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¡NI ERROR, NI IMPUREZA, NI ENGAÑO!

«Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño» (1 Tesalonicenses 2:3).


Esto, sin duda, fue asunto del mayor consuelo para el apóstol: la conciencia de su propia sinceridad. Fue el evangelio sincero e incorrupto que predicó y los exhortó a creer y obedecer. Su objetivo no fue establecer una facción, atraer a los hombres a un partido, sino promover la religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre. El evangelio que predicó “no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño” (Matthew Henry).

1. ACUSAN A PABLO Y LOS APÓSTOLES.


Pablo y los apóstoles, aunque habían exhortado al pueblo a abandonar sus malos caminos y volverse a Dios por medio de Cristo, fueron acusados por sus enemigos de predicar mentiras, hacerlo con intenciones o deseos impuros, y haciendo artimañas para engañar al pueblo.


Les podían decir cosas como estas: “Su exhortación proviene del error. Son impostores, autoengañados”, “Sus motivos no son puros”, “Usan artimañas para atraer auditorio”. Fueron acusados también de herejes (Hc 24:5-6). Los calumniaban de desear males (Ro 3:8). Fueron perseguidos y despreciados (1 Co 4:10-12). Fueron sentenciados a muerte (1 Co 4:9). Eran la escoria del mundo (1 Co 4:13). Como a Cristo, que fue acusado de: blasfemo, impostor, glotón, borracho, amigo de pecadores, blasfemar el Día de Reposo, echar demonios en nombre de Beelzebú ¡Por eso lo persiguieron y mataron!


Pablo niega estas tres acusaciones, realzando la verdad contra la mentira. Él no tenía motivación mundana para predicar, su exhortación era verdadera y pura, su intención al hablar era sin maldad, él evitaba el halago, la codicia, la ambición y la vanagloria (V1-6). Tenía amor por ellos, entrega, trabajo, no era carga, era sincero, tenía un excelente testimonio de vida cristiano, predicó siempre la verdad, exhortó a la santidad. Y todos ellos podían testificarlo (V7-12).


Su exhortación “no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño”.


2. NO PROCEDIÓ DEL ERROR.


Su exhortación era verdadera y fiel; no era una falacia, ni una fábula ingeniosamente tramada. Consistía en nada más que la verdad, anunciaba la Palabra de Verdad. No procedía de intención alguna de engañar a las personas; no eran impostores, ni predicaban herejías.


SU EXHORTACIÓN NO PROCEDÍA DEL ERROR. Como la de los falsos profetas y maestros. Que introdujeron herejías (2 P 2:1). Que se recreaban en sus errores (2 P 2:13). Que se extraviaron del camino recto (2 P 2:15). Que torcían las Escrituras (2 P 3:16). Que predicaron otro evangelio (Gál 1:7-9). Que convirtieron en libertinaje la gracia de Dios (Jud 1:3). Hoy vemos de manera general, dos tipos de desviaciones: 1. En la doctrina de la Justificación. 2. En la doctrina de la Santidad. En el primer grupo vemos los Ecuménicos (contra: Sola Fe, Solo Cristo), aceptan falsas creencias, salvación por obras (Catolicismo romano, Judaísmo, Islam, religiones orientales, moralistas, y hasta ateos). En el segundo grupo vemos los antinomianos (contra: vidas santas, apartadas del mundo), para ellos la santidad es legalismo, fariseísmo, salvación por obras, por eso son tibios, mundanos, sin celo. Todos ellos, proceden del error, predican otro Jesús, otro espíritu, otro evangelio (2 Co 11:4). No los toleremos, no los recibamos (2 Jn 1:10).


SU EXHORTACIÓN EN CAMBIO PROCEDÍA DE LA VERDAD. De las Escrituras. Hablaron lo que Cristo hizo y enseñó (Hc 1:1-3). Habían visto Su majestad (2 P 1:16). Anunciaron lo que oyeron, vieron y palparon (1 Jn 1:1-3). Pablo recibió el evangelio por revelación de Cristo (Gál 1:11-12). Predicaban a Cristo crucificado, predicaron contra el moralista religioso, y contra el humanista libertino (1 Co 1:23-24). Nuestra exhortación debe proceder de la Verdad, de la Biblia, de Cristo, de Su evangelio, de lo que predicaron los profetas, los apóstoles, Pablo, lo que vieron y oyeron, debe proceder de las grandes doctrinas y practicas históricas, de las sendas antiguas.


No debemos avergonzarnos, somos columna y baluarte de la Verdad (1 Ti 3:15), somos la luz del mundo, no podemos escondernos (Mt 5:14), somos la sal de la tierra, no nos desvanezcamos (Mt 5:13). Tenemos la Palabra de Verdad, anunciémosla. Seamos fieles a las Escrituras como ellos, sigamos predicando, así digan de nosotros lo que digan (Hc 24:14-15).


3. NI DE IMPUREZA.

Su mensaje era puro y santo, digno de Su Santo autor, que desecha toda forma de impureza. No brotó de ningún afecto impuro por ningún pecado, por el aplauso popular, o por el interés mundano; no se confabularon con la inmundicia, ni la practicaron, como lo hicieron los falsos maestros, no enseñaron ninguna doctrina que la alentara.


SU EXHORTACIÓN NO PROCEDÍA DE LA IMPUREZA. Como la de los falsos maestros. Que vivían para satisfacer su vientre (Fil 3:18-19). Que andaban en concupiscencia e inmundicia (2 P 2:10). Que eran manchas inmundas en la iglesia (2 P 2:13). Que tenían los ojos llenos de adulterio (2 P 2:14). Que eran esclavos de corrupción (2 P 2:19). Hoy se enseña un Evangelio carnal, tibio, light, mundano, antinomiano, que incita a desobedecer a Dios, al libertinaje, la avaricia, a amar el mundo y sus deleites, un evangelio que no aparta del pecado y el mundo. Son esclavos de su carne, por eso enseñan así. Sin poder del Espíritu Santo, solo palabras. En algunos casos, mucha doctrina, poca práctica, en otros, solo dones, nada de fruto. Su exhortación procede de la impureza, están envanecidos, por eso no enseñan la doctrina conforme a la piedad (1 Ti 6:3). Son corruptos y avaros (1 Ti 6:5).


SU EXHORTACIÓN EN CAMBIO PROCEDÍA DE LA PUREZA Y SANTIDAD. Buscaban apartarse del pecado y el mundo. Enseñaban la religión pura y sin macula delante de Dios (Stg 1:27). Enseñaban a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos (Ti 2:11-12). Llamaron a apartarse del mundo y a vivir en santidad (1 P 1:14-15). Instruyeron en la santificación y apartarse de la fornicación (1 Ts 4:2-3). Eran ejemplo de sana doctrina, pero también de santidad (1 Ts 4:1). Eran imitadores de Cristo (1 Co 11:1).


Nuestra exhortación debe proceder de la pureza y santidad, nuestra vida debe ser coherente con eso, debemos llevar a los hombres a que se aparten del pecado, el mundo y todo lo que ofenda al Señor, no como los falsos profetas de Israel (Jer 23:22).


4. NI FUE POR ENGAÑO

No tenían objetivos siniestros y mundanos. No había designio engañoso en su mensaje, nada impuro e inmoral. No usaron artimañas ni artificios; su mensaje era simple y sencillo, sin mancha ni engaño, sin deshonestidad, astucia y manejo engañoso de la Palabra.


SU EXHORTACIÓN NO FUE POR ENGAÑO. Como hicieron los falsos profetas y maestros engañadores. Que usaban sus señales y prodigios para engañar (Mt 24:24). Como el Hombre de Pecado, que hace/hará señales y prodigios mentirosos (2 Ts 2:9). Como la Bestia que engaña a los moradores de la tierra (Ap 13:13-14). Como los falsos maestros que solo venían a robar, matar y destruir (Jn 10:10). Que se disfrazaban como ministros de Cristo (2 Co 11:13-15). Que se mostraban como pastores del rebaño, pero eran cobardes asalariados (Jn 10:12-13). Que usaban todo tipo de estratagemas para engañar (Ef 4:14). Que usaban palabras fingidas para mercadear con la fe (2 P 2:3). Que seducían a las almas inconstantes (2 P 2:14b). Que incitaban la carne del que había salido del error (2 P 2:18). Que adulaban para aprovecharse (Jud 1:16). Hoy hay muchos que buscan engañar, desviar de la fe, apartar del camino, introducir herejías, torcer las Escrituras, aprovecharse, unir en yugo desigual (luz/tinieblas, iglesia/mundo, santo/profano, Cristo/Belial, Templo-Dios/Ídolos). Todos ellos, si usted los oye, lo pueden apartar del camino de la verdad, y llevar a la perdición eterna, como hace el Anticristo engañando a los incautos (2 Ts 2:10).


SU EXHORTACIÓN EN CAMBIO FUE SINCERA. Sin motivos malignos con el fin de engañarlos y aprovecharse. Como Moisés que nunca tomó nada del pueblo ni les hizo mal (Nm 16:15). O como Samuel que además, nunca calumnió ni agravió a nadie (1 S 12:1-4). O como Pablo que no codició nada de los hermanos (Hc 20:33-34). O como Tito que a nadie engañó (2 Co 12:17-18). A nadie agraviaron, corrompieron, ni engañaron (2 Co 7:2). Hablaron la verdad con limpia conciencia (Ro 9:1-2). No fueron con sabiduría humana, sino en el poder de Dios (1 Co 2:4-5). No falsificaron la Palabra, hablaron sinceramente delante de Dios (2 Co 2:17). Renunciaron a lo oculto y vergonzoso, no adulteraron la Palabra (2 Co 4:2).


Recordemos que los engañadores seducen a las almas inconstantes, tenga cuidado (2 P 2:14). Ellos usan suaves palabras y lisonjas para engañar los corazones de los ingenuos, cuidado, discierna (Ro 16:17-18). Oremos para ser librados de ellos (2 Ts 2:3). Debemos estar velando, orando, escudriñando la palabra, con discernimiento en el Espíritu. No todo el que nos llama hermano, es hermano, no todo el que dice Señor, es del Señor, no todo el que confiesa de labios a Cristo, es de Cristo. Debemos ser como los creyentes de Berea, siempre vayamos a las Escrituras para ver si lo que nos dicen es la verdad, y miremos también su testimonio de vida cristiana. Son tiempos de mucho engaño y apostasía. Estemos firmes en lo que hemos aprendido (2 Ts 2:15). Ustedes nos conocen hace varios años, hemos caminado esta carrera juntos, hemos pasado muchas cosas, hemos vivido juntos, no somos perfectos, hay aún mucho pecado aún en nosotros, estamos rodeados de debilidad, perdonen por eso. Pero somos sinceros ante Dios, podemos mirarlos a los ojos, amamos sus almas, queremos servir fielmente a Cristo, queremos que ustedes caminen el camino de santidad, que entren todos por la puerta estrecha y caminen el camino angosto, y lleguemos juntos a la gloria eterna.


Esa es la exhortación que procuramos hacer a diario, oren para que en nosotros no haya error, ni impureza, ni engaño, como Pablo y los apóstoles. “Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño”.



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo (21 de Mayo de 2023): «¡NI ERROR, NI IMPUREZA, NI ENGAÑO».



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