«Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra. Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán que hubo profeta entre ellos» (Ezequiel 33:31-33)
Iglesia, se supone que asistimos a una iglesia Bíblica donde se predica fielmente las Escrituras. Nos consideramos cristianos, hijos, pueblo, ovejas del Señor. Amamos el conocimiento doctrinal, la teología, aprender, leer, oír sermones de grandes predicadores, nos gusta citarlos. Nos hemos acostumbrado incluso al mensaje duro de esta iglesia. En la descripción de Ezequiel hoy cabemos todos los acá presentes: “Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío… Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y q canta bien”
Iglesia, el problema no es que nos guste escuchar sermones bíblicos. El problema está en no ponerlos en práctica. En ser solo oidores, y no hacedores, en oír la Palabra, pero no obedecerla. Hipócritas, si decimos amar a los profetas de Dios y sus escritos, a Cristo y Su Palabra, pero no queremos imitar sus vidas, y que si estuvieran presentes los llamaríamos legalistas, santurrones. Avaros, si tenemos el corazón y afectos en lo terrenal, lo material. Codiciosos, si aún amamos el mundo. Interesados si buscamos a Cristo por sacar provecho. No estamos muy lejos de Caín, Esaú, Demas o Judas; ya sabemos sus finales terribles eternos. Iglesia, no seamos como aquellos judíos que no obedecen, que no pase acá que: “oirán (estas) palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia”
Todo esto dará testimonio que hubo profeta en esta iglesia. Así como en tiempos de Ezequiel, con el pueblo rebelde que no escuchó. Así como con los judíos, que rechazaron a los profetas enviados por el Señor, incluido a Cristo. Así como con los hijos de Abraham que venían a ser bautizados por Juan el Bautista, pero no se querían arrepentir. Así como con el mundo impío y la falsa religión que tropezaron con El Gran Profeta, Cristo, la Roca. Así como con todos aquellos que no obedezcan la Palabra profética mas segura.
Todo esto dará testimonio que hubo profeta entre ellos, entre nosotros. Iglesia, tenemos todos llamado de profetas, cumplamos ese llamado. Con nosotros o sin nosotros, seguirá habiendo profetas entre el pueblo. Que seamos de ellos, no de aquellos que no ponen sus palabras por obra.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
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