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¡NO TODO EL QUE DICE: “SEÑOR, SEÑOR”…!

Actualizado: 25 oct 2022

«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad» (Mateo 7:21-23).


En los versos anteriores viene contrastando la puerta estrecha con la puerta ancha, el camino angosto con el camino espacioso (V13-14), el árbol bueno que da frutos buenos con el árbol malo que da frutos malos (V15-20). Y posterior a la cita, menciona los dos cimientos, el que construye su casa sobre la Roca y el que lo hace sobre la arena (24-27). Los primeros son los verdaderos creyentes, los otros, solo confiesan al Señor de labios, pero no hacen su voluntad.


Cristo dice que no bastará reconocerlo como Señor sólo de labios. Es necesario que creamos en Él, arrepintiéndonos del pecado, para vivir una vida santa. Su voluntad es nuestra santificación. No debemos apoyarnos en los privilegios y obras externas, pues así nos estamos engañando y pereceremos eternamente en el infierno, como lo hacen multitudes. Que cada uno de nosotros que invoca el nombre de Cristo, se aleje del pecado, del mundo, y haga la voluntad del Padre, obedeciéndolo con todo el corazón.


1. ¡El Señorío de Cristo!


El falso creyente reconoce a Cristo como Señor, lo confiesa como tal. Ellos parte de una verdad: Que Cristo es el Señor en el cielo y en la tierra.


Señor viene de la palabra griega “Kyrios”, que significa también Maestro, Amo, Dueño (740 veces en el Nuevo Testamento). Todos debemos llamarlo Señor, no está mal hacerlo. Eso no es lo que condena Cristo, lo que condena es que lo llamen Señor, y no hagan lo que Él dice. Cristo es el Señor del cielo y la tierra, y todo lo que contiene, gobernador soberano de todos los hombres y cosas (creación, animal). Es Amo, nosotros siervos (esclavos). Tiene el gobierno sobre nosotros. Implica obediencia de parte nuestra hacia nuestro Amo y Señor. Esto es lo que quiere decir el señorío de Cristo.


Muchos aborrecen el señorío de Cristo, desprecian sus leyes, quieren un reino sin leyes, eso no se puede, quieren un Salvador, no quieren un Señor. Pero si decimos ser de Cristo, debemos rendirnos a su voluntad. En Hechos, la palabra “Salvador”, se menciona 2 veces; la palabra “Señor”, 92 veces (en las Epístolas, cientos de veces). Todo señorío fue entregado a Cristo por el Padre (Mt 11:27). Todo el dominio en el cielo y la tierra lo tiene Cristo (Mt 28:18). David, siendo Rey, lo llama Señor (Lc 20:42-44). Tomás lo reconoció como su Señor (Jn 20:28). Un ciego clamó “Señor”, para recibir la vista (Jn 20:28). Aún los demonios, saben que Cristo es el Señor (Lc 8:28). Cristo es también el Señor del Dia de Reposo (Mt 12:8). Los que quieren ser salvos deben, de corazón, confesar a Jesús como Señor (Rm 10:9). Aunque haya muchos señores en el mundo, Cristo es el único y verdadero Señor (1 Cor 8:5-6). Hay un solo cuerpo, un Espíritu, una esperanza, una Fe, un Bautismo, un Dios y Padre, y también un solo Señor, Jesucristo (Ef 4:4-6). Cristo, Señor de señores, vencerá a todos sus enemigos (Ap 17:14). Ellos, lo reconocerán como el Señor de señores cuando venga a juzgarlos (Ap 19:16). Todos, un día, confesarán el señorío de Cristo, creyentes, impíos, falsas religiones, ateos, agnósticos (Fil 2:11).


Los cristianos debemos rendirnos a la voluntad de Cristo el Señor, si confesamos con nuestros labios que Jesús es el Señor, debemos ser coherentes, y servirlo fielmente. Sin embargo, muchos no lo hacen.


2. ¡Falsa servidumbre!


Muchos llaman Señor a Cristo, lo reconocen como tal, pero no lo obedecen, solo lo confiesan de labios. Muchos otros, bajo el nombre de Cristo, obran para su Reino: Predican, tienen dones, hacen milagros, cuentan con privilegios externos, pero no tienen frutos dignos de arrepentimiento.


LA CONFESIÓN DE LABIOS. Muchos lo llaman “Señor, Señor”, pero no lo obedecen (V21). Muchos hipócritas, solo confiesan de labios al Señor, su corazón está lejos de Él (Mt 15:7-9). Juran falsamente en su nombre (Jer 5:2). Muchos critican la “salvación por señorío”, dicen ellos que atenta contra la doctrina de la justificación por la “sola fe”. Son solo excusas, para justificar su amor al mundo, su esclavitud al pecado. Aman la doctrina de la justificación por la fe, pero aborrecen la santidad. Citan a los reformadores, puritanos, padres de la iglesia, los héroes de la fe, pero aborrecen su negación, celo y padecimientos. Aman la teología puritana, aborrecen la piedad puritana. Quieren un Salvador, no quieren un Señor. Muchos introducen herejías destructoras (“cristiano” suicida, “cristiano” gay, antinomianismo, mezcla con el mundo), con esto niegan al único soberano (Jud 1:4). Por eso vemos Neocalvinistas semidesnudos (En playa o piscina), leyendo la Santidad de Dios, de R.C. Sproul, la Institución de la Religión cristiana de Calvino, o la Teología Sistemática de Ch. Hodge. Por eso vemos “cristianos” uniéndose al mundo, celebrando fiestas paganas como Halloween, Navidad, Semana Santa, en carnavales o discotecas, y atacando al cristiano que denuncia las obras de las tinieblas. Por eso vemos ”cristianos” siguiendo al pie de la letra el consejo del mundo (psicología, libros de superación, pedagogía secular, humanismo, etc)., así contradigan el consejo de Dios. Por eso vemos “cristianos” que obedecen incondicionalmente al Estado, al tirano, a toda ley absurda y contraria a la Biblia, obedecen fielmente así vayan contra la Ley de Cristo. Obedecen al hombre antes que a Cristo. Por eso vemos “cristianos” que creen todo lo que dice el Estado (Teoría-Evolución, Big-Bang, Tierra vieja, Cambio Climático, ideología-Género). Por eso vemos “cristianos” de izquierda, apoyando el progresismo, el socialismo, el globalismo y el estatismo. Son obedientes a las autoridades, pero desobedientes al Señor. Se someten a cualquier señor terrenal, pero no a Cristo; su rey es el César, no Cristo (Jn 19:15). Al parecer no fueron comprados por Cristo (1 Co 7:23). No quieren someterse al señorío de Cristo, no quieren que Él reine sobre ellos (Lc 19:14). Quieren romper el yugo de Cristo, claman lo mismo que sus tiranos amos terrenales (Sal 2:3). Hay muchos que aman las riquezas, son avaros, codiciosos, corren tras el dinero, sirven a otro señor, no a Cristo (Lc 16:13; Mt 6:24). Todos ellos, lo llaman “Señor, Señor”, pero no lo honran ni le temen (Mal 1:6). Desprecian el señorío de Cristo (2 P 2:9-10). No hacen lo que el Señor dice (Lc 6:46).


LOS PRIVILEGIOS EXTERNOS. Muchos tienen dones espirituales, evidencias externas, pero no frutos dignos de arrepentimiento (V22). Hay muchos pastores respetables, que enseñan sana doctrina, pero dicen y no hacen (Mt 23:2-3). Muchos tienen una religión externa, una vana confianza (Grandes ministerios: apostólicos, proféticos, dones, talentos, lenguas, predicación, templos, eventos, congresos, venta de libros, canales de TV, seguidores, admirados). Otros confían también en otras evidencias externas (oración de fe, bautismo, membresía, afirmar ciertas doctrinas). Muchos en su nombre hacen muchas cosas, pero eso no dice mucho de un verdadero siervo de Cristo. El Señor a veces usa a los malos para proclamar la verdad, como con Balaam (Nm 23:18-24; 24:3-9, 15-19). Sin embargo, Balaam, era un falso maestro (Ap 2:14). Fue como la mujer con espíritu de adivinación, que dijo la verdad sobre Pablo (Hch 16:16-17). O como Demas que debió haber predicado muchos sermones al lado de Pablo (Col 4:14). O Judas Iscariote, el traidor, que estaba entre los doce, y fue comisionado por el mismo Cristo para sanar enfermos y echar fuera demonios (Mt 10:1). Muchos buscan los dones, no el fruto, como Simón el mago (Hc 8:18-23). Los apostatas tuvieron iluminación, dones y poderes espirituales (Heb 6:4-6). Entonces, no dice mucho tenerlos.


Que no nos importen ni impresionen los dones, la elocuencia, los grandes ministerios, el respeto del mundo, que lo que nos importe es que realmente seamos siervos de Cristo (Lc 10:20).


3. ¡No os conozco!


Aunque hayan proclamado el nombre de Cristo, aunque hayan hecho muchas cosas bajo su nombre, son mentirosos hipócritas, tenían Palabra, pero no poder, dones, pero no fruto. Nunca se rindieron al señorío de Cristo, son hacedores de maldad.


En Aquel día, serán sorprendidos y descubiertos. Lo llamarán Señor hasta el día del Juicio, pero serán sorprendidos por las palabras de Cristo: “Nunca os conocí”. Clamarán “Señor” para que les abra la puerta del cielo, pero Él los desconocerá (Lc 13:25). Clamarán desesperados “Señor” como las vírgenes insensatas, pero el Señor los rechazará (Mt 25:11-12). Sacarán excusas clamando “Señor”, pero Él les dirá cuan malos y negligentes fueron (Mt 25:24-26). Preguntarán al “Señor”, y Él les recordará lo indolentes, indiferentes y poco misericordiosos que fueron con su pueblo (Mt 25:44-45). Que este no sea nuestro caso, de solo confesarlo de labios en vida, y no obedecerlo, pues oiremos estas palabras: “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.


Iglesia, si muchos que expulsaron demonios, predicaron el evangelio, usaron sus dones recibidos, confesaron a Cristo como Señor, y aún así, no entrarán al cielo, y estarán eternamente condenados en el infierno; ¿qué será de usted que no hace nada, no predica, poco sirve, y toca llevarlo a empujones? Judas por lo menos nunca lo llamó Señor, fue menos hipócrita que muchos de ustedes.


Si decimos ser del Señor, si lo llamamos “Señor”, debemos obedecerlo. Más de 1.300 veces se menciona en el Antiguo Testamento la palabra hebrea “Ebed”, que hace referencia al deber y privilegio de obedecer a Dios. En el Nuevo Testamento la palabra griega “Doulos” se menciona más de 120 veces, significa “esclavo” (muchas traducen siervo), y hace referencia a la relación del creyente con el Amo Divino, haciendo alusión a la esclavitud física. El verdadero esclavo del Señor tiene una sumisión completa, una devoción singular, una dependencia absoluta, y una obediencia real. Si fue comprado por precio, glorifique a Dios con su vida (1 Co 6:20). Que reine Cristo en nuestras vidas, no el pecado (Rom 6:12-14). Si ya fue libertado del pecado, debe ser un siervo de la justicia (Rm 6:18). Sirva a Cristo, nunca más a la iniquidad (Rom 6:19b). Si proclama al Señor con sus labios, si quiere heredar la vida eterna, su fruto acá debe ser la santidad (Rm 6:22).


Confiese hoy a Cristo de corazón, si no lo ha hecho, confiéselo como el Señor de su vida, no de labios, sin importar las consecuencias (Rom 10:9-10). Los que realmente lo confiesan como Señor, lo hacen por el Espíritu Santo (1 Co 12:3). Un día clamaremos juntos su señorío de gloria (Ap 4:11; 15:3).


¿Lo conoce el Señor, es de los suyos, es Cristo su Señor? (2 Tm 2:19). ¿Qué palabras escuchará de Cristo en Aquel día? ¿lo recibirá en su Reino como siervo fiel? (Mt 25:21). Si no quiere rendirse realmente a Cristo el Señor, su castigo será terrible en Aquel día (Lc 19:27). Todos confesarán el señorío de Cristo, justos, injustos, e hipócritas, que nosotros lo hagamos para gloria eterna, no para condenación eterna (Fil 2:9-11).


¡No todo el que dice Señor, Señor! De nada le sirve decir Señor, Señor, de nada sirve los dones que tenga, si con su vida no lo honra, si no lo obedece. Escuche y recuerde:


«No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad» (Mateo 7:21-23).



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo (16 de Octubre de 2022): «¡NO TODO EL QUE DICE "SEÑOR, SEÑOR"!»




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Escucha el sermón del domingo (16 de Octubre de 2022): «¡NO TODO EL QUE DICE: “SEÑOR, SEÑOR”…!»

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