«y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?» (Lucas 24:5).
Esto sucedió el día de la Resurrección. Estas mujeres no tenían por qué estar allí para ungir un cadáver. Sus intenciones eran buenas, pero estaban en un grave error. De modo que los mensajeros celestiales les preguntaron por qué buscaban entre los muertos al Que Vive. Les recordaron las profecías que les había hecho el Salvador: (1) Que sería entregado en manos de hombres pecadores; (2) que sería crucificado; y (3) que resucitaría al tercer día.
1. La Resurrección.
Las mujeres tuvieron temor al ver a los ángeles, no debían temer. No debían tampoco estar buscando en el sepulcro al que dijo que resucitaría al tercer día, no debían buscar entre los muertos al Que Vive.
Cristo mismo les había anunciado la Resurrección en los 4 evangelios. Cristo comenzó a enseñarles la resurrección, y lo que debía padecer en Jerusalén (Mt 16:21; Mc 8:31; Lc 9:22). En Galilea les reafirma, pero seguían sin entender (Mt 17:22-23; Mc 9:31-32; Lc 9:44). Camino a Jerusalén les sigue recordando a sus discípulos las palabras de los profetas sobre la resurrección, seguían sin comprender (Lc 18:31-34; Mt 20:17-19; Mc 10:33-34). Después de su entrada triunfal en Jerusalén, continúa, esta vez relacionándolo con el juicio de este mundo, la expulsión de Satanás y Su Gracia irresistible hacia su pueblo (Jn 12:30-32). Y el Señor finalmente resucitó, sin embargo, algunos seguían sin entender que tenía que ser entregado a muerte en la cruz y resucitar al tercer día, como los discípulos en el camino a Emaús (Lc 18:31-34). Otros, como Tomás tenían que verlo con sus propios ojos y palparlo con sus propias manos para creer (Jn 20:27-28).
Hermanos Cristo vive, murió en la carne, en su cuerpo, pero fue vivificado en el espíritu, el Señor resucitó (1 P 3:18). Se le presentó a Juan confirmando que vivía por siempre (Ap 1:18). Se le presentó a Pablo en su conversión (Hch 9:3-5). Cristo estuvo muerto y vivió (Ap 2:8).
Pero no solo eso se queda allí; Él da vida a los muertos, Él es la Vida, es el único camino para la Vida (Jn 14:6). El Que Vive, es la Vida, que alumbra al hombre (Jn 1:4). Y el Que Vive, nos dio vida cuando estábamos muertos (Ef 2:1). A diferencia de Tomás, hemos creído sin ver al Que Vive, nos dio vida, somos bienaventurados (Jn 11:25-26). Él es la Resurrección y la Vida, el que cree en Él vivirá (Jn 11:25-26). ¿Cree esto? Si no, ¡créalo!
No siga buscando entre los muertos al Que Vive, humille su rostro como las mujeres al darse plenamente cuenta de esto “y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al q vive? No está aquí, sino que ha resucitado…”.
2. Cristo no vive con los muertos.
Nuestro Señor Jesucristo es la Vida, el Que Vive, no vive con los que están muertos.
Cristo no puede ser hallado entre el mundo impío, este es lleno de muertos, Cristo no está con ellos (Is 36:6). Él no está en las filosofías humanas (humanismo, psicología, psiquiatría, secularismo, falsa ciencia, horóscopo, superstición). no está con los sabios de este mundo que promueven estas filosofías (erudito, filósofo, nobel, científico, médico, príncipes, gobierno, instituciones, medios, brujo, adivino). Cristo y su sabiduría no serán hallados entre los muertos, no los consultemos (Dt 18:11). No podemos confiar en los muertos, en Egipto, el mundo, no podemos consultarlos, no será útil, será dañino. Ay de los que confían en los muertos, en Egipto, y no en Cristo (Is 31:1). Amigo, en el mundo no hallará la sabiduría verdadera, no encontrará la Vida, hallará solo necedad, vanidad, muerte y condenación, es un valle de huesos secos. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.
Cristo, la Vida, no puede hallarse mediante las obras de la ley, nadie puede tener vida eterna por ella (Gál 2:16). Cristo no puede ser hallado en las religiones de obras muertas (catolicismo romano, Judaísmo, Islam, Budismo). Las obras de la ley le muestran al hombre pecador, que ha pecado y está bajo el juicio de Dios, que necesita la justicia de Cristo para ser perdonado, que está destituido, muerto, y necesita vivir (Rom 3:19-23). Los que se quieren justificar por las obras de la Ley, están en el pacto de obras, son hijos de Adán; están en el ministerio de muerte y condenación (2 Cor 3:7-9). Debemos morir a las obras de la Ley para justicia, destruirlas, y aferrarnos a la justicia de Cristo, y vivir para Él (Gál 2:17-19). Amigo, no puede encontrar a Cristo en su religión de obras muerta, ritos, bautismo, en su justicia propia y moralismo, allí no va a hallar la vida, allí no encontrará al que vive. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.
Cristo no está tampoco en las iglesias muertas, aunque confiesen a Cristo, y sean reconocidas, están muertas (Ap 3:1-3). En aquellas que buscan fama, reconocimiento, el aplauso del mundo, ser respetadas, amadas, mezclada con ellos, buscan vanidad. Sus líderes igualmente, llenos de intelectualismo muerto, no con llamamiento Santo. Salga de ahí, arrepiéntase, vele, si no Cristo vendrá sobre usted como ladrón, levántese de los muertos (Ef 5:14). Creyente, el Espíritu de Dios no está en su congregación, Cristo no mora allí, no lo encontrará. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.
Cristo tampoco está en los profesantes muertos, en aquellos que viven en la carne (Rm 8:5-9, 13). No está en los tibios, mundanos, antinomianos, en aquellos que no oran, predican ni alaban, en los que ven la santidad como fanatismo y exageración, son falsos creyentes, muertos espirituales. Todos ellos en realidad no quieren ir a Cristo para tener vida, rechazan la Vida (Jn 5:39-40). Ellos están muertos, nosotros vivos, no vaya a ellos por consejo, ¿qué le pueden ofrecer que tenga valor eterno? Déjelos a ellos en su sabiduría mortal, vaya a ellos eso sí a llamarlos al arrepentimiento (Lc 9:60).
Todos ellos están muertos, el Que Vive, es Dios de vivos, no de muertos (Mt 22:32). Si Cristo no vive en usted, usted está muerto, no tiene vida espiritual, no lo encontrará allí en su corazón. “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.
3. Él vive con los vivos.
Nuestro Señor Jesucristo es la Vida, el Que Vive, vive con los que les ha dado vida, con los vivos.
Nosotros vivíamos entre los muertos, estábamos muertos en pecados y delitos (Ef 2:1-3). Vivíamos de una u otra forma en el pacto de obras, en la muerte (religión de obras, escepticismo, ateísmo, impiedad, justicia propia); pero el Que Vive nos ha dado viva, y nos ha hecho ministros competentes del Nuevo Pacto (2 Cor 3:2-6).
Cristo está en nosotros, el Que Vive, vive en nosotros por su Espíritu, nos dio un corazón nuevo, uno vivo (Ez 36:25-27). Nos dejó Su Espíritu, vive en nosotros, por tanto, viviremos (Jn 14:16-20). Se nos manifestó el Que Vive, Cristo en nosotros nuestra esperanza de Gloria (Col 1:26-27). Cristo vive en nosotros, vivimos por la Fe en el Que Vive (Gál 2:20). Cristo vive con el celoso por sus cosas, no con los tibios muertos (Ap 3:19-20).
Cristo no solo está en nosotros, Él está en medio de nosotros. Prometió estar en medio de nosotros, su pueblo (Ez 37:26-27). Somos su templo, habitará y andará en medio de nosotros (2 Cor 6:16). Por eso nos congregamos en su nombre y oramos juntos a Él (Mt 18:19-20). Está con nosotros cuando celebramos la Cena en Su nombre (Lc 22:19-20). Estará con nosotros hasta el fin del mundo, llamemos a otros a que se unan a Él (Mt 28:19-20).
Cristo, además, estará eternamente con nosotros, no moriremos, viviremos eternamente con Él (Rom 8:10-13). Así como Él resucitó de los muertos, nosotros también resucitaremos con el Que Vive para siempre, Él es Dios de vivos (Lc 20:37-38). El Señor estará con nosotros eternamente (Ap 21:3).
Amigo, no busque más entre los muertos al Que Vive, no lo busque más en su religión-obras muertas, en su moralismo, sabiduría, escepticismo, en su corazón corrupto. “…¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado”. Si usted es un falso creyente, si no ha nacido de nuevo, si no se ha convertido, si ama el mundo, si es esclavo del pecado, si cree que su falsa iglesia, su bautismo o por decirse cristiano, ha hallado al Que Vive, está muy equivocado, debe buscarlo realmente, entregarse a Él, vivir para Él. No busque más entre los muertos al Que Vive, padecerá el fuego eterno, arrepiéntase de su maldad, salga de su engaño, humíllese ante el Que Vive, y vivirá (Am 5:4-6).
Hermanos, si hemos dudado, tenido incredulidad, si hemos sido seducidos, y por momentos hemos buscado en otros lugares al Que Vive, haga como aquellas mujeres, la voz de Dios le dice lo mismo “y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (11 de Abril de 2021): «¿POR QUÉ BUSCÁIS ENTRE LOS MUERTOS AL QUE VIVE?»
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