«orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos» (Efesios 6:18).
La última parte de la armadura de Dios es la oración; ya sea mental o de labios, pública o privada; para perdón de nuestros pecados, súplicas para ser librado del mal; peticiones por cosas buenas y espirituales, acciones de gracias por misericordias. La oración debe fijar todas las otras partes de la armadura cristiana. Debemos unir la oración con todas estas, para nuestra defensa contra los enemigos espirituales, implorando el auxilio de Dios. Contra tan grandes enemigos espirituales, nada puede hacer el soldado en su propia fuerza. Mientras nos vestimos cada pieza de la armadura y la usamos en la batalla espiritual, debemos orar pidiendo la ayuda de Dios.
1. LA ORACIÓN.
“La oración es abrir el corazón o el alma a Dios en una forma sincera, sensible y afectuosa, por medio de Cristo, con la ayuda y en el poder del Espíritu Santo, para cosas como las que Dios ha prometido, o que son conforme a la Palabra de Dios, para el bien de la Iglesia, sometiéndonos en fe a la voluntad de Dios” (John Bunyan).
JESÚS Y LA ORACIÓN. Él nos dio el mayor y mejor ejemplo de cómo es un hombre de oración. Al elegir los 12, pasó toda la noche orando (Lc 6:12-13). En Getsemaní, en angustia, clamó al Padre toda la noche (Mt 26:36-39). Estaba sometido a la voluntad de Dios; debía tomar la copa de la ira (Mt 26:39). Oró 2 veces más por eso (Mt 26:42-44). También había orado antes al Padre para que lo ayudara a culminar su obra en la tierra (Jn 17:1). Al final antes de morir, clamó al Padre después de tomar la copa de la Ira Divina (Mt 27:46). El autor de Hebreos resalta sus ruegos y suplicas (He 5:7). Jesús también oró por sus discípulos (Jn 17:9), por la iglesia futura (Jn 17:20), por la venida del Espíritu Santo (Jn 14:16), por Pedro (Lc 22:32), para bendecir los alimentos (Mt 14:18), en la última cena bendiciendo y dando gracias (Mt 26:26-27), al hacer milagros (Jn 11:41,43), y oró hasta por sus enemigos (Lc 23:34). Los discípulos por eso, le pidieron que les enseñara a orar (Lc 11:1-4). Dijo que no debemos orar como los hipócritas religiosos, para ser vistos (Mt 6:5-8). Dijo que debíamos orar en secreto a Dios (Mt 6:6). Dijo que no debemos usar vanas repeticiones como los paganos (Mt 6:7-8). Nos dio un modelo general de oración con el Padre nuestro (Mt 6:9-15). Dijo que debíamos orar en su nombre (Jn 14:13-14), y con la guía del Espíritu (Jn 14:26). El Espíritu Santo es quien nos ayuda a orar de acuerdo con la voluntad de Dios (Ro 8:26-27).
DIOS NO OYE AL IMPÍO. Nadie puede acudir a Dios en oración, excepto por la ayuda del Espíritu (Ef 2:18). Sin Cristo no hay acceso al Padre (Jn 14:6). Dios no oye a los pecadores, al impío (Jn 9:31). Los fariseos hacían largas oraciones, pero devoraban las casas de las viudas; no les servían de nada; fueron condenados por Cristo (Mt 23:14). Dios no escuchará a los impíos cuando clamen en angustia al ver la ira de Dios (Ap 6:15b-17). Dios no los escuchará cuando la tribulación viniere sobre ellos (Job 27:8-9).
2. PERSEVERANCIA EN LA ORACIÓN.
“Debemos ORAR EN TODO TIEMPO. Contrario a los que no oran, la han dejado, u oran solo en angustia. Debemos orar tanto como tengamos oportunidad… en tiempos de oscuridad, deserción y tentación. Debemos ORAR EN EL ESPÍRITU (corazón, mente, alma); con un corazón sincero, un espíritu recto, sin hipocresía; de manera espiritual, con fervor, y bajo la influencia y asistencia del Espíritu de Dios. Y VELANDO EN ELLO. Para que la Palabra guíe la oración; por la oración misma; por la asistencia del Espíritu en ella, por respuestas, para dar gracias por las bendiciones, contra las tentaciones de Satanás, y nuestras corrupciones. CON TODA PERSEVERANCIA, aunque Satanás y el corazón incrédulo quieran lo contrario” (John Gill).
DEBEMOS PERSEVERAR EN LA ORACIÓN (Col 4:2).
Debemos importunar en la oración por las cosas buenas, como el amigo inoportuno a medianoche (Lc 11:5-13). Debemos pedir por santidad, sabiduría, discernimiento, fe, lo espiritual. Dios da generosamente (St 1:5). Debemos ser insistentes en la oración, como la viuda insistente (Lc 18:1-8). Debemos insistir para no desmayar por las injusticias, dudas, confusión; Dios es bondadoso y responderá a sus escogidos, dará claridad, consuelo, paz, gozo. Dios está atento a nuestras oraciones (1 P 3:12; Sal 34:15). Debemos ser como la viuda desde hacía 84 años, que servía de noche y día con ayunos y oraciones en el Templo (Lc 2:37-38). Una característica de las viudas para que pudieran recibir ayuda en la iglesia, era que fueran diligentes en súplicas y oraciones (1 Ti 5:5). La iglesia neotestamentaria perseveraba en la oración (Hc 2:42). La oración era la marca de Saulo de Tarso (Hc 9:11). Cornelio era un hombre piadoso que oraba siempre (Hc 10:2). Esteban oró hasta el último segundo de su vida (Hc 7:60). Debemos buscarlo de madrugada (Sal 63:1-2a). Debemos esperar con ansias despertarnos a orar (Sal 130:6). Debemos anhelar presentarnos ante Dios (Sal 42:2). También en las vigilias de la noche (Sal 63:5-6). Debemos orar sin césar (1 Ts 5:17-18). Debemos ser como el ciervo que brama por las corrientes de las aguas (Sal 42:1). Solo los que giman y clamen, los que oren perseverantes, en el Espíritu, serán librados de la ira de Dios. Lot fue librado del juicio a Sodoma y Gomorra, pues afligía su alma por el pecado allí (2 P 2:7-8). Los que gemían y clamaban por el pecado de Jerusalén fueron librados, tenían una señal en sus frentes (Ez 9:4-5). Así será al final (Ap 7:3; Ap 9:4).
OBSTÁCULOS EN LA ORACIÓN.
1. EL PECADO. Daña nuestra relación con Dios, no nos escucha (Sal 66:18). Los pensamientos mundanos, de placer, vanagloria, la carne, las lujurias, si amamos cualquier pecado (así sea menor). La iniquidad corta nuestra comunión con Dios (Is 59:2). Apartemos la iniquidad al acercarnos a Dios.
2. LA CARNE. Impide que velemos, que perseveremos en oración (Mt 26:40). El sueño, la pereza, el ocio, las ocupaciones y preocupaciones terrenales, o cualquier consentimiento de la carne. Debemos perseverar en la oración para no caer en tentación (Mt 26:41). Pedro negó al Señor después que Jesús lo había reprendido por no haber podido velar si quiera 1 hora (Mt 26:69-75).
3. CUANDO PEDIMOS MAL. Por intereses egoístas, pecaminosos, para gastar en nuestros deleites, no recibimos lo que pedimos (St 4:2-3). Cuando pedimos lo material, por vanidad, orgullo, placer, o deseo de exhibirlo ante los otros.
4. CUANDO EL MARIDO ES ÁSPERO CON SU ESPOSA. Hay estorbo en la oración (1 P 3:7). Si hay rudeza, aspereza, gritos, insultos, o incluso humillaciones (que nunca debería ser), cerramos los oídos del Señor.
5. CUANDO NO PERDONAMOS. No seremos perdonados por Dios (Mt 6:14-15). Incluye hermanos, amigos y enemigos. No podemos pedir paz con Dios, cuando hay guerra en el corazón.
6. CUANDO HAY IRAS Y CONTIENDAS EN EL CORAZÓN. Se corta la oración, adoración y alabanza a Dios (1 Ti 2:8). Si hay amargura, rencor, odio, envidia, celos, contiendas con hermanos, pleitos sin resolver, o también contiendas con Dios por pruebas o disciplinas Divinas.
3. POR LA IGLESIA.
“De toda nación, edad, sexo, condición, de todo lugar y de toda denominación. Cristo enseñó a sus discípulos a orar, diciendo: “Padre nuestro”, sugiriendo que no sólo debían orar por ellos, sino por todos los hijos de Dios” (John Gill).
“Debemos orar con súplica, no solo por nosotros mismos, sino por todos los santos, pues somos miembros unos de otros. Nadie es tan santo ni está en tan buena condición en el mundo que no necesite nuestras oraciones” (Matthew Henry).
Cristo nos dio ejemplo. Oró en la tierra por sus discípulos para que fueran guardados del mal y santificados (Jn 17:15, 19). Oró por la iglesia, para que estuviera unida, pero en la verdad (Jn 17:20-21). Oró para que toda su iglesia esté con Él en la gloria eterna (Jn 17:24). Hoy sigue orando e intercediendo por nosotros (He 7:25). Debemos orar por nuestros hermanos, por sus luchas con el pecado (St 5:16). Debemos orar cuando algún hermano esté enfermo (St 5:14-15). Debemos orar por los ministros, para que prediquen con valor el evangelio, como les pidió Pablo (Ef 6:19-20). Debemos orar para que Dios abra puerta para la Palabra (Col 4:3-4). Debemos orar cuando vayamos a una misión evangelística (Hc 13:2-3). Debemos orar para que la palabra de Dios corra y seamos librados de los malos (2 Ts 3:1-2). Debemos orar por los gobernantes, por causa de la iglesia, para poder predicar libremente el evangelio (1 Ti 2:1-4). Debemos orar por la paz del Israel de Dios (Sal 122:6-7).
Iglesia debemos perseverar en oración, estar “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo 25 de Agosto de 2024: ¡ORANDO EN TODO TIEMPO!
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