLA ANTE DIOS.

 

“Mientras sus amigos hablaban con él, les respondía, porque se consideraba tan bueno como ellos; pero cuando Dios habla con él, no tuvo nada que decir, pues comparado con él, se ve a sí mismo como nada, menos que nada, peor que nada, vanidad y vileza… “Qué te responderé?". Dios exigió una respuesta (V2: “¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto”)… Promete no ofender más (decide callar)…” (M. Henry).

 

Todos callaban ante Job (Job 29:8-9). Mandó callar a sus amigos sobre los tratos de Dios con Él, pero él no quiso callar ante Dios (Job 21:5). Pero ahora Job calla ante el Señor y sus designios. Dios derriba su orgullo y soberbia. El que habló tan grandemente y de una manera tan soberbia ante Dios; ahora no tiene nada que decir de sí mismo. Ponerse la mano sobre la boca, es una demostración de sumisión total. Job sabía que abrir la boca para contender con Dios, era insensatez (Job 9:1-4). Él sabía que su boca lo condenaría (Job 9:20). Job intentó refutar a Dios, pero tuvo que tragarse sus palabras (Ro 3:4). Job solo conocía el borde de los caminos de la Providencia de Dios (Job 26:14). Job reconoce el poder y sabiduría de Dios, y la insensatez de sus palabras (Job 42:2-3). Job se arrepiente de sus palabras, las calla, y ahora busca ser enseñado por Dios (Job 42:4-6).

 

Callemos ante los tratos de Dios (Sal 39:9-10). En el cielo callan ante sus sellos (Ap 8:1). Jesús calló ante sus trasquiladores (Is 53:7). Jesús calló ante la injusticia de su juicio (Mt 27:14). El mundo callará ante Dios (Miq 7:16-17). La tierra debe callar ante Él (Hab 2:20). Todo hombre debe callar ante Él (Zac 2:13). La Ley de Dios calla al hombre y lo deja convicto bajo su juicio (Ro 3:19). Toda lengua callará ante Cristo y confesará que Él es el Señor (Fil 2:10-11). Si hemos hablado neciamente contra Dios, pongamos nuestras manos sobre la boca (Pr 30:32). Callemos para no pecar delante del impío, como hizo David (Sal 39:1-2). Job sabía, aunque lo había olvidado, que tenía un Redentor que resucitaría, para que él viera un día a Dios (Job 19:25-27). Job fue probado, y finalmente, salió aprobado (Job 23:10).

 

¡Callemos, pongamos nuestras manos sobre nuestra boca! “He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca”.



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo 9 de Febrero de 2025: ¡MI MANO PONGO SOBRE MI BOCA!



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