«No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca» (Hebreos 10:25).
Aparentemente algunos miembros de la congregación (hebreos, dirigida la epístola) mostraban descuido en su asistencia a los cultos (común en el siglo I). Lo hacían a sabiendas, desertando de la comunión de los santos.
John Gill nos dice: “No renunciar a reunirnos juntos (Episunagoge: juntarse, congregarse). Abandonar tal reunión es una gran infrecuencia en la asistencia con los santos, un vagabundeo de un lugar-otro, conlleva a una completa apostasía. Es deber de los santos reunirse para el culto público. 1. Por causa de Dios (lo ha designado, aprueba, para Su gloria). 2. Por causa de los santos (deleitados, refrescados, consolados, instruidos, perfeccionados, edificados). 3. Por causa de otros (convencidos, convertidos, llevarlos a Cristo); y a imitación de los santos primitivos. No se debe dejar de congregarse; pues es abandonar a Dios y sus propias misericordias, y los tales son como abandonados por Dios; no saben lo que se pierden; y es el primer paso visible hacia la apostasía, y a menudo desemboca en ella. En nuestros días, esta mala práctica surge a veces de la vana presunción de no tener necesidad de ordenanzas, un amor excesivo al mundo, y una gran decadencia en el ejercicio de la gracia. Los judíos cuentan entre los que descienden-infierno, perecen, y no tienen parte en el mundo venidero a <los que se apartan de los caminos de la congregación>; es decir, quienes no cumplen con los deberes de la misma. Debemos exhortarnos a la oración, asistir al culto público, a considerar todos los deberes de la religión. Y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Ya sea el día de la muerte, el día del juicio o la destrucción de Jerusalén (estaba cerca), y animarlos a cumplir diligentemente su deber”.
1. Contexto.
Estas palabras, dichas por el autor de Hebreos, son en el contexto de la diferencia entre el antiguo y el nuevo pacto, y previas a la advertencia contra la apostasía.
En los versos 1-18 vemos la insuficiencia de los sacrificios para quitar el pecado versus el sacrificio perfecto de Cristo. En los versos 19-25 nos presenta el acceso del creyente a Dios a través de la sangre de Jesucristo, nos anima a la perseverancia de la fe, el amor y los deberes mutuos. Posteriormente, en los versos 26-31, vemos el peligro de la apostasía. Separarse del cuerpo visible de Cristo, llevará, tarde o temprano, a separarse del cuerpo invisible de Cristo, llevará a la apostasía total.
Muchos dicen: Yo no necesito de una iglesia, un pastor, tengo una relación personal con Dios, mi pastor es Cristo. ¡Cuidado! Apartarse de la iglesia visible por vivir libremente, no darle cuentas a nadie, lo llevará a descarriarse, está en peligro de una apostasía total, si no se arrepiente. Siempre los santos se reunían, hay excepciones claro (Exiliados como Juan en Pastmos, sin iglesia donde vive). Sin embargo, usted puede buscar otros creyentes para crecer. Solo es muy difícil perseverar, terminará apartado del Señor, en apostasía, no se nutre del cuerpo de Cristo. Cristo es la cabeza, pero tiene un cuerpo, Su iglesia, no está el uno sin el otro (1 Cor 12:21).
2. No dejemos de congregarnos.
La iglesia cristiana siempre se ha caracterizado por congregarse. Esto es esencial en la vida y practica de ella, y así lo ha sido a través de la historia. Por eso la advertencia es: “no dejemos de congregarnos”.
Iglesia (Gr. Ekklesia) significa: reunión de gente, reunión de ciudadanos llamados desde sus hogares a un lugar público. La Septuaginta utiliza esta palabra para traducir la palabra hebrea “qâhâl”, que quiere decir: congregación, asamblea, compañía o cualquier otro cuerpo organizado (para referirse a las reuniones cristianas).
Gracias a la “pandemia”, hoy la mayoría de las iglesias cuentan con un “récord” de asistencia de sus miembros durante el último año. Muchos hallaron la manera de seguir asistiendo al trabajo, al banco, al supermercado, al centro comercial, al parque, al restaurante, a bodas, reuniones, cumpleaños, cine, gimnasio y hasta salir a vacaciones (usando todo tipo de transporte público masivo). ¡Ah pero congregarse no! Hay que ser “precavidos” dicen ellos, no hay que llevar la fe al extremo de la “imprudencia”. Los judíos nunca dejaron de congregarse, de guardar el sábado, tampoco la iglesia neotestamentaria, aun en medio de lepra, enfermedades, persecuciones de imperios, guerras, etc.
Debemos congregarnos, eso sí, bíblicamente, con los protocolos del Señor: Respirando libremente, alabando a viva voz, saludándonos con ósculo santo, orando e imponiendo manos sobre los enfermos, bautizando cuando se requiera, tomando la cena reunidos, escuchando presentes la Palabra. Así se reunía la iglesia del Nuevo Testamento; y nunca dejaron de hacerlo, tampoco los judíos del Antiguo Testamento. En verdad vivimos en la generación más tibia y dormida. Dicen muchos: “Dios no habita en templos construidas por manos humanas, entonces, el culto virtual es más que suficiente”. Y por supuesto que Dios no habita en templos construidos con manos humanas, pero Él habita en medio de su pueblo cuando se reúne en su nombre. Donde sea, en una casa, cueva, montaña, salón, edificio, donde sea; como siempre lo fue, familias cristianas iban y se reunían con otras familias. La iglesia visible hoy, en su mayoría lleva 18 meses sin congregarse, y las que si lo han hecho, lo han hecho con los protocolos del César. La iglesia visible lleva 18 meses desobedeciendo al Señor. ¿Qué esto no es un ataque a la iglesia? ¿Qué el gobierno solo quiere cuidarnos? Satanás es muy astuto, y la iglesia cayó en su engaño. Sí, es un ataque a la iglesia, apagaron la iglesia, está cada vez más tibia, dormida, sin discernimiento, y endurecida. Sin congregarse, es totalmente vulnerable. Hay verdaderos cristianos que no pueden congregarse en una iglesia (exiliados, sin iglesia donde vive), pero están tristes, buscando, se reúnen con otros hermanos a orar, leer la Palabra. Pero la mayoría de la iglesia hoy está tranquila, cómoda, con sus cultos virtuales. ¡Eso no es iglesia!
La iglesia tiene su vida y esencia congregándose. Estaba congregada cuando Cristo resucitó, los discípulos estaban reunidos un domingo, se les apareció, era su lugar de resguardo (Jn 20:19). Estaba congregada, todos unánimes el primer día de la semana, cuando se derramó el Espíritu Santo en pentecostés (Hch 2:1, 42). Estaba congregada para escuchar la Palabra y partir el pan, un domingo, y hasta la medianoche (Hch 20:7-8). Se congregaba como iglesia para celebrar la Cena del Señor, fuera de sus casas, iban las familias cristianas a un lugar de reunión (1 Cor 11:17-22). Recogían ofrendas como parte de lo que hacían reunidos el día domingo (1 Cor 16:1-2). Ejercía disciplina bíblica, congregados en su nombre, llegaban a acuerdos juntos, Cristo estaba presente (Mt 18:17-20). Cuando elegían diáconos, como cuando escogieron el reemplazo de Judas (Hch 1:13-15). La iglesia solía reunirse a orar, en sitios específicos, fuera de sus casas, con otros creyentes (Hch 16:16). Cuando profetizaban y hablaban en lenguas, se reunían en un solo lugar (1 Cor 14:23-24).
Esta siempre ha sido la práctica de la iglesia cristiana, vive congregada, muchos murieron por obedecer esto; reyes, príncipes, imperios, han querido acabarla, dividirla y destruirla, pero no han podido, porque la iglesia de Cristo es invencible, está fundada sobre un Roca indestructible, y nada ni nadie la destruirá (Mt 16:28). Los tibios, cobardes, pusilánimes, que se llaman iglesia, y no lo son, sino sinagoga de Satanás (Ap 2:9), que se rindieron al César, la Bestia, Su Reino; allá ellos, le darán cuentas a Dios, pobres almas miserables.
Nosotros honremos a nuestro Señor, nuestro gran Sumo Sacerdote, Profeta, Rey. “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”.
3. Perseveremos congregados.
Dice Hendriksen & Kystemaker: Todos los miembros de iglesia tienen la tarea comunitaria de alentarse mutuamente todos los días. Juntos llevamos la responsabilidad, puesto que somos el cuerpo de Cristo. Como cristianos debemos mirar hacia el futuro, hacia el día en que Jesús volverá. Cuanto más nos acercamos a dicho día, tanto más activos debemos estar en animarnos unos a otros.
Debemos congregarnos si, pero siendo útiles en el cuerpo de Cristo. Todos tenemos dones para poner al servicio de la iglesia (Rom 12:6-16). Debemos ser cristianos valiosos en su pueblo. Diligentes, proactivos, ayudar a los que están en necesidad, disponiendo nuestros recursos, aceptando y dando consejos bíblicos, sin traer levadura, viviendo en santidad, sin rebeldía, siendo un buen cristiano, no una carga al cuerpo. No debemos conformarnos con solo asistir, debemos tener una devoción de corazón, amar hacerlo, deleitarnos, gozarnos, añorar el día de la reunión, pues allí nos congregamos en honor a Cristo, y nos deleitamos en la compañía de su pueblo, con el cual estaremos en el cielo eternamente. Todos necesitamos de todos, todos somos necesarios (1 Cor 12:21-22). En los padecimientos y en la honra (1 Cor 12:26). Exhortémonos a caminar el camino de la iglesia de Cristo, estimulémonos a amarnos, a hacer lo bueno (V23-24). Exhortémonos a no caer en incredulidad y endurecimiento (Heb 3:12-13). Es un don, usémoslo bíblicamente (Rom 12:8). La predicación incluye la exhortación (1 Cor 14:3).
Cristo viene y resucitaremos, alentémonos unos a otros (1 Ts 4:17-18). La iglesia es una de las dos más importantes instituciones, junto con la familia, que Dios creó. La iglesia se compone de familias, pero es más importante que la familia en carne, si está no hace parte de la familia de la Fe (Gál 6:10). La iglesia es la familia de Dios, la familia de Cristo (Mt 12:49-50). Somos de la iglesia, de la familia de Dios, esposa, novia, amada de Cristo; somos su cuerpo, su bendecida iglesia, por la cual murió y se entregó, animémonos y edifiquémonos juntos (1 Ts 5:10-11). Cristo verdaderamente murió por su iglesia, únicamente por ella, para santificarla, no lo hizo así por el resto del mundo (Ef 5:25-27). Derramó toda su bendita sangre por ella, y solo por ella (Lc 22:20). El día se acerca, mantengamos nuestra santa profesión, acordémonos de lo que hemos vivido (V32-36). Discernamos los tiempos, Cristo está cerca (Mt 24:32-33). Levantémonos del sueño, vivamos en luz, el Día se acerca (Rom 13:11-12). Regocijémonos en Cristo, que está cerca (Fil 4:4-5). Él fin se acerca (1 P 4:7). Seamos pacientes hasta su Venida o encuentro con Él (Stg 5:7-8). Él no tarda, espera su arrepentimiento (2 P 3:9). En poco viene el Señor, vivamos por fe, no retrocedamos jamás (V37-39). El Señor siempre tendrá una iglesia congregada en Su nombre hasta que vuelva. Sigamos reuniéndonos como Él manda, anunciemos su muerte hasta que vuelva (1 Cor 11:26). El Señor se deleita en ver a su pueblo congregado como Él manda (Sal 133:1).
No dejemos de congregarnos, como la iglesia tibia de hoy ya lo tiene por costumbre, sigamos haciéndolo como hasta ahora, perseverando juntos, Cristo está cerca. “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (29 de Agosto de 2021): «¡NO DEJANDO DE CONGREGARNOS!».
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