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¡VENDA SU CAPA Y COMPRE UNA ESPADA!

«Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una» (Lucas 22:36)

El Señor les advierte a sus discípulos las circunstancias difíciles que van a enfrentar inmediatamente después de su muerte. Necesidades, padecimientos, persecuciones, espada, muerte. Deben alistarse para la batalla. Cristo les habla en lenguaje figurado para mostrarles esto, como lo había hecho en muchas otras ocasiones en su ministerio, pero no entendieron

Jesús anuncia su muerte, sus discípulos no entendieron bien lo que Él les venía diciendo en otras ocasiones. Cuando el Señor instituye la Cena, delante de sus discípulos, les anuncia que su cuerpo sería entregado y su sangre derramada para el perdón de los pecados de su pueblo (Lc 22:15-23). Con la confesión de Pedro cuando dijo que Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios, les anuncia sus padecimientos, el rechazo de los líderes religiosos, su muerte y resurrección (Lc 9:20-22). Cuando anuncia a los doce sus padecimientos y rechazo de los gentiles al subir a Jerusalén, y su resurrección (Lc 18:31-34). Prepara a sus discípulos para lo que les espera, circunstancias difíciles después de su partida (Lc 22:35-38). Cristo los llama a prepararse para la guerra que van a enfrentar.

Los discípulos deben alistarse para la batalla, tomar las armas para el combate, y salir a pelear como buenos soldados del ejército de Su capitán. Esto ya lo había anunciado en la oración sumo sacerdotal ante el Padre intercediendo por los padecimientos que sus discípulos llevarían, incluyéndonos a nosotros (Jn 17:14-20). Sin embargo, ellos aún no entendían muy bien lo que tendrían que padecer por causa de Cristo, una vez muriera y resucitara de los muertos

A nosotros también nos esperan persecuciones, hambre, padecimientos, espada, muerte. El Señor también nos advierte que debemos alistarnos para la batalla. La iglesia del Antiguo Testamento padeció tribulaciones, persecuciones, hambre, padecimientos, espada, muerte (Heb 11:32-40). Padecieron cosas terribles por ser del pueblo de Dios, fueron perseguidos por ejércitos, reyes, reinos, imperios. Aún nuestro Señor padeció en manos de impíos, del poder político, el poder religioso y el pueblo. ¿Qué nos hace pensar que nosotros no padeceremos? ¿Será que no hemos tampoco entendido el costo de ser cristianos?

En tiempos del NT había dos “iglesias”, una respetable, prudente, fuerte, honorable, y la otra despreciada, insensata, débil. La iglesia verdadera era perseguida y despreciada, no era amada ni respetada por el mundo; padeció por causa de Cristo hambre, sed, desnudez, maltratos, estaban sin morada fija, maldita, difamada, perseguida, no era una iglesia consultada, eran la escoria del mundo, el desecho de todos (1 Cor 4:10-13). Eso es lo que nos espera a nosotros como verdadera iglesia de Cristo.

Hemos sido enviados como ovejas en medio de lobos (Mt 10:16-24). Somos un pueblo santo en medio de impíos, gente malvada, con corazones depravados, que aborrecen el mensaje que llevamos, a Cristo, y también a nosotros nos aborrece. Aún nuestros seres más queridos, nos podrían entregar algún día (Mt 10:21). Somos Pueblo verdadero de Dios en medio de falsos creyentes, falsos maestros, en medio de una falsa iglesia, que dice ser pueblo de Dios, pero que no lo son, son sinagogas del Satanás (Ap 2:9; 3:9). Una falsa iglesia que nos aborrece como Caín con Abel, que nos quiere callar, y que serán tal vez nuestros mayores perseguidores. Una iglesia que finalmente sirve a Su Padre el Diablo.

Pero ánimo, hermanos, no temamos a lo que vayamos a padecer (Ap 2:10). No debemos acobardarnos, atemorizarnos, las puertas del Hades no prevalecerán contra su iglesia (Mt 16:18). No caigamos en su juego; seamos astutos como serpientes, sigamos predicando, anunciando a Cristo, su Bendito mensaje, su grandiosa obra. Seamos mansos como palomas, aguantemos, padezcamos con gozo por Cristo, suframos penalidades como buenos soldados de Jesucristo (2 Tim 2:3). El Señor nos advirtió que hemos sido puestos en este mundo para tribulación (1 Tes 3:3). Pero nos dice que padecer por Él es una gracia concedida a su pueblo, como lo es la Fe (Fil 1:27-30). No la eludamos, no la esquivemos, no la evitemos; al contrario, estemos firmes, salgamos al combate, como pueblo de Dios, unidos en el E.S. No nos intimidemos por aquellos que nos persiguen y se oponen. Hermanos, somos bienaventurados por estas cosas; el Señor ya nos lo había advertido, hallemos consuelo con sus palabras (Mt 5:10-12):

Iglesia, si no tenemos espada, debemos hacernos de una. Debemos vender lo que sea para tener una, debemos entregarnos a Cristo. Hagamos como el hombre que vendió todo lo que tenía y compró el tesoro escondido y la perla de gran precio (Mt 13:44-46). Aquellos que hallan a Cristo, están dispuestos a darlo todo por Él; los ha librado de la ira venidera, del dominio del pecado, y los lleva a la gloria eterna. Están dispuestos a dar su vida por Él, ser perseguidos, difamados, perder familia, amigos, comodidad, enfrentar la burla, el escarnio, el rechazo del mundo, perder su trabajo, sacrificar éxito profesional, pobreza.

A ellos no les importa lo material, no les importa que el Hijo del Hombre no tenga donde recostar la cabeza, no siguen a Cristo por interés. Ellos han crucificado el mundo con sus pasiones y deseos, dejando que los muertos entierren a sus muertos, y anunciando el reino del Dios vivo; ellos han dejado atrás lo más querido, han salido de la ciudad de la destrucción, han puesto su mano en el arado, no vuelven atrás, y caminan mirando a Cristo, combatiendo por Su Reino (Lc 9:57-62). Ellos han vendido su capa, y han comprado la Espada. Si usted no lo ha hecho “venda su capa, y compre una”

La Espada, es la Palabra de Dios, es como fuego, martillo que quebranta la piedra (Jer 23:29-31). De la boca de Cristo sale la Espada aguda de dos filos (Ap 1:16). La Espada de Su Palabra llama al arrepentimiento (Ap 2:16). ¡Haga caso a ella! Cristo es el Verbo de Dios, Su Palabra es temible; con la Espada que sale de Su boca, vence, hará juicio a las naciones, y los exprimirá en lagar de la ira de Dios (Ap 19:13-16). ¡Haga caso a ella! ¿Comprende la magnitud del arma tan poderosa que tiene? ¿Entiende que ella es la única que rompe corazones de piedra? ¿Entiende que al usarla, es la misma voz de Cristo la que habla? ¿Ya tiene Espada? Si no, “venda su capa y compre una”

Saquemos la Espada, que es la palabra de Dios. Saquemos la Espada de dos filos, para que penetre el corazón de piedra humano (Heb 4:12). Vistámonos con su armadura, saquemos la Espada del Espíritu (Ef 6:17). La Espada en labios de los sabios son como aguijones y clavos, quebranta, usémosla así (Ecl 12:11). Si somos de Cristo, Él puso nuestra boca como espada aguda (Is 49:1-3). Vencemos al Diablo con la Espada de Su Palabra (Ap 12:11-13). Nada nos podrá separar de Cristo, ni la espada del mundo (Rm 8:35-36).

¿Tiene Espada? ¿Predica a familiares, amigos, conocidos? ¿Por todos los medios disponibles? ¿a tiempo y fuera de tiempo? ¿Está combatiendo, está en la batalla? Si no, venda su capa y compre una. Porque solo los que son de Cristo, la tienen y usan. Si usted no la está usando, es porque no tiene arma, no es de Cristo, necesita una espada. De lo contrario, morirá en Batalla. “Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una”

X SU GRACIA: Comunidad Cristiana

Escucha el sermón del domingo: «¡VENDA SU CAPA Y COMPRE UNA ESPADA!»:


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