«Hizo él lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no de perfecto corazón» (2 Crónicas 25:2).
Amasías no era un enemigo abierto de la religión. Hizo cosas rectas según la Ley de Dios, obedeció lo que Dios mandaba, mató a los siervos que mataron a su padre, y no a sus hijos, como decía la Ley; organizó al pueblo para la guerra, sin embargo, los lugares altos no fueron quitados, y el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso; era un creyente de labios, su corazón estaba alejado de Dios, no era de perfecto corazón, como David su padre (2 Cr. 25:1-6, 2 Ry 14:1-6).
Así es la Iglesia nominal, confiesa ser cristiano, se congrega, ora, lee la Biblia, abandona pecados escandalosos, pero a la vez, tienen prácticas idólatras (navidad, semana santa, misticismo-carismáticos, maldiciones generacionales, yoga, etc); es laxa con las falsas religiones, los idólatras, no es celosa por la casa de Dios.
Muchos en la iglesia visible, son como Amasías, hacen algunas cosas rectas, lo que no les cuesta, lo fácil, lo que no les implica negarse, morir a ellos, dejar los ídolos de su corazón; obedecen a medias, de labios, no son radicales, firmes, celosos, santos, temen al mundo, son creyentes nominales, no tienen el celo el Señor, no han nacido de nuevo, no tienen un corazón regenerado, perfecto delante de Dios.
Hacen cosas bíblicas externamente como los fariseos, las usan como pretexto para sacar provecho, para no obedecer lo importante; enseñan sana doctrina, en la cátedra de Moisés se sientan, oran, con largas oraciones públicas, evangelizan, recorren mar y tierra para ganar prosélitos, diezman, siguen a los profetas, edifican sus sepulcros. El Señor los reprendió, porque dicen y no hacen, atan cargas pesadas que no quieren llevar, son ladrones, codiciosos, devoran las casas de las viudas, manipulan la Escritura, olvidan la verdadera justicia, misericordia y fe, son limpios por fuera, hipócritas, sepulcros blanqueados, generación de víboras, odian a los siervos fieles (Mt 23:2-34). Su corazón no es perfecto, guardémonos de ellos (Lc 12:1).
Obedecen la segunda parte de la Ley, como el joven rico, pero no está dispuesto a dejar sus tesoros amados por Cristo (Mt 19:20-22). No comete pecados escandalosos, no es un asesino, no tiene amantes, no es un ladrón profesional, un mentiroso, es buen hijo, amoroso con el impío, dice creer en Dios. Es un moralista, buena persona a ojos del mundo, amado, respetado. Se lleva bien con el moralista o el que confiesa cualquier falsa religión. Se puede unir a ellos, a los idólatras, anatemas, malditos, que toman el nombre de Dios en vano, en marchas, congresos, eventos, causas sociales-civiles, para combatir la inmoralidad, el libertinaje, el ateísmo. Como los israelitas en tiempos de Oseas, tienen un corazón dividido entre el mundo y el Reino de Cristo (Os 10:1-2). Como Salomón en sus tiempos de mayor riqueza, su corazón dividido entre Dios y las mujeres, desviado hacia el placer e idolatría (1 Ry 11:4-5). Aman sus tesoros terrenales; y estos le impiden entregarse a Cristo, allí está su tesoro, allí está su corazón (Lc 12:34).
Se conforman con dejar lo que no les cuesta, no dejan lo que ama. Cristo no es su Tesoro escondido que halló, no es su Perla de gran precio, su corazón no es perfecto. Hacen lo que les toca, no dan una milla de más, son siervos inútiles, no aman al Señor (Lc 17:10). Obedece cosas externas, hace el devocional, se congrega, sirve, ofrenda, deja pecados condenados por el mundo en general, pero nunca están dispuestos a negarse a sí mismos y tomar la cruz. No van más allá de lo que deben hacer, siempre están en el límite de lo santo y lo profano, en el ¿puedo, no puedo? ¿Acaso si hago o aquello me voy a condenar? Se conforman con lo mínimo, nunca están dispuestos a sacrificarse ni a morir por Cristo. Hacen obras externas para ellos, es árbol malo que no puede dar fruto bueno, será echado al fuego (Mt 7:18-19), su corazón no es perfecto, no fue sembrado por el Padre (Mt 15:13).
Les importa lo externo, lo que los hombres ven, no les importa el interior de su corazón, lo que ve el Señor. Enseñan como doctrinas mandamientos de hombres, violan la Ley de Dios (Mt 15:5-12). Enseñan sus propias normas y reglas, con apariencia de piedad, santidad, reverencia, pero desobedecen la Ley de Dios. Para ellos, sana doctrina es seguir o tener las tradiciones denominacionales, confesiones, el culto perfecto, una cobertura.
Cristo dijo que los falsos maestros tendrían dones, profetizarían, echarían demonios, harían milagros (Mt 15:5-12). Así hoy muchos, evangelizan, son elocuentes, tienen fama, éxito eclesial, megaiglesias, hacen obras sociales, son reconocidos. Esa es su justicia delante de Dios, no la justicia de Cristo. Dios conoce sus corazones, y sabe que son hacedores de maldad. Buscan dones, no fruto, buscan como Simón el mago, comprar el Don de Dios (Hch 8:21-23). Quieren lo que les de reconocimiento, fama, no quieren santidad, morir. En Hiel de amargura y prisión de maldad están.
Buscan a Dios por interés, viven en vanidad, son lisonjeros con el Señor, no están firmes en la Roca (Sal 78:32-37). Son hipócritas, atesoran ira, clamarán y no serán escuchados, en perversión terminarán (Job 36:13-14). Se justifican delante de los hombres, pero son avaros, codiciosos (Lc 116:15). Su corazón está lleno de adulterio y codicia (2 Ped 2:14). Al Señor nadie lo puede engañar, conoce el corazón humano, el del hipócrita, escudriña la mente y el corazón (Jer 17:9-10). Él no mira la apariencia, Él mira el corazón (1 Sam 16:7)
El creyente genuino, en cambio, no es como Amasías. Hace lo recto y es de perfecto corazón. No obedece al Señor a medias, obedece todo Su consejo. Y si bien él en sí no es perfecto, y cae eventualmente, su objetivo de vida es honrarlo en todo. Su corazón, si bien aún tiene rezagos de maldad, es sincero, no es hipócrita, es perfecto delante de Dios.
Es obediente a los mandamientos de Dios, tiene un corazón nuevo, de carne, un espíritu nuevo (Ez 36:25-27). Ha sido salvado, justificado, perdonado, limpiado de sus inmundicias, ídolos y pecados. Ya no tiene un corazón de piedra, rebelde, duro y enemigo de Dios. Es un corazón nuevo, de carne, manso, dócil a la voz Divina. El Espíritu Santo mora en él, y lo hace andar en los caminos del Señor. Esta bajo el nuevo Pacto, sellado con la Sangre de Cristo para obediencia (Heb 8:8-12; Jer 31:31-34). La Ley de Dios está en su mente, en ella medita día y noche, la tiene grabada en su corazón, es su delicia, por eso obedece sinceramente, da fruto perdurable (Sal 1:2-3).
Pero sobretodo, su corazón arde por Cristo y Su Palabra (Lc 24:32). Iglesia, podemos hacer muchas cosas por Él, rectas de acuerdo con Su Ley, pero si nuestro corazón no arde por Cristo, si no lo amamos verdaderamente, de nada sirve (1 Cor 13:1-3). Quién no ame a Cristo, es maldito (1 Cor 16:22). El Señor demanda que lo amemos de todo corazón, es el principal mandamiento (Mc 12:29-30, Lc 10:25-28). No probemos al Señor como los escribas e intérpretes de la Ley, no busquemos la forma de evadir Sus mandatos. Escuchemos las Palabras de Cristo “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?… haz esto, y vivirás”.
Un corazón perfecto hace todo lo que Dios quiere, lo obedece, está dispuesto siempre a hacerlo, como David, que tenía un corazón conforme a corazón de Dios (Hch 13:22-23). Dios busca corazones perfectos para hacer Su obra, y desecha a los que no tienen un corazón perfecto (1 Sam 13:14). Dios sabe si nuestro cristianismo es de corazón, genuino, sin apariencias externas, si nuestro corazón es perfecto. Al Señor no lo podemos engañar, no hagamos como el fariseo hipócrita, Él conoce cada corazón, Él mira nuestro corazón (1 Sam 16:7, 12-13). El cristiano que tiene un corazón perfecto se humilla por su pecado, reconoce sus rebeliones, reconoce la justicia y rectitud de Dios, no es hipócrita, ama la verdad en lo íntimo, busca día a día ser más puro, santo, un corazón limpio, un espíritu recto (Sal 51:6-10).
¿Hemos clamado al Señor así? ¿Hemos llorado amargamente por nuestros pecados? ¿Nos hemos humillado por perdón, misericordia, y reconocido Su Justicia? ¿Cuándo hemos caído hemos descubierto nuestros pecados, sin esconderlos? ¿Tenemos un corazón perfecto como el David Su siervo? ¿Podría decir de nosotros lo que dijo de David?: “Levántate y úngelo, porque éste es”. Si no es así, su corazón es como el de Amasías, que hace algunas cosas rectas, pero no es de perfecto corazón. Humíllese ante Dios, busque el perdón en Cristo, pida un Espíritu nuevo, invóquelo, búsquelo de todo corazón, lo hallará por fin, y será librado de su cautividad (Jer 29:12-14). Así seremos como nuestro Padre quiere que seamos, perfectos como Él demanda (Mt 5:48)
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
Escucha el sermón del domingo (21 de Junio de 2020): «¡NO DE PERFECTO CORAZÓN!»:
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