«Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu» (Eclesiastés 1:14).
Salomón nos dice que todo bien terrenal es “vanidad y aflicción de espíritu”. La vanidad del mundo no puede dar la felicidad. La vileza del pecado hace a los hombres desgraciados, aunque tengan todo. Ningún bien creado puede satisfacer el alma, pues la felicidad solo puede hallarse en Dios. Salomón tuvo un gran conocimiento de todas las cosas hechas bajo el sol (tierra, mar, aire), e instruyó a otros (1 Ry 4:33). Todo lo que hacen los hombres (pensamientos, acciones, escritos, obras, disertaciones filosóficas, moral), son “vanidad y aflicción de espíritu”. No sólo las cosas en sí, también su conocimiento, es mera vanidad, no hay nada sólido y sustancial en ellas, o que pueda hacer feliz al hombre; al contrario, es angustioso; no sólo es cansancio a la carne el buscarlas, también trae dolor e inquietud a la mente, trae aflicción de espíritu.
1. Vanidad de vanidades.
Salomón diserta sobre la vida en la tierra; todas las cosas que el hombre hace y se hallan allí, son vanidad.
Salomón muestra que todas las cosas humanas son vanidad de vanidades (Ecl 1:1-3). Las costumbres de los pueblos son vanidad, su cultura, tradiciones, fiestas, celebraciones, carnavales, dioses (Jer 10:2-5). Navidad, Semana Santa, inmaculada concepción de María, Halloween, carnavales (diferentes regiones), días santos (madre, padre, niño, S. Valentín), son costumbres vanas de los pueblos. La vida del hombre es vanidad, es semejante a las bestias, el mismo suceso tendrán, ambos morirán (Ecl 3:16-20). Todos vamos a morir (animales, hombres, justos, impíos), todos vamos al mismo lugar (muerte, descomposición). Donde abundan los sueños, abundan las vanidades (Ecl 5:4-7). Planes, proyectos, sueños (satisfacer: carne, ego, vanagloria, Yo). Se hacen peticiones y promesas a Dios para alcanzarlos, compromisos sin cumplir. Tengamos presente Santiago 4:13-14. Las muchas palabras multiplican la vanidad, al contender con Dios y creernos más sabios que Él (Ecl 6:10-12). No podemos pretender darle consejo de cómo maneja el mundo o nuestras vidas. La alegría humana también es vanidad, por eso es mejor el día de la muerte, que el del nacimiento, mejor el luto cristiano que la risa mundanal (Ecl 7:1-6). Las injusticias son vanidad, hay inicuos sepultados en honra, y justos en deshonra, justos tratados como impíos, e impíos tratados como justos (Ecl 8:10, 14). Reyes, príncipes, presidentes, artistas, deportistas, escritores, famosos, se les hacen monumentos, placas conmemorativas, etc. Los falsos maestros son tratados y enterrados como héroes de la Fe; no hay muerto malo. Mientras el cristiano, el justo, es tratado con desprecio, llevado a la cárcel, muerto por el evangelio, y puestos en el olvido. Vivir muchos años también es vanidad; si no se arrepiente de sus pecados, vendrá tinieblas (Ecl 11:7-8). La eterna juventud, el culto al cuerpo, a la salud, el temor a la muerte. ¿De qué sirve vivir largos años, si pasará eternidad en el infierno? La adolescencia y juventud son vanidad, es pasajera, al pecado, placer, mundanalidad, Dios pedirá cuentas, y más siendo hijo de cristianos (Ecl 11:9-10).
Todo lo que hace el mundo y por todo lo que éste corre, es vanidad. Todo vuelve al mismo punto, todo corre, avanza, todo va, todo vuelve, nada cesa (Ecl 1:4-8). Nada nuevo hay bajo el sol, el corazón humano, pecados, sueños, maldad, guerras, conflictos, herejías, estrategias, la tiranía, el Diablo (Ecl 1:9-11). El hombre siempre ha corrido por la vanidad, siempre se ha fatigado por alcanzar lo vano, terrenal, lo que perece. Su corazón corrupto, siempre ha añorado lo inútil.
El hombre es vano, todo lo que construye es una torre de Babel que cae. Todo, sin la Roca, es vanidad, no sacia, solo se halla desesperanza.
2. Todo es vanidad y aflicción de espíritu.
Salomón probó todas las cosas y las encontró vanidad. Halló que su búsqueda de conocimiento era agotamiento, no sólo para la carne sino para la mente. Mientras más vio de las obras que se hacen bajo el sol, más vio la vanidad de estas; y la visión a menudo afligió su espíritu (M. Henry).
La conclusión de Salomón, el más sabio de los sabios, con todo su conocimiento, ciencia, sabiduría, es que todo eso era vanidad y aflicción de espíritu (Ecl 1:12-18). Siendo rey de Israel, sabía de todas las ciencias y artes (1 Ry 4:29-34). Todo por lo cual el hombre se fatiga buscando, no lleva más que a eso, a la aflicción de espíritu.
Los placeres mundanos, la alegría, el placer son vanidad y aflicción de espíritu (Ecl 2:1-11). Alegría, placer sensual, riquezas, pompa, son temporales, solo dejan vacío, tristeza, desolación. La sabiduría humana no da felicidad, es insuficiente, el sabio tiene el mismo destino que el ignorante (Ecl 2:13-17). Conocimiento, estudios, títulos, no sirven de mucho, al mismo lugar (al infierno) va el sabio, que el analfabeta, campesino, ignorante. El trabajo terrenal, todo el esfuerzo, es un valle de lágrimas, aun para los que tienen mucho (Ecl 2:18-26). Duro trabajo, laboradictos, acumular, no sirve de nada, igual morirá, y otros se quedarán con todo (Canaán para Israel; los mansos heredarán la tierra). Trabajemos con gozo, disfrutemos lo que llega a nuestras manos (tranquilos, austeros, sobrios, en Fe). El que trabaja excelente, que rinde frutos, el próspero, genera envidia y oposición al ocioso y perezoso (Ecl 4:4-6). Comunismo, socialismo son las ideologías de la envidia (lucha de clases, genera guerras y conflictos). Los cambios de gobierno (sucesores, herederos) también son vanidad y aflicción de espíritu; la gente nunca está cómoda y satisfecha con sus lideres (Ecl 4:13-16). Confían en príncipes, pero ellos traicionan sus esperanzas, no cumplen sus promesas, por tanto, traen desesperanza y desolación. Las riquezas también son vanidad y aflicción de espíritu, unos acumulan, nada les falta, pero no las pueden disfrutar, otros terminan disfrutándolas (Ecl 6:1-2, 7-9). Compran, adquieren, alcanzan (como el rico insensato), no se sacian, pero otros las disfrutan (hijos, herederos, extraños, el Estado, expropiaciones). Es mejor pobre con Cristo, que rico sin Cristo. Correr tras ellas no sirve de nada, no sacian, solo traerá insomnio, angustia, dolor, ruina eterna (Ecl 5:10-17).
Todo cuanto se hace debajo del sol es vanidad, no sirve para alcanzar la felicidad. Correr tras ellas es fatiga a la carne, y aflicción de espíritu. Es vano e inútil.
3. Con Cristo.
En el mundo todo es vanidad y aflicción de espíritu. En el reino de Cristo en cambio no hay vanidad, hay profundidad, cosas que trascienden, nos afligimos sí, pero por el pecado, la maldad, la deshonra a nuestro gran Dios.
La conclusión final de Salomón es temer a Dios y guardar sus mandamientos (Ecl 12:9-14). Esto lo confirma en Proverbios (1:1-7). Dios juzgará toda obra, ante Cristo se doblará toda rodilla en el cielo y la tierra (Rm 14:11, Fil 2:10), moriremos una sola vez y después el juicio (Hb 9:27). Todos nos presentaremos ante el tribunal de Cristo, cada uno recibirá según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo (2 Cor 5:10). Y lo bueno solo puede hacerse para, por y en Cristo. Correr tras la vanidad, es de insensatos, es hacer lo malo, traerá no solo aflicción de espíritu acá, si no aflicción eterna al alma en el infierno.
No corramos tras la vanidad, no aprendamos el camino de las naciones, sus costumbres son vanidad (Jer 10:2-5). Todo lo que hay en el mundo es vanidad, y también los dioses que siguen “No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder” (Jer 10:5).Todo lo que hay en el mundo es vanidad, lo que hay en Cristo permanece para siempre (1 Jn 2:16-17). Hagamos su voluntad, seamos obedientes, santos, purificándonos, mortificando el pecado, apartados de la vanidad y el mundo.
Aflijámonos por el pecado, vayamos a Cristo y hallaremos reposo (Mt 11:28-30). Muchos hoy (la “resistencia”), están tristes por perder sus privilegios civiles (restaurantes, centros comerciales, viajes, eventos). Los cristianos verdaderos estamos tristes por nuestro pecado remanente, la maldad, la incredulidad, el libertinaje, el pecado, la blasfemia contra Cristo y Su Palabra, la deshonra a Su reino; pero como Lot, seremos librados (2 P 2:7-8). Recibiremos consolación (Mt 5:4). En el mundo tendremos aflicciones de todo tipo, pero en Cristo hay paz (Jn 16:33).
¿Ha corrido toda su vida tras la vanidad? ¿entiende que todo esto es vano? ¿le ha dado felicidad? ¿no vive afligido? ¿es feliz realmente? Sea sincero, no es feliz, su vida es miserable, vacía, vana, inútil, no sirve de nada (Mt 16:26-27). La esperanza que tenemos en Cristo va más allá de esta tierra, sino, seriamos los más miserables de todos (1 Cor 15:19). Corra por lo que vale la pena, lo eterno, lo que trasciende. En Cristo lo halla; allí, con el Hijo del Hombre nada es vanidad ni aflicción de espíritu terrenal (Jn 6:27).
¡Todo es vanidad y aflicción de espíritu! Este mundo es vano, vacío, superficial, todo cuánto hallemos acá es desolación, tristeza, aflicción, no puede hacernos feliz, no vale la pena fatigarnos tras el: “Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (19 de Diciembre de 2021): «¡TODO ES VANIDAD Y AFLICCIÓN DE ESPÍRITU!».
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