«Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres» (Hechos 24:16).
A Pablo los judíos lo acusaban de sedición, profanar el templo, y ser el líder de la secta de los nazarenos (Hc 24:5-6). Sin embargo, él tenía su conciencia tranquila, limpia, sin ofensa ante de Dios y los hombres. Creía y enseñaba lo mismo que sus antepasados, se aferraba a la resurrección de los muertos, servía fielmente al Dios de sus padres. Pablo ponía todo su empeño en hacer la voluntad de Dios y proclamar su verdad revelada, procuraba tener una conciencia libre de pecado, sin ofensa ni culpa, como también había pronunciado ante al Sanedrín días antes: “yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy” (23:1).
1. LA CONCIENCIA.
Del Griego “syneídesis”. Con-conocimiento (con: syn, conocimiento: eídesis). Significa “Alerta moral”, “conciencia moral”.
La conciencia es la capacidad propia dada por Dios a los seres humanos de reconocerse a sí mismos. Le permite conocer lo que ocurre consigo y en su entorno. En cuanto al sentido del deber, permite un autoexamen, reflexión de la conducta y los actos. Da un carácter ético para distinguir entre el bien y el mal, según los valores morales. Es una parte de la psiquis/mente/alma que provoca angustia mental, sentimientos de culpa al violarla, y sentimientos de placer y bienestar cuando nuestras acciones, pensamientos y palabras están en conformidad a nuestro sistema de valores. La conciencia reacciona cuando las acciones, pensamientos y palabras se ajustan o son contrarios, a una norma de lo que está bien o mal (Ley de Dios). En resumen, el concepto de la conciencia implica tres verdades fundamentales. 1. Capacidad dada por Dios al hombre para autoevaluarse. 2. Es testigo de algo, da testimonio. 3. Sirve a nuestro sistema de valores.
Dios prohibió comer del árbol del bien y del mal, su conciencia se abriría más (mal, sin excusa, morirían. Gn 2:16-17). Sin embargo la mujer se dejó seducir por la serpiente, comió del fruto prohibido y dio a su marido, entró la maldición, sus ojos (conciencia) fueron abiertos (Gn 3:7-10). El hombre, a partir de allí, tiene conciencia (bueno-malo, bien-mal, justo-injusto, correcto-incorrecto), la Ley de Dios está grabada en su corazón. Ella lo acusa o defiende (Ro 2:14-16). La Ley de Dios escrita, nos da más consciencia del pecado (Ro 5:20). Los diáconos, por ejemplo, que sirven en la iglesia, deben guardar el misterio de la fe con limpia conciencia (1 Ti 3:8-9). La conciencia de los falsos maestros está cauterizada (1 Ti 4:2-3). La conciencia del hipócrita está corrompida (Ti 1:15-16).
2. UNA CONCIENCIA SIN OFENSA ANTE DIOS.
Sea lo que estuviera viviendo Pablo, persecuciones, acusaciones, él tenía su conciencia sin ofensa ante Dios, era fiel a Él, en lo que respecta a la primera parte de los 10 mandamientos principalmente. No tenía otros dioses, no era un idólatra, honraba con su vida el nombre de Dios, no era un blasfemo, guardaba el Día del Señor, lo amaba sobre todas las cosas.
Pablo tenía una conciencia sin ofensa ante Dios. Sirvió al Dios de sus padres, creyó a las Escrituras, a sus promesas (V14-15). Servía a Dios con limpia conciencia (2 Ti 1:3). Tenía su conciencia limpia, había predicado fiel las Escrituras del Antiguo Testamento que anunciaban al Mesías (Hc 26:22-23). Su enfoqué siempre fue exaltar al Hijo de Dios (1 Co 2:2). Vivió para Cristo (Fil 1:20-21). Dejó todo por ganar a Cristo (Fil 3:7-8). En las buenas y en las malas, perseveró en Cristo (Fil 4:12-13). Pablo había servido fielmente al Señor, sin importar lo que pasara, en la situación que estuviera, hasta el día de su muerte, su conciencia estaba tranquila, tenía un conciencia sin ofensa ante de Dios. Peleó la batalla y corrió la carrera de la fe hasta el final de su vida (2 Ti 4:7-8).
Hermanos, ¿Tenemos una conciencia sin ofensa delante de Dios? ¿Cómo la de Pablo?
Si nuestro corazón nos reprende, aseguremos nuestros corazones en el Señor (1 Jn 3:19-21). ¿Actuamos con sencillez y sinceridad? ¿Tenemos la gloria de tener una conciencia limpia? (2 Co 1:12). ¿Vivimos en santidad? ¿renunciamos a lo oculto, mentira, engaño, herejías, torcemos las Escrituras? (2 Co 4:2). Si es así, no debería importarnos la situación que vivamos, así sea injusta. Si nos condenan en los tribunales humanos por ser cristianos fieles, recordemos que el Señor es quien nos juzga (1 Co 4:3-4). Si nos hacen daño o persiguen, no nos amedrentemos, santifiquemos al Señor, demos defensa de la fe (1 P 3:16,21). Si nos acusan los hombres, Dios es el que justifica, Cristo intercede por nosotros (Ro 8:33-34). Si tenemos amos difíciles que nos tratan injustamente, sigamos haciendo lo bueno (1 P 2:19). Cuando ofrendamos para la obra de Dios, demos lo que el Señor propuso en nuestros corazones, no lo que diga nuestra carne, o digan los hombres (2 Co 9:7). Si dudamos que somos hijos de Dios, el Espíritu da testimonio a nuestros espíritu que somos hijos de Dios (Ro 8:15-16).
Aprendamos de Lutero en la Dieta de Worns. Su conciencia estaba cautiva a la Palabra de Dios, y por eso, donde otros se habían retraído por temor o interés, él se había mantenido firme ante los grandes poderes del papado y fiel a los dictados de su conciencia. Lo había hecho, no por intereses políticos, codicia o deseos de poder, lo había hecho por amor al Evangelio de Cristo y sostenido por la fe en su Salvador.
Si padecemos, que padezcamos por cristianos, no por malas personas, por tener una mala conciencia (1 P 4:15-16). Si me acusan, o tratan injustamente (tribunal, familia, amigos, trabajo). ¿puedo estar tranquilo, que he actuado rectamente ante Dios? ¿que he obedecido Su palabra? ¿que he predicado fielmente? ¿que no he callado? ¿Puedo ir con limpia conciencia a Dios, y decir: he hecho tu voluntad, he cumplido con mi deber? ¿me he mantenido fiel?
Nos pueden pasar cosas “malas”, haciendo la voluntad de Dios o no haciéndola (enfermedad, muerte de seres queridos, hijos que se van al mundo, cárcel, etc.). Lo más importante hermanos, es tener la conciencia limpia de haber hecho lo correcto. ¿Si el Señor nos juzgara, estaríamos realmente tranquilos? ¿pasaríamos la prueba? ¿nuestra conciencia estaría sin ofensa delante de Dios? ¿Dios podría testificar a nuestro favor? ¿Nuestras conciencias están tranquilas? (2 Co 5:11).
3. UNA CONCIENCIA SIN OFENSA ANTE LOS HOMBRES.
Pablo también tenía una conciencia sin ofensa ante los hombres, no hacía mal al prójimo, no era un asesino, no se había aprovechado de nadie, no había codiciado su dinero, había procurado siempre juzgar con justo juicio, evitó ser tropiezo para otros, se negó a muchas cosas, los había amado como a él mismo.
Pablo tenía una conciencia sin ofensa ante los hombres. Lo acusaron de sedición, profanar el templo, y herejía (V10b-13). Sin embargo, él había pecado ni contra la ley (ceremonial, moral), ni contra el Templo (acusado de introducir un gentil), ni contra César (sedición) (Hc 25:7-8). Pablo también tenía su conciencia sin ofensa ante los israelitas, que aunque lo aborrecían, él sí amaba sus almas (Ro 9:1-3). Tenía su conciencia sin ofensa ante la iglesia, su comportamiento fue ejemplar (Hc 20:18-19). Podían testificar que había sido diligente en la gran comisión (Hc 20:20-21). Estaba limpio de la sangre de ellos, les había anunciado sin cesar todo el consejo de Dios (Hc 20:26-27, 31). No podían acusarlo de ser codicioso o de haberse aprovecharse de alguno (Hc 20:33). Al contrario, podían testificar por palabras y hechos, de su laboriosidad y generosidad (Hc 20:34-35). Podía poner al pueblo como testigo de su comportamiento (1 Ts 2:10-12). Aún las autoridades romanas, podían testificar a favor de su conducta (Hc 26:30-31).
¿Tenemos una conciencia sin ofensa delante de los hombres? ¿hemos amado al prójimo? (Ro 13:8-10). ¿Haciendo el bien a todos, especialmente a los hermanos? (Gál 6:9-10). ¿Procurando la paz con todos? (Ro 12:17-18). Antes de presentar ofrenda o cualquier actividad religiosa: ¿estamos en paz con el hermano? (Mt 5:23-24). ¿Amando sinceramente el alma de nuestros seres queridos? (Ro 9:1-3). ¿En diferencias en cosas menores (comida: alimentos puros e impuros, días-fiesta: judías)? (Ro 14:1-6). No pongamos tropiezo, hagamos las cosas para el Señor, en Fe, sin ofensa ante los hombres (Ro 14:13-23). La Biblia dice que no debemos enredarnos en discusiones inútiles (fábulas, genealogías interminables), más bien debemos tener una conciencia limpia (1 Ti 1:5-7). Pero lo fundamental debemos enfatizarlo, desechemos las falsas doctrinas, expongamos a los falsos maestros, manteniendo una buena conciencia (1 Ti 1:19-20). No hagamos nada por contienda o vanagloria, hagamos las cosas por amor, de buena voluntad (Fil 1:15-16)
Hermanos ¿podemos mirar a los ojos a nuestro cónyuge, hijos, hermanos? ¿hemos actuado sin doblez, engaños, hipocresía, mentiras?
Hombres ¿podemos mirar a los ojos a nuestras esposas, al volver de trabajar? ¿si hemos mirado con lujuria otras mujeres, si hemos tenido conversaciones mundanas (trabajo), si hemos sido diligente en nuestras labores. Hermano, tiene su conciencia sin ofensa, tranquila en su trabajo (jefe, dueño, compañeros)? ¿ha sido diligente, honrado? ¿ha hablado mal de otros, ha participado de burlas, chismes, etc? ¿ha dado lo mejor de sí, ha sido ejemplo de cristianismo?
Hermana, puede mirar a los ojos a su esposo cuando llega de trabajar? ¿ha sido diligente en sus ocupaciones? no ha perdido tiempo (conversaciones vanas, chismes, teléfono, celular, internet, tv, durmiendo)? ¿ha dedicado tiempo a instruir a sus hijos? ¿Queja?
Niños, ¿pueden mirar a los ojos a sus padres después que los han mandado a hacer tareas, oficio, el devocional, y se han quedado solos? ¿Cuándo le han pegado a sus hermanos, insultado, acusado falsamente, dañado algo (en desobediencia)? Y si lo han hecho, ¿lo han reconocido?
Tengamos una conciencia sin ofensa ante los hombres. Aseguremos que no les hemos hecho mal, hablado a sus espaldas, murmurado, levantado falso testimonio, envidiado, codiciado, robado, no ayudar cuando hemos podido, guardado rencor, insultado, agraviado, irrespetado (esposos, hermanos, hogar). Y si lo hemos hecho, ¿ya pedimos perdón?, si no, hagámoslo rápido.
¿Tenemos una conciencia sin ofensa ante los hombres? ¿Podemos decir: No soy un hipócrita, he procurado el bien para ellos? ¿Tenemos una conciencia sin ofensa ante el Señor? ¿lo hemos servido fielmente, sin hipocresía? Esforcémonos en tener una conciencia limpia, sin ofensa ante Dios y los hombres. Aferrémonos a la sangre de Cristo, lo único que puede limpiar nuestras conciencias (Heb 9:14). Acerquémonos a nuestro gran Sumo Sacerdote, sinceramente, seguros, purificados de mala conciencia (Heb 10:22). Oremos unos por otros, por una buena conciencia (Heb 13:18).
Que digan lo que digan de nosotros, que nos acusen falsamente como a Pablo, lo importante es que nuestras conciencias estén en paz, sin ofensa ante de Dios y los hombres. “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo (19 de Marzo de 2023): «¡UNA CONCIENCIA SIN OFENSA!».
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