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¡QUE NO HAYA ALGÚN FORNICARIO O PROFANO COMO ESAÚ!

«no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas» (Hebreos 12:16-17).


Descarriarse de Cristo es el fruto de preferir los placeres de la carne a la bendición de Dios, y la herencia celestial, como hizo Esaú… Concuerda con la disposición profana del hombre desear la bendición, pero despreciar los medios por los cuales debe obtenerse… Dios nunca separa la bendición del medio, ni une la bendición a la satisfacción de la lujuria del hombre” (Matthew Henry).


1. ESAÚ, FORNICARIO Y PROFANO.


Esaú, primogénito de Isaac y Rebeca, hermano de Jacob, a quien vendió su primogenitura. Deliberadamente decidió vivir una vida que afligió a sus padres, se unió a mujeres paganas. Esaú, hombre fornicario y profano.


Esaú significa “velludo”, “peludo”. Según la tradición judía, Esaú cometió 5 transgresiones cuando salió cansado del campo (Gn 25:29). Fue sentenciado por Dios a servir a su hermano (Gn 25:21-26). Era cazador y hombre de campo (Gn 25:27). Amado por su padre Isaac, pero no por su madre Rebeca, quien prefería a Jacob (Gn 25:28). Vendió su primogenitura a su hermano por un guisado de lentejas (Gn 25:33b-34). Se casó con mujeres paganas, amargando el corazón de sus padres (Gn 26:34-35). Se llenó de odio y venganza, hasta desear matar a su hermano Jacob, por engañar a su padre y tomar para sí la bendición que le pertenecía (Gn 27:41). Angustió la vida de su madre Rebeca (Gn 27:42-46). Siguió mezclándose con mujeres paganas, su descendencia fueron pueblos paganos (Gn 36:1-3).


FORNICARIO”. Es un pecado contra la segunda tabla de la Ley. Viene del griego “Porneia”. Es cualquier practica sexual (tener relaciones sexuales), fuera del matrimonio (con otra persona). También tiene que ver con las relaciones sexuales con prostitutas. Es una palabra también derivada del latín “Fórnix”, una zona abovedada donde se hacían las prostitutas en Roma, un burdel. Es alguien sexualmente inmoral, es cometer inmundicia en el matrimonio, profanar su lecho, es toda inmoralidad hecha con el cuerpo. Figuradamente, va relacionado con la idolatría, la apostasía, el fornicar con otros dioses. Los israelitas en Sitim, fornicaron con las hijas de Moab (1 Co 10:8). La fornicación puede darse en el matrimonio, ligada al adulterio (Mt 19:9). Unirse a rameras es fornicación, es pecar contra el cuerpo (1 Co 6:16, 18). Ser nacido de fornicación era una deshonra (Jn 8:41). En la iglesia de Corinto había un fornicario que se acostaba con la mujer de su padre, que Pablo mandó expulsar, y dice que con este tipo de “creyentes” no debemos tener comunión (1 Co 5:1, 9-11). La fornicación es una obra de la carne (Gál 5:19-21). La fornicación viene de adentro del corazón (Mc 7:21): El mundo impío está atestado de fornicaciones, son dignos de muerte (Ef 5:5). La Biblia también nos enseña sobre la fornicación espiritual, como lo fue Israel (Is 57:3). Roma papal es la mayor expresión de la inmundicia de la fornicación espiritual. El mundo entero fornica con ella (Ap 17:2; 18:3). Roma, la fornicaria, está llena de herejías, blasfemias, inmundicias (Ap 17:4)


“PROFANO”. Es un pecado contra la primera tabla de la ley. Del Hebreo “Halal” y el griego “Koinoó” (“Hacer común”), también derivado del griego “Bebeloó” (“Atravesar el umbral”). Es traspasar algo sagrado a un uso común. Opuesto a la santidad, a lo separado y consagrado para el Señor y su servicio. Es alguien idólatra, despreciador, irreverente o burlador del culto público, el servicio divino, las ordenanzas, y el estado futuro. De manera general, es el tratamiento de una cosa sagrada sin el debido respeto (objetos, dogmas y ritos). Dios ordenó que no profanaran las cosas santas de los hijos de Israel, las cuales apartan para Jehová (Lv 22:15-16). Profanar el Dia de Reposo, merecía la muerte (Éx 31:14). Comer las ofrendas a partir del tercer día, era profanar lo santo (Lv 19:8). Jurar falsamente en nombre de Dios, era profanar su nombre (Lv 19:12). Los sacerdotes no podían tomar como esposa mujeres inmorales, pues profanaban su descendencia (Lv 21:14-15). Como juicio a Israel por ser profanos, Dios entregó su santuario en manos extranjeras enemigas para que lo profanaran y destruyeran (Ez 5:11; 7:22). Antíoco IV llenó el altar judío de cosas abominables, orgías, rameras, hasta llegar a sacrificar en el altar, animales inmundos como los cerdos (Dn 11:31). Es lo mismo que hace el Anticristo romano en la iglesia (Mt 24:15: abominación desoladora, continuo sacrificio). Pablo fue acusado de profanar el Templo judío (Hc 24:6). Los maestros fariseos en tiempos de Pablo eran unos hipócritas profanos (Ro 2:22). Sin embargo, Dios prometió que nunca más su nombre sería profanado entre su pueblo (Ez 7:22). No lo profanarían más con sus fornicaciones, como hizo Israel (Is 43:7).Aprendamos de Esaú. ¡Desechemos la inmoralidad sexual y espiritual, apartémonos de la impiedad! ¡No seamos fornicarios ni profanos como Esaú!


2. ESAÚ, VENDIENDO LA PRIMOGENITURA.


Esaú vendió su primogenitura a su hermano por un plato de comida (Gen 25:29-34). Despreció los privilegios que por derecho tenía el primogénito (bendición especial del padre, doble porción de bienes, señorío sobre sus hermanos). Demostró indiferencia total con las promesas espirituales de Dios a sus padres (Abraham, Isaac). Se negó a seguir sus pasos.


Es normal que el hombre impío, que no conoce nada de Dios, se venda por un bocado de pan (Pr 28:219). Es normal que venden sus conciencias, su dignidad por dinero, dadivas, coimas, una posición, un trabajo, ascensos. Políticos, funcionarios públicos, jueces, empresarios, trabajadores, mujeres, se venden por dinero. Pero no debería ser normal que quien conoce de Dios, sus promesas, venda las bendiciones espirituales (salvación, perdón, nueva vida, vida eterna). No es normal que venda su primogenitura por un plato de lentejas. Muchos “cristianos” venden su primogenitura (a Cristo) por un evangelio fácil, una vida tranquila, paz, bienestar, evitar persecuciones, dinero, placer, sueños, proyectos, lascivias, deseos carnales, por el mundo. Desprecian la herencia celestial, el cielo, la vida eterna, la salvación, el perdón de pecados, ser librados de la ira venidera.


Muchos venden su primogenitura por dinero, como Judas que vendió al Señor por 30 sucias monedas de plata (Mt 26:14-16). Venden su primogenitura por dadivas, como Balaam que amó el precio de la maldad (Nm 22:7-8; Jud 1:11; 2 P 2:14-15). Otros venden su primogenitura por el mundo, como los Israelitas en el desierto que prefirieron Egipto antes que al Señor (Hc 7:39), o como Demas que prefirió el mundo antes que a Cristo, abandonó a Pablo, y la obra, y se fue a tesalónica (2 Ti 4:10). Cuidado que parezcamos estar en el reino, y lo terminemos rechazando por un plato de lentejas. Miremos cual es nuestro mayor tesoro. Dinero, sueños, proyectos terrenales, el mundo, placeres, comodidad, buena vida, hijos, familia, la pareja, su propia imagen. Son solo platos de lentejas. ¡No venda su primogenitura! Unos empiezan por el Espíritu y terminan en la carne (Gál 3:3). Estaban con nosotros pero no eran de nosotros (1 Jn 2:19). Caen de la gracia (Gál 5:4).


El escritor de Hebreos les viene advirtiendo que no vayan a dejar de alcanzar la Gracia de Dios como le pasó a Esaú (V15). Deben tener cuidado que alguno de los que leen la carta sean como Esaú, fornicarios y profanos, y desprecien su primogenitura (Gn 25:32). El escritor viene recordándoles el ejemplo de apostasía de Israel en el desierto, su fin terrible (Heb 2:1-3). Les suplica que no sean incrédulos para apartarse de Dios como hicieron ellos (Heb 3:12). Ellos quedaron postrados en el desierto, por su incredulidad (Heb 3:19). Como Esaú, no creyeron a las promesas de la tierra prometida, las despreciaron. Les termina diciendo que no desechen al que habla desde el cielo (V25). Les recuerda que con el Señor no se juega, es fuego consumidor (V28-29).


3. ESAÚ, DESECHADO


Esaú rechazó deliberadamente la fe de su padre Isaac y abuelo Abraham, al despreciar su primogenitura; por tanto, él mismo fue rechazado. Trató de recuperar su primogenitura, pero Dios lo rechazó, final e irrevocablemente (Gen 27:33-38).


Isaac solo podía ofrecerle servidumbre a su hermano, y vivir en medio de la espada (Gn 27:39-40). Muchos se lamentan como Esaú, solo por perder las bendiciones, por las consecuencias del pecado o el apartarse del Señor (juicios, plagas), pero no se lamentan por haber desechado al Señor, por deshonrarlo.


Dios lo rechazó, porque Esaú lo rechazó primero, como nos muestra los proverbios (1:24-31). Los que aman el mundo, serán maldecidos y quemados para siempre (Heb 6:8). Los que sigan en sus concupiscencias serán desechados (Jer 6:28-30). Los que sirvan a Dios hipócritamente, y sigan en sus maldades, serán apartados (Mt 7:22-23). Los que sigan durmiendo en el tiempo-prueba, serán desconocidos (Mt 25:11-12). Muchos intentarán entrar y no podrán, despreciaron la puerta angosta (Lc 13:24-27). Para esta gente como Esaú, el arrepentimiento es imposible (Heb 6:4-6; 10:26-31). A Judas se le negó el arrepentimiento para vida (Mt 27:3-5). La Biblia dice que Judas es el “hijo de perdición” (Jn 17:12), que su habitación fue “hecha desierta”, y que se ha ido “a su propio lugar” (Hc 1:20, 25).


Tengamos cuidado de ser fornicarios o profanos como Esaú. Mortifiquemos el pecado. El matrimonio es una barrera contra la fornicación (1 Co 7:2). No profanemos nuestro lecho matrimonial (Heb 13:4). La voluntad de Dios es nuestra santificación, que nos apartemos de la fornicación (1 Ts 4:3-5). Aparatémonos y abstengámonos de ella (Hc 15:20, 29). La fornicación no debe ni nombrarse entre nosotros (Ef 5:3). Debemos hacer morir todo indicio de fornicación en nosotros (Col 3:5). La Biblia dice que los fornicarios no tienen herencia en el reino de los cielos (Ef 5:5), que tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre (Ap 21:8), y que estarán excluidos como perros de la Jerusalén celestial (Ap 22:15). No forniquemos con Jezabel, ella seduce y enseña a fornicar, no toleremos más a la ramera romana, Dios está dando tiempo para que la iglesia se arrepienta, pero no quiere oír (Ap 2:21-21).Muchos están aún más endurecidos que Esaú, pues ni viendo las plagas de hoy, quieren arrepentirse (Ap 9:21). No hagamos como los corintios que había muchos que no se habían arrepentido de la inmundicia, fornicación y lascivia que habían cometido (2 Co 12:21). No profanemos las cosas santas, su iglesia, el Dia del Señor, Su nombre, nuestros matrimonios, nuestros hogares, nuestra descendencia, nuestros cuerpos, somos templo del Espíritu Santo. Levantemos las manos, sigamos la paz y la santidad (V12-14).


Esaú fornicario y profano, vendió su primogenitura y cuando quiso recuperarla, fue rechazado por Dios. “no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas”.



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.



Escucha el sermón del domingo (19 de Febrero de 2023): «¡QUE NO HAYA ALGÚN FORNICARIO O PROFANO COMO ESAÚ!».



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